Image: En el retablo de las maravillas

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Exposiciones

En el retablo de las maravillas

La condición humana

8 julio, 2004 02:00

Juan Muñoz: Plaza, Madrid, 1996. ©Fòrum Barcelona 2004/J. Canyameres Sanaöja

Com.: P. Azara. Museo de Hª de la Ciudad. Pl. del Rey. Barcelona. Hasta el 26 de septiembre

Esta exposición es como un gran museo de las delicias. En los libros raros se enuncian colecciones antiguas que describen un universo de maravillas. Esta es la idea: el museo como compendio de saber, de microcosmos a imagen del mundo, de aventura intelectual... Este modelo se ha perdido para siempre y ya no existe... Y sin embargo esta exposición recupera la imagen de un museo imaginario. Aquí se han reunido piezas tan especiales y esenciales, y además articulando asociaciones tan diversas de culturas, procedencias y épocas, que se rehace aquella noción de museo o colección como paraíso o lugar ideal.

La muestra se titula La condición humana. No cabe duda de que el argumento es frágil, se trata de una suerte de cajón de sastre en que pueden incorporarse multitud de aspectos. Pero no importa, porque es un simple pretexto para encadenar un itinerario para el visitante. El verdadero argumento de la exposición es otro: consiste en aquella idea de museo y colección que antes apuntaba, el museo como gran teatro de la imaginación y del deseo. El mérito se encuentra en la refinada selección del comisario, Pedro Azara, a mi modo de ver, un esteta. Intuyo que para él la cultura es belleza y exploración del misterio de la vida...

Este museo ideal es un espacio encantado, un lugar para la meditación y la contemplación con atribuciones mágicas, o por lo menos que se le asigna una condición sobrenatural. Si existe un paralelismo de la exposición, éste se sitúa en un libro, El arte y sus lugares, de Antoni Tàpies. Ambos responden al mismo espíritu. En realidad, aunque no se diga, el mencionado libro de Tàpies consiste en la propia colección del artista. Una breve pero interesante introducción da pie a un repertorio de objetos de arte de muy variado carácter: obras contemporáneas y primitivas, cultura occidental y oriental, artefactos rituales y obras de arte propiamente dichas... Todos los objetos que están fotografiados en el libro acompañan a Tàpies y están repartidos -aquí y allá- en su casa particular. Son su propio universo y responden a una cosmogonía, un tratado sobre la formación y la interpretación del mundo.

Tàpies, para explicar su propio gabinete-museo, introduce una reflexión muy importante: el objeto de poder, una noción que es utilizada por los antropólogos anglosajones para designar ciertos objetos rituales en las sociedades primitivas. Aquellos objetos no son objetos banales como otros cualquiera, son algo muy especial, relacionado con lo sagrado. En realidad según Tàpies no hay diferencia entre un cristo románico, un amuleto, o determinas pinturas u objetos: son instrumentos para relacionarse con lo Innombrable. Así Tàpies y así este teatro de las maravillas que comentamos que también reúne objetos rituales, arte contemporáneo, arte oriental, escultura tribal, arte clásico, etc. En el contexto que se presentan, todos son objetos que vehiculan lo profundo.

Falta saber cúal es el nexo entre su diversidad. ¿Cómo es posible asociar una escultura negra, una pintura laica del siglo XVIII o una obra contemporánea? Somos nosotros quienes hacemos hablar a las obras. Es nuestra imaginación quien se dirige a ellas. No se trata de una aproximación científica que pretenda recuperar su sentido original, sino de leerlas en clave emocional, de proyectar en ellas nuestros deseos y nuestras inquietudes. Sólo así podremos dialogar con ellas. Y ésta es la propuesta de la exposición.