Exposiciones

Tiempo de vídeo, tiempo de hipnosis

6 octubre, 2005 02:00

Pierre Huyghe: La tercera memoria, 1999

Caixaforum. Marqués de Comillas, 6-8. Barcelona. Hasta el 8 de enero

Tiempos de vídeo. 1965-2005 es un recorrido por la colección Nouveaux Médias del Centro Pompidou, una de las recopilaciones más importantes en su género, a la cual se han añadido dos piezas de la colección de arte contemporáneo de la Fundación "la Caixa". La expresión Nouveaux Médias designa una "historia después del cine" pues, a la ruptura que significó el vídeo en su momento, siguieron otras con la incorporación de nuevos soportes o técnicas como la proyección de diapositivas, el CD, el DVD, internet y la progresiva introducción de instalaciones o diferentes dispositivos de exhibición. El enunciado Nouveaux Médias aglutina todas estas experiencias, un dominio ambiguo pero que permite integrar los procesos e innovaciones en el ámbito del audiovisual.

La muestra pretende ser una historia de los nuevos medios desde sus inicios en los años sesenta hasta la actualidad. Un itinerario que va desde la arqueología, pasando por el despliegue de los años ochenta, hasta la incorporación de procesos cada vez más complejos en el presente. Se han reunido un total de 32 creadores, entre otros Samuel Beckett, Jean-Luc Godard, Gary Hill, Dan Graham, Chris Marker, Bruce Nauman, Bill Viola, Douglas Gordon, Thierry Kuntzel, Aernout Mik, Tony Oursler…

Es difícil hablar de una exposición que, como ésta, posee una vocación enciclopédica y en la que necesariamente hay lagunas. La historia de los "nuevos medios" se está haciendo; es un espacio por construir y, sobre todo, aún está por valorarse su significación. Por otra parte, se trata de un universo tan heterogéneo que escapa a esquemas y a definiciones lineales y transparentes.
Cuando se alude a los "nuevos medios" se hace referencia a circuitos de difusión alternativos, a una reflexión sobre el medio, a un contradiscurso de la cultura oficial, a deconstrucción, a un arte del tiempo… Todos estos aspectos forman parte de los tópicos de la reflexión de esta "historia después del cine". Sin embargo, personalmente me interesa una dimensión inherente a los "nuevos medios", o por lo menos a alguna de sus manifestaciones: la dimensión alucinógena.

Para mí, el recorrido de la muestra -a todas luces excesivo por la cantidad de piezas y el tiempo que exige su contemplación- es como un itinerario al "corazón de las tinieblas". Una de las primeras piezas -que a su vez es la más antigua de la colección del Pompidou- es la bellísima instalación de Nam June Paik Moon is the oldest TV (La luna es la televisión más antigua). ésta consiste en una serie de monitores situados en pedestales que representan las fases lunares, consecuencia de una manipulación del aparato que transforma la señal de televisión en un simulacro lunar. Pues bien, decía antes que el recorrido de la muestra era un itinerario al corazón de las tinieblas porque la exposición es un introducirse en ese efecto "lunar" de los "nuevos medios". Aunque éstos nos resulten próximos y familiares al cine y la televisión, poseen otra naturaleza.

La saturación o carrusel de imágenes, su contemplación en espacios envolventes que crean microclimas, la nocturnidad u oscuridad que requieren en muchos casos, producen una sensación de desorientación y un estado hipnótico… Aún más, frente a la narratividad del cine y la televisión, los "nuevos medios" han desarrollado una manera de contar no lineal, entrecortada. Aquí y allá aparecen imágenes como destellos deslumbrantes; son como chispas que queman y ciegan el ojo del espectador. Es un lenguaje mágico, tremendamente poético y metafórico, acaso lunar…

Pero en esta descomposición narrativa de los nuevos medios intuyo una deshumanización. La ausencia de linealidad narrativa acaba construyendo un mundo extraño; son imágenes sorpresivas y espectaculares, pero resultan incomprensibles. Sorprenden porque se expresan en un lenguaje de otro planeta y, como los narcóticos, provocan alucinaciones. Es un viaje a un "mundo lunar" o al "corazón de las tinieblas" en el que se abandona la consciencia y el lenguaje para introducirse en un estado surreal. ¿Y quién puede negar su belleza? No hay duda de que las ilusiones fascinan. Tal vez este espectáculo alucinógeno sea una de las caras de la belleza y la miseria moderna.