Exposiciones

Bustamante, en el extremo

New Works

21 septiembre, 2006 02:00

Trophée 1, 2005. Acero galvanizado y tinta sobre plexiglás

Estrany-de la Mota. Passatge Mercader, 18. Barcelona. Hasta el 4 de noviembre.

Acaso para aproximarnos a los trabajos recientes de Jean Marc Bustamante (Toulouse, 1952) es oportuno hacer una especie de rodeo y referirnos a sus inicios como artista. Pues, de alguna manera, toda la trayectoria de este artista ha abordado los mismos problemas. Cuestiones relativas a la percepción y al lenguaje. Esta es la problemática sobre la cual gira y deriva su obra.

Cuando, a finales de los setenta y a principios de los ochenta, empezó a difundirse su obra, Bustamante realizaba una serie de fotografías, los Tableaux (1978-1984), intencionadamente banales y sin ningún tipo de retórica. Se trataba de unos paisajes de gran formato del extrarradio de Barcelona en los que voluntariamente evitaba la idea de encuadre, composición, punto de vista, armonía, emoción… Es decir, obviaba todo aquello que se plantea, por lo general, un fotógrafo o un artista. El resultado eran unas fotografías frías y triviales que provocaban distancia en el espectador. éste se sentía defraudado: aparentemente no había nada que mirar. Estos trabajos, en sintonía con la tradición minimal y conceptual, buscaban desnudar la imagen, depurarla al encuentro de lo esencial. Se trataba de explorar su naturaleza, indagar cuáles son sus principios, de ver qué ocurre cuando se invierten las convenciones. De ahí esta investigación justo en los límites de la comunicación: más que de un observar -pues se niegan las cualidades visuales- se trata ante todo de una reflexión, una reflexión sobre la imagen.

Aunque posterior, existe otra serie que puede ilustrar también de manera didáctica lo que vamos diciendo: es la dedicada a los lagos suizos, realizada en torno a 2000. En estos paisajes, que las postales y los calendarios captan como lugares idílicos, Bustamante modifica el punto de vista, no mira hacia la puesta de sol, ni al mirador panorámico. Desplaza el objetivo y lo dirige hacia un espacio en construcción, una perspectiva desafortunada, un huerto descuidado…, hacia algo que no estaba posando para la foto. La imagen de los lagos suizos aparece como una imagen sin cualidades, casi se podría calificar de descuidada.

Con el paso del tiempo -no se trata aquí de describir su evolución-, Bustamante ha ido enriqueciendo su planteamiento. En su obra ha incorporado elementos volumétricos, la escultura, la instalación… Sin embargo, en las entrevistas siempre manifiesta que su preocupación sigue siendo lo fotográfico, las cualidades fotográficas. Según él, la utilización de esta dimensión escultórica u objetual, pone de relieve aspectos como la luz, las superficies, la profundidad, etc. En este sentido, es significativa la serie Lumières -realizada a partir de finales de los ochenta-, formada por fotografías en blanco y negro impresas sobre láminas de plexiglás y colgadas a cierta distancia de la pared, con lo que producen efectos de transparencias y profundidad.

Ahora, en la galería Estrany-de la Mota, presenta las series Panorama (2005), Trophées (2005) y Perfect Dreams (2005), todas ellas serigrafías en color sobre plexiglás, fórmula que empezó a trabajar desde finales de los noventa. En el caso de Panorama se trata de un dibujo presentado también a cierta distancia de la pared. La serie Trophées consiste en una especie de caja de aluminio que, sobrepuesto y recortado, contiene un metacrilato monocromo. Y finalmente, Perfect Dreams, una variante de los anteriores.

En la trayectoria de Bustamante existe, lo hemos dicho ya, una constante: la reflexión sobre la imagen. En una línea de continuidad, las últimas series descritas plantean, como las obras anteriores, problemas referentes a la percepción, la luz, la profundidad… Sin embargo, hay un salto muy importante: estas últimas poseen una dimensión estética o complaciente, ausente hasta ahora en sus trabajos. Se trata de una expresión decorativa y espectacular, en particular por el uso del color, que desborda cualquier contención.

¿Hay, pues, una contradicción entre aquella primera y lejana serie, que renunciaba a toda retórica, y estas últimas tan efectistas? Intuyo que en el fondo todo es lo mismo. Se trata de una especulación que invierte por oposición los principios del lenguaje, pero no cuestiona el lenguaje. Obviar el encuadre, renunciar a puntos de vista, tomar conciencia de la dimensión volumétrica de la imagen no significa reformular una nueva imagen, sino, al contrario, reafirmar las convenciones. De ahí esta oscilación entre la supuesta antirretórica de los inicios de Bustamante y el decorativismo de ahora.

Jean-Marc Bustamante (Toulouse, 1952) es uno de los artistas franceses más importantes de su generación. En 2003 representó a su país en la Bienal de Venecia con una obra que marca el punto de partida de la reflexión en torno a la imagen que hoy propone en Estrany-De la Mota, galería con la que lleva vinvulado ya diez años. En los ochenta formó un activo tándem con Bernard Bazile y ya en los noventa comenzó a exponer en muchos de los grandes centros y galerías del mundo. En enero expondrá en la galería madrileña Helga de Alvear.