Exposiciones

Peter Friedl, pataletas dentro del museo

Obra 1964-2006

8 junio, 2006 02:00

Sin título, 1995-97

Comisario: B. Marí. Macba. Plaza dels Ángels, 1. Barcelona. Hasta el 3 de septiembre

El MACBA presenta una suerte de retrospectiva sobre Peter Friedl (Oberneukirchen, Austria, 1960), crítico de arte, escritor, artista y diseñador que proviene de la tradición conceptual. Sin embargo, ni la personalidad del artista, ni la exposición son "transparentes" o diáfanas. ésta es una muestra compleja, difícil, hermética y, en mi opinión, tremendamente contradictoria. Peter Friedl trabaja con un tema muy particular: el malentendido.

Aunque esta lectura no agote el significado de su obra, él explora las fisuras de los códigos para denunciar la incongruencia, el malestar, la contradicción… éste es el universo de Peter Friedl, la reducción al absurdo de cualquier discurso. El problema es que aquí, lo que se lleva al disparate y adopta dimensiones delirantes es la misma idea de exposición e institución museística.

En el catálogo, entre otras aportaciones, se incluye un texto del mismo Friedl, One World, que es un demoledor discurso sobre la patología y las deficiencias de los museos, las exposiciones, los comisarios, los artistas… y cómo éstos incorporan la idea de poder y neutralizan las contradicciones, cómo su dinámica reproduce los conflictos y la problemática social. Más aún, para Friedl, el museo resulta un espejismo o un camuflaje de un "estar fuera de la contradicción", se presenta como una utopía…

Personalmente, veo la exposición como una puesta en escena de este absurdo. Una de las primeras imágenes que encuentra el espectador es una pieza realizada con tubos de neón que, como un anuncio introductorio, dice textualmente: "mal organizado". Bajo ese lema sigue la muestra, compuesta por obras de diversa tipología que seria fatigoso reseñar: instalaciones, vídeos, fotografías, pinturas, dibujos, etc., que se intercalan con descripciones de proyectos, como si se tratara de páginas de un libro pegadas a la pared. En Peter Friedl hay una agresividad y una voluntad de transgredir, de denunciar la falla, el sinsentido, de reducir al absurdo cualquier discurso… Una de las piezas más significativas es un dilatado conjunto de dibujos realizados entre 1964 y 2005. Obsérvese un detalle: si nos atenemos a las fechas, la serie comprende trabajos del artista a la edad de cuatro años y, personalmente, me ha sido imposible distinguir cuáles eran los realizados en la más tierna infancia, cuáles de adolescencia y cuáles de la actualidad… ¿No es esto una delicia? En esta serie hay un mensaje irónico: se ponen en evidencia todos los tópicos acerca de la fragilidad de la noción de arte.
Lo que me entristece es que este buscar contradicciones, ese llevar los discursos al delirio sea como un juego. Peter Friedl parece trasgresor pero no lo es en absoluto. Hace piruetas, da saltitos, ingenia bromas pícaras, pero sin más consecuencias: es subversor sin subvertir y, lo que es peor, existe cierta conciencia de ello. Yo no aprecio diferencia entre esta exposición y cualquier otra de arte contemporáneo, de la misma manera que toda institución museística -independientemente de los modelos- es una expresión de poder.

En la muestra se presenta un vídeo que posee una dimensión metafórica. Se observa a una persona que da una patada de una manera agresiva a un expendedor de tabaco en la entrada del metro, respuesta del usuario al no funcionar la máquina. Esta persona no es un transeúnte anónimo. Se trata del mismo Peter Friedl.

Instantes después, alguien le da una patada a él. Estos gestos violentos poseen un doble sentido. ¿Por qué no interpretar el golpe de Peter Friedl como una agresión simbólica a la institución museística? Pero entonces ¿qué significado posee la violencia contra Peter Friedl? Yo la quiero interpretar como la patada del espectador contra el artista y la institución, la expresión de su cansancio y aburrimiento.