Image: El manifest groc y el artista actor

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Exposiciones

El manifest groc y el artista actor

24 junio, 2004 02:00

Portada de "Residencia de Dalí", 1927

Com.: Joan M. Minguet. Fundación Miró. Parque de Montjuïc. Barcelona. Hasta el 26 de septiembre

Firmado por Sebastià Gasch, Lluís Montanyà y Salvador Dalí, el "Manifest groc" (1928) es uno de los episodios más significativos de la vanguardia española y catalana. Conocido también como "Manifiest Antiartístic Català" es un ataque contra la cultura catalana hegemónica (derivaciones del noucentisme) para proponer un nuevo orden cultural, basado en el maquinismo y diversas manifestaciones de la sociedad industrial (jazz, cine, etc.).

Ahora, esta exposición comisariada y con un interesante libro de Joan M. Minguet es un análisis pormenorizado de todo lo que gira en torno al manifiesto: referentes, recepción, proposiciones. Pero una de sus aportaciones es que se ha tenido acceso a documentación inédita: la correspondencia de Dalí dirigida a Gasch y Montanyà. Esto ha permitido una radiografía de su génesis, comprender motivaciones, clarificar su discurso y, claro está, situar la posición de cada uno de los tres autores, en particular la de Dalí, que utilizó y traiciono a unos y posteriormente a otros.

A la luz de las investigaciones de Minguet, la autoría del "Manifest groc" corresponde en su mayor parte a Dalí. Pero, además, la posición del artista aparece como la de un maquiavélico estratega que busca promocionarse en un doble juego, entre dos posiciones irreconciliables. Por un lado, identificándose con el antiarte y con sus colegas catalanes y, por otra parte, cambiando de orientación y aproximándose al surrealismo. Algo que, desde su provincianismo, ni Montanyà ni Gasch podían asumir y que les dejó perplejos. El análisis del "Manifest groc" contribuye a comprender el salto de Dalí de una posición antirromántica al surrealismo.

Hay un aspecto que sobrevuela el "Manifest groc" y es el de un modelo de artista que aparece con las vanguardias. En el anonimato de la gran ciudad el artista toma conciencia de que pintar, dictar conferencias, escribir, es insuficiente. Aparece un nuevo tipo de artista: el actor que utiliza los medios de comunicación. El manifiesto -junto con otras intervenciones- buscaba ser una caja de resonancia que difundiera un mensaje. Pero lo importante era el escándalo como estrategia eficaz para la promoción en prensa. Este es el sentido del manifiesto: Dalí fue el artista-actor que supo dominar los resortes de los nuevos medios. Falta, sin embargo, preguntarse por la afición a los manifiestos en la actualidad. Me temo que hoy por no quedar no queda ni la provocación, sólo un solemne e infinito vacío.