Image: China. El arte  que llega

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Exposiciones

China. El arte que llega

The Real Thing: arte contemporáneo de China

28 febrero, 2008 01:00

Liu Zheng: Las cuatro beldades, 2004

Hasta el 27 de abril

No hay ninguna duda: críticos, galeristas, comisarios, coleccionistas e incluso artistas, miran hacia China. El mercado chino vive un momento de esplendor del que se hacen eco instituciones occidentales de la más diversa índole. El mundo de las subastas recauda ya más con artistas chinos que con algunos clásicos y los nombres más conocidos ya empiezan a sonarnos. Pero para la gran mayoría, China y su arte contemporáneo aún está lejos. Estos días coinciden algunas interesantes revisiones de lo que allí se realiza: Rojo aparte. Arte chino de la colección Sigg en la Fundación Miró de Barcelona y The Real Thing: arte contemporáneo de China en el IVAM valenciano. Jaume Vidal Oliveras ha pasado por ambas sedes y nos acerca aquí lo mejor de los artistas chinos del momento.

Coinciden tres grandes exposiciones que representan tres aproximaciones muy diferentes al arte chino contemporáneo. La primera en inaugurarse fue una de fotografía, Zhù Yì ("Atención"), que, presentada en Artium, ahora puede verse en el Palau de la Virreina de Barcelona y de la que ya se habló en estas mismas páginas. A principios de febrero se abrió en el IVAM de Valencia la muestra The Real Thing (aunque el título expresa un juego de palabras, literalmente se traduce como "lo auténtico"). Y, finalmente, acaba de presentarse Rojo aparte, en la Fundación Joan Miró de Barcelona. Al margen de estas propuestas institucionales, se han de considerar también algunas galerías privadas especializadas en arte chino contemporáneo, como el Espace Cultural Ample de Barcelona, que exhibe en estos momentos a los fotógrafos Cang Xin y Li Wei, presentes en la muestra de la Zhù Yì, o la galería Dolores de Sierra de Madrid con una muestra de Xia Xiaowan.

No deja de ser sintomática esta eclosión, tan de repente, del arte chino contemporáneo. En ello concurren muchos y variados aspectos. El exotismo (o, si se quiere, la atracción por lo Otro), las expectativas que inspira este gran país ante los cambios sociales y políticos en curso, el arte como moneda de cambio en las transacciones comerciales con los países occidentales… Igualmente el mercado: la necesidad de ampliar el mercado del arte por una razón de supervivencia. Se ha dicho que China ha suplantado a Francia en el tercer puesto del ranking mundial del mercado arte y que el arte contemporáneo chino se ha revalorizado hasta un 400%. Lo que sorprende es que este proceso se haya realizado de una manera tan rápida. Pero hay algo más: a pesar del interés que ha suscitado, por ejemplo, el arte árabe, éste no ha tenido una proyección equiparable. Siempre se podrá aludir que las condiciones sociales y económicas no son las mismas, pero está claro que el arte está y ha estado siempre vinculado al poder. El expresionismo abstracto americano se impuso tras la Segunda Guerra, entre otras cosas porque Estados Unidos fue el país vencedor. La presencia del arte chino en bienales, museos y galerías hace intuir la potencia que se avecina…

Las exposiciones que nos proponemos comentar, Rojo aparte y The Real Thing, expresan posiciones divergentes. La primera es una versión reducida y desdramatizada de la exposición Mahjong, itinerante por diferentes museos europeos. Se trata de una selección de la colección privada más importante de arte contemporáneo chino, la de Uli Sigg. Diplomático y empresario suizo, vicepresidente de la primera empresa mixta entre occidente y el país oriental, empezó a interesarse por el arte contemporáneo chino cuando estaba completamente descuidado e ignorado, como una manera de comprender el país. él mismo señala que su colección no sigue unos gustos personales sino que busca -en sustitución de las instituciones- reflejar la realidad artística de China. Y aunque las adquisiciones se iniciaron a principios de los noventa, la colección Sigg abarca un arco temporal que se sitúa entre los años ochenta y el presente.

Y, sin embargo, ¿son verosímiles las declaraciones de Sigg? Se trate o no de su gusto personal, la pretensión de realizar una colección institucional, de articular una narración o historia que explique la creación contemporánea china expresa el punto de vista de un hombre occidental. La búsqueda de lo original, de lo auténtico, o simplemente la "esencia", refleja la mirada del extranjero que se dirige a lo Diferente. La selección es reveladora: en ella hay una búsqueda, aunque sea inconsciente, de unos referentes propiamente chinos y que muchas veces no son sino la confirmación de ciertos estereotipos occidentales de la "chinitud". Ya sea el realismo socialista, ya la tradición milenaria de la cultura china, en muchas de las obras hay una suerte de diálogo con la historia, que en las piezas contemporáneas se traduce en forma de cita o ironía. Acaso se hubiera podido escoger otra pieza más significativa para ilustrar este texto, pero la serie de Liu Zheng, Las cuatro estaciones, viene al caso porque se trata de una relectura de un episodio -entre la leyenda y la literatura- de la historia milenaria china.

Puede que algunos artistas coincidan en una y otra exposición, pero la propuesta de The Real Thing es completamente opuesta. Versión reducida de la exposición organizada por la Tate de Liverpool, a grandes rasgos se trata de una selección de piezas -algunas de ellas realizadas por encargo- de carácter conceptual, realizadas a partir de 2000, esto es, arte emergente. Entre las obras que me han interesado citaría el vídeo de Cao Fei De quién es la utopía. Qué haces aquí o la dramática instalación de Yang Fudong Al este de la aldea Que. Ahora bien, lo que interesa señalar es que, aparte de reunir piezas notables, la exposición se sitúa al margen de cualquier noción de "esencia" y -tal vez- de un argumento o nexo entre las obras. Y es que, según sus comisarios -como ha declarado el mismo Simon Groom-, no existe, entre los artistas jóvenes, una preocupación por lo chino en cuanto "esencia". él cita precisamente al coleccionista Uli Sigg, el cual hizo una encuesta entre sus artistas en la que les formulaba la siguiente pregunta: "Chinitud: ¿existe tal cosa?". La respuesta del artista Xul Zhen (que presenta en Valencia la obra 8.848 menos 1,86, la medida del Everest menos el trozo que el mismo cortó) es simétrica, imposible de contestar: "¿Cómo ser ‘suizo’ afecta a Sigg en sus prácticas de coleccionista?". En este sentido, la exposición de The Real Thing se desvincula de las narrativas tradicionales y de la búsqueda de referentes -como es la de Sigg-. Por supuesto que refleja una realidad china, porque son chinos los protagonistas, pero en el fondo las problemáticas que plantean las obras son otras: básicamente, se trata de cuestiones relacionadas con la percepción, el universo conceptual… éste es el verdadero argumento de la muestra, y por esta misma razón, las obras que se presentan son indiferentes a la tradición o el territorio. Es la aldea global. Y sin embargo también expresan -ni más ni menos que Sigg- el punto de vista occidental, o mejor dicho, el imperialismo y aculturación occidental. La problemática de Sigg, la de las esencias, es romántica. La de The Real Thing es un planteamiento más actual: implica la globalización, la uniformización de los lenguajes y los procesos del arte. éste, me temo, es el arte que viene…