Image: Stanley Brouwn

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Exposiciones

Stanley Brouwn

La medida de la locura

1 septiembre, 2005 02:00

Intervención de Stanley Brouwn en el exterior del MACBA

MACBA. Plaza del Angels, 1. Barcelona. Hasta el 25 de noviembre

El proyecto de Stanley Brouwn consiste, a grandes rasgos, en contar sus pasos -con la precisión más rigurosa posible-y establecer medidas entre su cuerpo, sus desplazamientos y el lugar. Consciente o inconscientemente, en Brouwn hay implícita una idea muy hermosa: el hombre -o la imaginación del hombre- como medición de todas las cosas. Brouwn utiliza antiguas unidades de longitud (pies, codos, varas) fundamentadas en la mayor parte de los casos en referencias corporales. Los sistemas variaban de un lugar a otro, pero esta diversidad desapareció con la implantación del sistema métrico decimal y la uniformidad que trajeron los tiempos modernos. En otros casos, emplea medidas de longitud estrictamente subjetivas…

Sin embargo, en esta exposición advierto un elemento paradójico: la perversión de cualquier relación creativa del hombre con el lugar o el espacio. Y es precisamente en la materialización de la idea de Brouwn, esta afirmación del hombre como medición de todas las cosas, donde se revela esta contradicción hasta la locura. La exposición consiste única y exclusivamente, y repetidas hasta la saciedad, en mediciones… Este efecto de multiplicación, en una lógica que se despliega hasta el infinito, posee efectos disolventes y desorientadores. La acumulación de medidas se convierte en una suerte de monumento al absurdo y conlleva implícitamente la negación del concepto que la sostiene, la noción de medida, esto es, el medio por el cual evaluamos las cosas, nos orientamos y tomamos distancias.

Stanley Brouwn ha construido un laberinto, o mejor, un territorio autista al subvertir los principios cardinales de orientación. éste es, me parece, el resultado de toda una trayectoria consagrada a una idea, mensaje que es extensible a buena parte del arte contemporáneo. Al volcar y trastocar las convenciones, aquellos artistas de los sesenta descubrieron la cara oculta del arte y la cultura, revelaron sus vísceras fétidas… Pero ahora esta obra, estos artistas, se me antojan como una gran carcajada alocada e histérica que se repite sin contención de manera nerviosa. Tan solo se oye esta carcajada hueca.