Image: Retorno al orden

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Exposiciones

Retorno al orden

25 noviembre, 2004 01:00

Juan González: Osario, 2. 2002

Muestra de arte joven. Círculo de Bellas Artes. Marqués de Casa Riera, 2. Madrid. Hasta el 12 de diciembre

La antología de artistas menores de 30 años que el Instituto de la Juventud presenta cada año tiene en esta edición algo de "llamada al orden". En la exposición de los diez artistas seleccionados por el jurado predomina la pintura y un cierto gusto clásico. Uno de los mejores conjuntos de la muestra, sin embargo, son las grandes fotografías de Juan González (Madrid, 1973), imágenes de osarios de varias ciudades. Cajas apiladas, cada una con un nombre, como una arquitectura de restos humanos empaquetados y etiquetados. La obra de Juan González reúne la serialidad minimalista y la retórica truculenta, dos rasgos muy populares en el arte actual.

La protagonista de la mayoría de las piezas es la naturaleza. Zigor Barayazarra (Bilbao, 1976) presenta un puñado de visiones de un mundo celular microscópico, y un curioso bestiario en latón que evoca las Kunstformen der Natur de Ernst Haeckel. La instalación de Mariona Vilaseca (Manresa, 1978) incluye un paisaje dibujado a lápiz sobre la pared, unas lentes de vidrio como gotas de lluvia o lágrimas, algunas fotos y una banda sonrosa que evocan la visita de la artista a los glaciares de Argentina: el conjunto está lleno de pretensiones expresivas, pero se queda muy lejos de las emociones que quiere provocar. Maria Antònia Mir (Sa Pobla, Mallorca, 1977) pinta paisajes fragmentados en delgadas franjas horizontales: paisajes troceados, triturados, como emulando lo que la sociedad industrial le ha hecho a la naturaleza. El "procesamiento industrial" del paisaje ocupa también a ángel Masip (Alicante, 1977), con esa irónica pintura de un bosque enmarcada e iluminada como una valla publicitaria.

El otro tema dominante en la exposición es la identidad del artista. Sonia Navarro (Puerto Lumbreras, Murcia, 1975) dibuja sobre el lienzo con hilo cosido unas imágenes estilizadas de maniquíes y patrones de costura: metáforas demasiado evidentes de lo femenino en la estela de Ghada Amer. La instalación de Javier Arce (Santander, 1973) con su orquídea y su lago de pintura blanca y su muro de purpurina no es sólo una composición esencialista a la japonesa; como la famosa caja sonora de Robert Morris, es una imagen de su propia producción, incluyendo los materiales constructivos y el video que documenta el proceso de elaboración de la instalación.

En su serie "Estados alterados", Kepa Garraza (Berango, Vizcaya, 1979), pinta unos jóvenes (el propio artista y sus amigos) que levitan en un vacío blanco, ironizando sobre los "superpoderes" del genio. En otra serie, Kepa se codea con los grandes del Parnaso; se retrata a sí mismo junto a Pollock, Warhol, Bacon, Serra, Rothko, imitando sus actitudes, en un repertorio ingenioso y poco más. El autorretrato es también el centro de la pintura de Gemma París (Barcelona, 1975), donde aparece la silueta esquemática de una mujer (la pintora) desnudándose. Este striptease frío constituye la ocasión para un experimento formal: la desaparición de la figura humana, reabsorbida en el fondo de papel pintado de colores pastel. En contraste con la banalidad calculada de ese conjunto, la obra de Elba Martínez (Pamplona, 1974) incide en el mito romántico del artista con una propuesta fuerte: un video donde el poeta Leopoldo M. Panero habla y habla de un mundo de horror cuyo único contrapunto es la poesía.