Exposiciones

El disco, de la tienda al museo

Vinilo. discos y carátulas de artistas

25 mayo, 2006 02:00

Dalí: Dalí in Venice A. O., 1962

Comisario: Guy Schraenen. MACBA. Plaza dels Àngels, 1. Barcelona. Hasta el 3 de septiembre

Vinilo. Discos y carátulas de artistas posee dos partes. La primera consiste en la colección de Guy Schraenen, exhibida en la Nenes Museum Weserburg de Bremen, y la segunda en una suerte de versión o continuación española de la anterior, que se ha añadido en su presentación en Barcelona. Entre una y otra existe una diferencia abismal. Más aún: son mundos aparte que, cuando se confrontan, chirrían porque ni los planteamientos ni los contextos se pueden equiparar.

La colección de Guy Schraenen, comisariada por él mismo, es una exposición coherente. Uno puede sintonizar o no con aquel universo, pero es un planteamiento que tiene claro sus objetivos: el mundo sonoro de la vanguardia y la interacción entre visualidad y sonido. En esta misma línea se han realizado otras exposiciones, como The Record Cover as Artwork from Futurism to Conceptual Art. The Collection of Germano Celant (Fort Worth, Texas, 1977) o la Broken Music. Artists’ Recordworks (Berlín, 1988). Grosso modo, en estas muestras se deja de lado la vertiente comercial, tanto de las carátulas como del sonido, para centrarse en las experiencias de investigación.

Cubriendo un arco temporal que va desde las primeras vanguardias de principios del siglo XX hasta el conceptual, la exposición de Schraenen presenta una selección de 750 carátulas de artistas como Joseph Beuys, Gönter Brus, Jean Dubuffet, Richard Hamilton, Yves Klein, Joan Miró, Raymond Pettibon, Pistoletto, Gerhard Richter, Dietert Roth, etc. Estos artistas protagonizaron o sintonizaron con determinadas experiencias sonoras de vanguardia, de ahí su intervención en las carátulas. Además la muestra incorpora obras sonoras, discos-objeto… Sin duda alguna, ésta es la parte más interesante: el archivo sonoro al que el espectador puede acceder. Escuchar rarezas, como una intervención de Salvador Dalí y otros tantos, es la aportación de la exposición.

Otro aspecto destacable es el de descubrir una faceta del arte de vanguardia que suele pasar inadvertida: las experiencias en el sonido y su vinculación con la imagen. Se trata de una exposición documental: es la historia la que legitimiza. Y como tal, el valor no está sólo porque se completa una parte de la historia, sino también por el puro carácter fetichista del documento. Complemento de la colección de Schraenen es el apéndice de la versión española, que presenta una selección de carátulas de artistas, fotógrafos, diseñadores e ilustradores desde los años cincuenta hasta los ochenta. Se trata fundamentalmente de carátulas de discos comerciales. Aquí reencontramos la música de nuestra juventud, las canciones que hemos escuchado. Destaco este aspecto para señalar que se trataba originalmente de productos de consumo popular. Se crea, pues, un espacio mestizo en el que la supuesta alta cultura (la esfera del arte) y la baja cultura (la del consumo) se mezclan. Es el mundo del diseño gráfico sin más. Se utiliza el aura de tal o cual artista o de un estilo artístico determinado como cualquier otra estrategia publicitaria. Y las carátulas, con o sin los artistas, acaban constituyendo un lenguaje directo y dinámico, de una gran frescura.

Pero ¿es que acaso no es arte el diseño -tal y como reivindicó la vanguardia- o este tipo de manifestaciones comerciales? El IVAM, cuando Juan Manuel Bonet estaba al frente, presentó una magnifica exposición de carátulas de discos de jazz. Alejado de las referencias de la vanguardia y la alta cultura, el comisario, Jorge García, reivindicaba con rigor la "comercialidad" de las mismas. Lo que sucede aquí es que si este tipo de manifestaciones entra en los museos es porque el vinilo es objeto de nostalgia y de coleccionista, porque de algún modo se ha pervertido su sentido original de consumo a gran escala y se transforma en un objeto museable

Creo que lo interesante y lo realmente trasgresor sería llevar al museo las vitrinas y los expositores de DVD, CD y libros que vemos en FNAC o El Corte Inglés. Allí hay más creatividad que en cualquier centro cultural. Lo que ocurre es que la institución artística es así de contradictoria.