Exposiciones

ética frente a estética

Representaciones árabes contemporáneas. La ecuación iraquí

18 mayo, 2006 02:00

Faisel Laibi Sahi: Coffee shop in Bagdad, 1984

Comisaria: Catherine David. Fundación Antoni Tàpies. Aragón, 255. Barcelona. Hasta el 25 de junio

La ecuación iraquí es la tercera edición de un proyecto de larga singladura denominado Representaciones árabes contemporáneas comisariado por Catherine David. Su voluntad es convertirse en una especie de plataforma de reflexión y debate sobre el mundo árabe. El proyecto consiste en documentales, fotografias de archivo, retransmisiones de TV vía satelite, puntualmente alguna obra de arte, documentación diversa: libros, revistas, sitios web, conferencias, etc.

Recuerdo que hace unos años contemplé en la misma Fundación la primera parte de este proyecto, dedicada a Beirut/Líbano -sobre la cual escribí en estas mismas páginas-, y también la segunda, consagrada a El Cairo/Egipto. Estas "exposiciones" me escandalizaron. En la primera muestra tuve la sensación de que Catherine David había descubierto un nuevo mercado a explotar, el mundo árabe, y que se dirigía a él en términos colonizadores. Es evidente que el negocio del arte, esa especie de "show business" cultural que es el circuito artístico occidental, necesita abrir nuevos horizontes para autoalimentarse y sobrevivir. Lo peor es el carácter "progresista" con que se disfraza estas propuestas. La suya no dejaba de ser una mirada desde occidente, no muy distinta a la moda orientalista del siglo XIX -en pleno desarrollo de los imperios coloniales-, en la que lo árabe seguía siendo lo éxotico, un cuento de las mil y una noches. Lo más detestable eran las buenas intenciones porque éstas siempre acaban siendo instrumentalizadas por el sistema.

Otro aspecto negativo, a mi entender, era la contradicción entre el dispositivo expositivo y el mismo lugar de exhibición, que parecía proponer una exposición en el sentido tradicional del término, y las intenciones de los promotores y de la comisaria, que buscaban crear una plataforma o foro de reflexión. En esta nueva edición se vuelve a repetir la fórmula, aprovechando además la actualidad de una situación como la iraquí que en estos momentos se plantea como una problemática caliente. La ecuación iraquí se presenta como una propuesta de contrainformación frente a la "simplificación" y "manipulación" de los medios de comunicación, controlados evidentemente por los intereses americanos. Pero yo no sé si denunciarlo así, simplemente, es suficiente, porque lo que se nos está ofreciendo aquí es una mezcla peligrosa entre lo ético y lo estético. Un planteamiento como éste, que se propone "abrirnos los ojos" a la otra cara de la verdad, está obligado a poner de manifiesto los mecanismos de que se vale: sus fuentes de información, los instrumentos de análisis, los procedimientos de verificación de datos, es decir, todo aquello que legitima un análisis objetivo e imparcial. Aquí, sin embargo, los datos, la información, se confunde con lo artístico-subjetivo.

Ahora bien, ¿qué hace un crítico de arte como yo en un sitio como éste? Evidentemente, tengo mi propia opinión sobre Irak, pero desde mi posición profesional no me siento con derecho a emitirla, pues se trata de una visión muy parcial que únicamente tendría validez a título privado. Me temo que si hiciera una valoración sería algo semejante al discurso surrealista, como Breton y sus colegas que entraban en los cines con la película empezada y se largaban a los diez minutos. La secuencia descontextualizada era interpretada como un espacio para la imaginación y la especulación subjetiva. Pero aquí no se trata de un simple juego de fantasía o un divertimento. Posiblemente, la posición más coherente hubiera sido dejar en blanco este espacio.