Image: Juego de artista

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Exposiciones

Juego de artista

Cosmética dogmática

24 diciembre, 2009 01:00

Ferrán García Sevilla: Tecla 9, 1998

Comisario: Luis Gordillo. Caixaforum. Marqués de Comillas, 6-8. Barcelona. Hasta el 11 de abril.


¿Qué ocurre cuando un artista hace de comisario? Aunque, hoy en día, es habitual que los creadores se impliquen en los proyectos curatoriales, en este caso se trata de algo distinto. Porque lo que se demanda aquí al artista -un pintor, por lo demás, de reconocido prestigio- es que despliegue su propio universo personal o, mejor, que realice una obra más, aunque ésta posea el formato de una exposición. ésta nos parece que es la idea implícita en el ciclo titulado "La mirada del artista", por el que la Fundación "la Caixa" da a conocer sus fondos de arte contemporáneo, que abarcan los últimos treinta años de producción artística, tanto nacional como internacional. Juan Uslé, Soledad Sevilla y ahora Luis Gordillo han hecho sus particulares lecturas de la colección. Su contribución consiste en aportar una sensibilidad nueva, que no posee los prejuicios ni las convenciones de los profesionales al uso. Precisamente porque su mirada es cómplice y, al mismo tiempo, externa, el artista se permite -y se le permite- un comportamiento desinhibido, una frescura y una libertad que en un comisario o un crítico sería polémica. Y, sobre todo, porque en su mirada de artista hay un gesto de creación.

Pero si la exposición es una creación, ¿de qué creación se trata? De las ochocientas piezas que componen la colección, Gordillo ha seleccionado un centenar y ha organizado el itinerario en pequeños ámbitos o núcleos de sentido que fragmentan el espacio expositivo en multitud de ambientes. Prácticamente en cada ambiente el pintor ha buscado crear un diálogo o una confrontación entre las diferentes piezas en virtud de su complementariedad, sintonía u oposición. Enfrentar obras de naturaleza diferente cara a cara implica deslizar significados de una a otra para ampliar sus campos semánticos. Así, en uno de los casos más evidentes, Gordillo pone en relación las esculturas de Oteiza y las fotografías de Hiroshi Sugimoto. De este encuentro surge una chispa que ilumina las obras con nuevos sentidos: la metafísica del fotógrafo enriquece la propuesta de Oteiza, y viceversa, la geometría de Oteiza construye los horizontes sin límite de Sugimoto.

En la selección de Gordillo hay además guiños y referencias biográficas, como la mención a la generación informalista, que constituye su punto de arranque como artista, o a los pintores que surgieron a finales de los 70, que de algún modo son sus hijos. Existen también punzadas irónicas diseminadas aquí y allá: véase, por ejemplo, la particular disposición, en términos de acumulación, de los escultores Sergi Aguilar, Susana Solano o Txomin Badiola… La selección expresa, también, la voluntad del artista-comisario de estar al día, mediante la incorporación de artistas como Matt Mullican, Runa Islam, R. Rhode, Sofia Jack, Cheryl Donegan…

Falta por saber si existe algún argumento en la propuesta de Gordillo. Pero tal vez el argumento de la exposición sea precisamente su ausencia. La labor del artista ha consistido en casar, de modo diverso, fragmentos; fragmentos de un relato imposible, porque el tiempo de las grandes narrativas ya ha pasado y las lecturas de síntesis no son creíbles. La imagen que me sugiere la muestra es la de un archipiélago en un océano inmenso o la de un puzle de mil piezas en el que, con todo, se han encajado algunas partes. Sobrevuela en esta muestra la idea de juego: el juego como procedimiento para hilvanar fragmentos. El mismo título, Cosméticas dogmáticas, como se desprende de las declaraciones de Gordillo, es una especie de divertimento. Y es que la exposición es un juego, un juego de asociaciones y relaciones que se puede descomponer y recomponer en un ciclo interminable.