Exposiciones

João Onofre. Vanitas contemporáneas

Galería Toni Tàpies

8 marzo, 2007 01:00

Every Gravedigger in Lisbon, 2006

Consell de Cent, 282. Barcelona. Hasta finales de abril. De 3.500 a 12.500 e.

La exposición que presenta João Onofre, tal y como se dispone en la galería Toni Tàpies, es una suerte de itinerario dramatizado. Un itinerario que, como en una obra teatral, se desarrolla a modo de presentación, nudo y desenlace. La interpretación variaría si la muestra se contemplara en otra sala de exposiciones y con otro orden, pues el significado de este tipo de piezas se actualiza en cada espacio expositivo.

Al entrar en la galería lo que primero que encuentra el espectador es una especie de inscripción, "Dive and Lie", realizada con cristales de Swarovsky, que centellea como un anuncio publicitario. Aquí se expresa la idea de la imagen como atracción, como apariencia engañosa de algo maravilloso… Según parece, esta leyenda deriva de un lema de Bruce Nauman, "Live or Die", de cuya combinatoria de letras el artista portugués hace un juego de palabras. Calambur, el de Onofre, que, como el brillo de la tipografía, no es inocente: el "Sumergirse y mentir" del portugués significa una vuelta de tuerca del "Vivir o morir" de Nauman. Y es que la exposición es una reflexión sobre la muerte y la apariencia, sobre las mentiras y la vacuidad de lo visible y la sombra que se esconde tras las imágenes. La idea del proyecto se podría definir como una vanitas barroca, aunque expresada con una sensibilidad contemporánea. Pero, además, se introduce otra reflexión y es la posición que juega el artista en ese juego de muerte, mentiras, brillo y alucinación de la imagen.

La segunda pieza que nos encontramos, al entrar en la sala, se titula Every gravedigger in Lisbon (2006). Consiste en una serie de fotografías de los sepultureros de los cementerios de Lisboa, siete en total. Se trata de unas imágenes elementales: sobre un fondo de papel oscuro, los sepultureros, con indumentaria de calle, posan frontalmente en grupo, en cada uno de los cementerios. Sonríen y llevan gafas de sol, toda una caracterización alegórica. La utilización de los sepultureros como modelos responde a la convicción de la imposibilidad de representar la muerte. ésta es una inquietud, los límites de la representación y la recurrencia a elementos factuales, que sobrevuela toda la obra de João Onofre. La idea de la muerte, sin embargo, es también una constante en el artista. En el 2005, en la misma galería Toni Tàpies, Onofre presentó una obra muy significativa: Sin título (lugares de muerte autorizados en Lisboa). En ella, se señalaban las morgues, los hospitales, los cementerios, los asilos, etc. sobre el plano de la ciudad. De alguna manera, la serie de los sepultureros es la continuidad de esta geografía de la muerte en Lisboa.

Ahora bien, la muerte a la que se refiere João Onofre es la imagen o se expresa en la imagen, esa suerte de inmersión y mentira en la vanitas que se anunciaba al principio del itinerario. La última obra -que es el desenlace- consiste en un vídeo, una entrevista al actor Thomas Dekker. éste aparece en primer plano contestando a las preguntas que le hace la voz en off de João Onofre. Dekker es un icono de la cultura de masas, la pura expresión de la imagen como hipnotismo y centelleo. Este actor protagonizó, a la edad de 6 años, una película de terror, dirigida por John Carpenter y titulada en español El valle de los malditos (1995). Su papel era el de un niño alienígena capaz de escapar a la muerte y de manipular a la humanidad. Posteriormente, Thomas Dekker ha continuado su carrera de actor, al parecer con notable éxito. Conviene señalar que el físico actual del actor posee una apariencia extraña: el de un adulto con cara de niño. En la entrevista con João Onofre, Dekker explica que se inició muy joven en el mundo de la interpretación y que, debido a esto, sus primeros recuerdos consistían en sus películas, en representaciones. Más aún, que confundía la ficción y la realidad. Yo imagino que éste es el punto que interesa a João Onofre, la perversidad entre ficción y realidad, tras la cual asoma la muerte. Aquí radica la dimensión alienígena de la imagen y de ahí también el carácter de vanitas moderna, entre el engaño y lo hipnótico.

Hay otro aspecto importante. Sospecho que el actor Thomas Dekker y el artista João Onofre se acaban confundiendo. En otras palabras, Thomas Dekker es un desdoblamiento del mismo artista. Los dos han tenido un reconocimiento público desde muy jóvenes, el mundo de ambos gira en torno a la representación y las imágenes y ambos forman parte -aunque de muy diversa forma- de la cultura visual moderna. El fantasma de la muerte, que habita tras las imágenes, ha sorprendido también a João Onofre.

En todo caso, también el artista queda atrapado en este laberinto de las apariencias. El vídeo, exhibido en la parte superior de la sala, a la que se accede por unas escaleras, podría entenderse como un autorretrato del artista moderno: el actor principal en este "teatro del mundo". Vanita vanitatis et omnia vanitas...

João Onofre (Lisboa, 1976) es uno de los jóvenes artistas portugueses de mayor proyección internacional. Polifacético desde sus inicios, el eje de su trabajo ha girado en torno al video y la performance. Entre sus referencias están artistas como Sol Levitt o Bruce Nauman. Su espaldarazo definitivo se produjo en 2000 cuando presentó su obra Casting, trabajo que le otorgó notoriedad internacional. Su obra es conocida en España tras sus sucesivas apariciones en ARCO y su exposición en el CGAC. Su trabajo se ha visto en el MoMA o en el P.S.1