Image: Arantxa Goyeneche

Image: Arantxa Goyeneche

Exposiciones

Arantxa Goyeneche

22 diciembre, 2004 01:00

Luz y color. Dos, 2004

Sicar. Font, 44. Villafranca del Penedés. Hasta el 8 de enero. De 360 a 1.500 euros

Cuando Arancha Goyeneche reflexiona sobre su trabajo explica que, aunque no utilize los medios tradicionales de la pintura, su obra posee una naturaleza pictórica. Desde sus inicios, ha trabajado con vinilos, un material del que sabe extraer expresividad y obtener muchas calidades. Ella habla del vinilo como un pintor puede hablar de la pincelada: veladuras, tonalidades, brillos, etc... Y en efecto su obra posee una particular delicadeza y sutilidad. Pero, ¿por qué el vinilo -esto es, tiras de plástico- y no la pintura? Cambiar el pincel y el pigmento por el cúter y el vinilo significa un desplazamiento, un deslizamiento de contexto para preguntar y reflexionar sobre la pintura. Es, en definitiva, un intento de comprender su secreto. Yo no sé si Arancha Goyeneche es consciente, pero con este procedimiento está bordeando los límites de una dimensión sagrada. Una dimensión más allá de la cual la noción de pintura se transforma en otra cosa. No lo sabría decir con exactitud, pero se trata de otro mundo. Claro que el trabajo y la evolución de la artista son fecundos y sus resultados sorprendentes, pero escapan ya a la noción de pintura. En este sentido uno de los aspectos más significativos de su trabajo es la disolución del marco. Su obra se expande por el espacio en una apertura sin fin. En la pintura tradicional, el marco organiza la mirada y delimita un espacio otro y establece una distancia con respecto al espectador. Cuando se rompe el marco, todo es posible, de ahí que Goyeneche incorpore proyecciones, movimiento o fuentes de luz en sus obras... Yo intuyo que el vinilo tiene su propia lógica, una lógica ajena a la pintura. Hay un asesinato: es el cúter de Arancha Goyeneche que ha herido lo más sagrado de la pintura.