Image: Richard Serra, los espacios del tiempo

Image: Richard Serra, los espacios del tiempo

Exposiciones

Richard Serra, los espacios del tiempo

La materia del tiempo

23 junio, 2005 02:00

Vista de La materia del tiempo en la sala Arcelor

Guggenheim Bilbao. Abandoibarra, 2. Bilbao

La propuesta que siempre hace Richard Serra al espectador es la de vivir una experiencia. No podía ser otra la de este proyecto magnífico, obra de encargo excepcional, titulada La materia del tiempo: una instalación integrada por ocho esculturas de gruesas planchas de acero auto-oxidable, de formato monumental y de intención topológica, que convierten la sala 104 del Guggenheim -de 130 metros de longitud por 30 de anchura- en un asombroso continuum de escultura, espacio que el espectador recorre ad libitum, penetrando hasta el corazón abierto de las obras (torsiones espirales y elípticas, curvas cónicas, esferas y secciones de cuarto de círculo) a través de sus estrechos y oscuros pasadizos, o rodeándolas como a ferrosas construcciones ingenieriles, sintiendo en la mirada y en la piel que uno mismo forma parte de este imprevisto "paisaje" que provoca sensaciones de cinestesia (movimiento y equilibrio), panorama que resulta tan escultórico por la rotundidad de sus masas, por la fuerza de gravedad o pesantez de sus materiales y por la imponente presencia de sus formas. También puede el visitante contemplar la instalación desde lo alto, desde el mirador, como conjunto que dialoga de tú a tú con los blancos muros curvados y con las altas techumbres entreabiertas de la arquitectura de Gehry. Nadie olvidará una aprehensión empírica tan fuerte de lo que el espacio escultórico realmente es.

Ahora bien, ninguna experiencia es aislada, sino que se produce -como decía Husserl- "en horizonte de experiencia", donde se acumulan y funden elementos y matices diferentes: físicos, de percepción, intuitivos, sensibles, intelectuales, místicos, de comunicación… A su vez, en el arte, la experiencia estética -desde la dualidad entre lo imaginario y lo real- depende de la forma, a la que condicionan los materiales y técnicas que dan cuerpo a la obra. La riqueza y complejidad de la propuesta nos colocan, pues, en la situación singular de vivir -desde el lado sensible- algo que es profundamente "ideal". Nos hallamos dispuestos en una experiencia de "lo cambiante" y en una práctica especial que nos faculta a formular principios y alcanzar el reino de las ideas.

Que la escultura pertenezca al área de lo cambiante, de lo transitorio, la introduce en los dominios del movimiento. Y éste posiblemente sea el mejor hallazgo de la obra actual de Richard Serra. Hasta aquí el espacio se había enseñoreado de los demás elementos plásticos de la escultura; a partir de aquí la noción de tiempo, la temporalidad, se halla asimismo en el eje vigente de la substancia escultórica. En la instalación La materia del tiempo se evidencia el axioma griego de que "el movimiento más perfecto es el movimiento local circular", a la vez que se renuevan principios temporalistas tan actuales como el de Reichenbach considerando que "tiempo y espacio son particularidades de estructura de la acción causal", en que determinadas propiedades topológicas del espacio se derivan de ciertas propiedades del tiempo, y también se reafirma la concepción física de la fusión del tiempo con el espacio, quedando el espacio-tiempo como matriz de toda realidad. Nuevo horizonte del arte de la escultura.