Image: Jan Van Eyck, la distinción del gris

Image: Jan Van Eyck, la distinción del gris

Exposiciones

Jan Van Eyck, la distinción del gris

Grisallas

20 noviembre, 2009 01:00

Hans Memling: La Anunciación, H. 1467-70

Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado, 8. MADRID. Hasta el 31 de enero.


En la "era de la imagen devocional" (Hans Belting) los ejercicios místicos solían iniciarse con la contemplación de una imagen, por lo que la adquisición de imágenes era casi preceptiva tanto para los humildes, que recurrían a la estampa, como para los poderosos, que las encargaban a los mejores artistas. Las pequeñas tablas o retablos cerrados por puertas y los libros de horas corresponden a este medio espiritual, pero son también expresión del lujo y el refinamiento de las cortes europeas del siglo XV. Till-Holger Borchert, conservador jefe del Groeningemuseum de Brujas, ha organizado para el Thyssen una muestra de la serie Contextos en torno a la Anunciación de Jan Van Eyck. Es una pequeña exposición muy interesante que debemos calificar no obstante de modesta: el catálogo, con numerosas ilustraciones de otras brillantes grisallas de la época, pone en evidencia a la muestra. Es cierto que muchas de esas pinturas ausentes forman parte de altares que están en iglesias o son demasiado delicados para moverse, pero los nueve libros iluminados, las tres esculturitas, los dos dibujos (uno de ellos es la valiosa Santa Bárbara de Van Eyck) y la mitra figurada saben a poco y no hacen justicia al extraordinario díptico del Thyssen, que se mide con el pintado con el mismo tema por Hans Memling. La ubicación de las obras en el descansillo de la escalera y en incómodas vitrinas no contribuye a su consideración.

Sin embargo, merece la pena visitarla para conocer un poco mejor este arte al tiempo cortesano y místico del que Van Eyck fue paradigma. Es posible detectar múltiples referencias cruzadas entre las obras, temáticas, estilísticas e históricas. La presencia de los libros se justifica no sólo por contener estos ejemplos de grisalla o semigrisalla sino como objetos indispensables en esa religión privada que recomendaba la lectura de textos sagrados o edificantes, y por haber practicado Van Eyck la iluminación de manuscritos al inicio de su carrera. Las estatuillas son igualmente parte del atrezzo devocional y uno de los modelos para la representación de figuras privadas de color. En otro orden de relaciones, el salterio iluminado por Jean Le Noir fue realizado para la duquesa de Normandía, matriarca de la familia de mecenas a la que perteneció Felipe el Bueno, para quien Van Eyck trabajó como pintor de corte, ayuda de cámara y embajador. Este mismo príncipe fue el propietario del Libro de Horas con miniaturas de Jean Le Tavernier, y nombró chambelán a Felipe de Croÿ, para quien se hizo el Soliloquia de San Agustín con imágenes de Dreux Jean; a De Croÿ le había precedido en el cargo el canciller Nicolas Rolin -retratado por Van Eyck junto a la Virgen en la impresionante tabla-, padre del comitente del Libro de Horas con grisallas de Simon Marmion. Este entramado nobiliario y político demuestra que la (casi) renuncia al color no era un signo de austeridad sino un manierismo artístico valorado por los conocedores. En este sentido, el díptico de Van Eyck, seguramente el mejor pintor de su tiempo, destaca sobre todas las obras. Se cumple aún hoy su intención de provocar admiración, y las sutilezas en la representación -texturas, sombras y reflejos- nos sitúan en un lugar incierto entre la pintura, la escultura y la realidad.