Image: Schiess, colores que flotan

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Exposiciones

Schiess, colores que flotan

Adrian Schiess

13 marzo, 2008 01:00

'Malerei', 2007

Galería Distrito Cu4tro. Bárbara de Braganza, 2. Madrid. Hasta el 10 de abril. De 12.760 a 29.000 E.

Las exposiciones de las flat paintings (pinturas planas, "llanas", horizontales al suelo) de Adrian Schiess no se conciben como salas o gabinetes de cuadros, sino como un espacio de relación y comunicación entre las obras (dispuestas directamente sobre las solerías o apoyadas entre el suelo y la pared), el ámbito arquitectónico que las acoge y el público visitante. Así ocurre con esta muestra de sus trabajos más recientes en el madrileño Distrito Cu4tro, exposición que está pensada como una escena o conjunto espacial, y que atiende a una estrategia de mediación.

La mayor parte de estas pinturas son grandes paneles de aluminio o de contrachapado pintados con esmaltes monocromos de tonos muy vivos o con impresiones digitales -de base fotográfica- laqueadas. El acabado de sus superficies es brillante, impoluto, con la intención de que reflejen con precisión las alteraciones de la luz, el colorido del entorno y las imágenes fugaces de sus contempladores. De esa manera la monocromía de estas pinturas, así como su carácter abstracto o de no-representación resultan ser sólo relativos y cambiantes. Al mismo tiempo Schiess mantiene el criterio de que cada una de estas planchas u "objetos" funciona como fragmento de un conjunto plástico de grandiosas y abiertas dimensiones, como la tesela de un mosaico que nunca se acaba de completar, o como un píxel de una composición digital "en proceso".

A pesar de su carácter objetual y de presentarse en formato de instalación, estas planchas de espíritu experimental y de sensibilidad tan particular su autor las considera "pintura", obras que actúan cuestionando el medio y los aspectos sensoriales de lo pictórico. A ese respecto Schiess las vincula con determinadas propuestas del discurso de la modernidad, desde el impresionismo al minimal, y desde la pintura de acción al arte conceptual. Así, sus piezas basadas en motivos vegetales mantienen el mismo propósito de constituirse en "abrazo sensual de colores" que se proponía Monet en su serie de Nymphéas, al tiempo que sus composiciones tachistas vibran con el mismo sentido de crecimiento expansivo que provoca la energía gestual de los drippings de Pollock. Igualmente el cambio constante o "actividad sobre la superficie" que Schiess postula para el conjunto de estas pinturas conecta con el movimiento "composicional" del que están dotados los móviles de Calder y las máquinas de luz de Moholy-Nagy. En lo que respecta a afrontar sus trabajos a caballo de la pintura y de la escultura, Schiess declara un interés especial por las propuestas de Donald Judd, por dos motivos: por estar dispuestas exactamente "entre" los dominios del color bidimensional y del espacio tridimensional, y por la calidad física tan específica de su colorido, que es industrial y se aplica con técnicas mecánicas. Por otra parte, Schiess vincula la ambigöedad y contradicción de sus series pictórico-fotográficas, en las que viene trabajando desde comienzos de la década de 1980, con los propósitos de Gerhard Richter en su recurso particular a los efectos fotográficos, en especial al difuminado del detalle. Confiesa que de estos trabajos suyos con la fotografía lo que más le importa actualmente es "la gran cantidad de reflections ("reflejos" y "reflexiones") que implican: sobre lugar, transparencia, densidad, naturaleza y arte, realidad y representación, efectos sensoriales, imagen, pintura, figura (incluido el autorretrato), color, luz, espacialidad, temporalidad, futilidad, y posibilidad e imposibilidad de pintar".

En todo caso, la reafirmación fundamental de estas obras se efectúa sobre los dominios del color; o mejor, de los colores (en plural), que aquí son siempre colores muy elegidos: "Los elijo movido por mi deseo, o por ser ellos excesivos, y porque constituyen de por sí una cosa, una realidad, una materia y un reflejo entre lo interior y lo que los rodea". Así, sus exposiciones resultan ser un proyecto pictórico de colores instalados atendiendo a un sitio específico, por encima de cualquier cuestión formal. Son, pues, colores que construyen el espacio en el que flotan, articulándose en un discurso plástico como unidades de sistema -"elementos del vocabulario", que diría Barthes-, y al mismo tiempo como secuencia estructural.

Adrian Schiess (Zúrich, 1959) dio a conocer sus pinturas planas en la Bienal de Venecia de 1990 (representó a Suiza) y la Documenta IX (1992). Estudió diseño gráfico en la Escuela de Bellas Artes de Zúrich y su obra se ha podido ver en exposiciones individuales y colectivas de centros tan prestigiosos como el ARC Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris, la Kunsthalle de Zúrich, la Renaissance Society de Chicago, Villa Arson de Niza, el Museo Serralves de Oporto o el Indianápolis Museum of Art.