Joaquim Chancho
Pinturas 2005-2006
17 abril, 2008 02:00J. Chamcho: 'Pintura 862', 2006
Como sustratos de ese inmenso yacimiento de cartografías esenciales que podría ser la pintura. Como páginas de una infinita biblioteca de enigmas. Como inventarios de un pensamiento modulado por la observación y la intuición. Duales y misteriosas en su rigor esencial. Luminosas, sensuales y siempre un tanto herméticas, las pinturas de Joaquim Chancho (Riudoms, Tarragona, 1943) poseen sin embargo esa vocación comunicativa que apela el alma humana y la conecta con aspectos inéditos que dan sentido a su saber y su sentir. Así, una simple forma zigzagueante como la que ahora ocupa las densas superficies donde terminan sus últimas obras puede ser no sólo una nueva prolongación de esa línea en la que lleva ensimismado el artista desde el alba de su quehacer, sino el rayo que atraviesa siglos de pintura, desde el destello que se perdió en aquel cielo hecho tempestad por Giorgione hasta la geometría radical con la que los pintores dibujan la complejidad. Dibujada por vaciado de los pigmentos que han ido diluyendo todos los gestos, grafismos y escrituras antes depositados en el lienzo, esa línea es el latido silencioso de las formas humanas, el tembloroso perfil de mil espacios habitados. Pintura cuya lenta elaboración contrasta con los ritmos agitados que interrumpen la innata quietud del campo de color, los trazos que cruzan las pinturas de este último Chancho dan fe de una vitalidad creativa que viene manteniéndose firme, más allá de cualquier devaneo o exploración extemporánea. La pintura de Chancho, unánimemente respetada como una sustancial aportación al ámbito de la abstracción, puede ser un vehículo para la inspiración, un deleite para la contemplación y un elogio a ese mundo táctil y sensible paradigmáticamente representado por la pintura. Pero sobre todo es un profundo y meditado ejercicio de creación.