Exposiciones

Oldenburg y van Bruggen. En el fantástico mundo de Gulliver

Escultura, tal vez

12 abril, 2007 02:00

Model for The European Desktop, 1989-1990

Comisarias: Ida GIanelli y Marcella Beccaria. Fundación Joan Miró. Parque de Montjuïc. Barcelona. Hasta el 3 de junio

En las historias del arte contemporáneo, Claes Oldenburg (1929) aparece como uno de los patriarcas del pop art, aunque ésta -como todas las atribuciones- sea discutible. Su itinerario no es lineal y sus inicios como artista se vinculan a una estética marginal, del desperdicio y el happening, que algún día merecerían ser estudiados con atención. Pero lo que ahora nos interesa señalar es que Oldenburg acaba por focalizar su trabajo en el objeto de uso diario, lo que sintoniza especialmente con el universo pop. En este sentido, su obra más difundida -allá por los años sesenta- es un tipo de escultura que representa objetos cotidianos -una máquina de escribir, un teléfono, por ejemplo- y que, realizada con materiales mullidos, sorprende por su blandura. Con el paso del tiempo, Oldenburg ha ido derivando hacia el monumento público y, a mediados de los setenta, entra en contacto con Coosje van Bruggen (1942), con la que colaborará a partir de entonces en proyectos de escultura monumental en todo el mundo. Tal es el caso, por ejemplo, de las Cerillas que ambos realizaron para Barcelona en 1992. La exposición Claes Oldenburg, Coosje van Bruggen. Escultura, tal vez traza un recorrido, a través de más de doscientas piezas, por los veinte años de colaboración de esta particular pareja. La muestra presenta obras definitivas de gran formato y, sobre todo, dibujos, maquetas y estudios preparatorios de sus esculturas públicas… En cuanto al discurso, se argumenta que se ha puesto el énfasis en el proceso y en el método de trabajo de los artistas, es decir, en el laboratorio de formas previo a la obra definitiva y que permite la comprensión interna de la misma.

El itinerario de la exposición se inicia con una alusión a El curso del cuchillo, una performance realizada en Venecia en 1985. Se exhiben dibujos preparatorios y elementos originales -algunos de grandes dimensiones- que se utilizaron en aquella intervención. También se presentan las indumentarias con las que Oldenburg y van Bruggen, junto con el arquitecto Frank O. Gehry, interpretaron tres personajes ficción en la mencionada performance. El atrezzo de Gehry, por ejemplo, es una personificación de la Arquitectura. Consiste en un tímpano con columnas y unos pantalones que terminan en forma de escalera. Su vestido está inspirado claramente en los templos de la antigua Grecia. Pues bien, aquí se encuentran algunas de las claves del trabajo de Oldenburg y van Bruggen. Este universo en el que las "cosas" se animan y se personifican es un universo profundamente lúdico, como el de las fábulas infantiles. Es el mundo tal como lo narran los cuentos, es un viaje a Brobdingnag, aquel lejano país visitado por Gulliver en el que los objetos son de una escala mucho mayor que en el nuestro. Estas esculturas se presentan en el espacio de la ciudad como "iluminaciones profanas", en el sentido que puedan tener de aparición o alucinación. Aquí se expresa una idea de sorpresa, de lo maravilloso, de lo fantástico… visto a través de los ojos de un niño. Y precisamente aquí radica toda su fuerza como también su debilidad.

Esto no es todo: en algunas de las series y de los trabajos preparatorios de Oldenburg y van Bruggen existe algo melancólico, aspecto que pasa inadvertido o está ausente en la escultura pública. En la serie de los instrumentos musicales, por citar un ejemplo, éstos parecen cansados, como si hubieran perdido su vitalidad. Son objetos desfallecidos, desinflados… Acaso, esta tristeza sea el reverso de aquella dimensión lúdica que apuntaba al principio. Podría interpretarse como una vanitas moderna, donde los objetos comienzan a mostrar señales de su descomposición, de su fatiga. También podría tratarse de una especie de "melancolía de los objetos", nostalgia de una vida que en un tiempo tuvieron, animados por la fábula.

Oldenburg y van Bruggen realizan proyectos monumentales que multiplican la escala de objetos cotidianos. Cuanto más simples y elementales sean estos objetos, cuanto más mimetizados estén con el espacio circundante, mayor será su impacto y contundencia. El secreto está en la utilización de un recurso tradicional en el arte: el cambio de proporción y de escala. Un recurso que, a pesar de conocido, nadie sabe explicar el porqué de su efectividad.

Casualmente, como hablaba hace algunos días en estas mismas páginas, se exhibe ahora mismo en Barcelona un trabajo, Sobrecrecimiento (Cortado) de otra artista, Ceal Floyer, que pretende ser una ironía del principio de la escala en la representación. También se podría hacer la lectura contraria: Oldenburg/van Bruggen como una perversión de Ceal Floyer.