Image: Rafael Lozano-Hemmer, la máquina o la vida

Image: Rafael Lozano-Hemmer, la máquina o la vida

Exposiciones

Rafael Lozano-Hemmer, la máquina o la vida

Vigilancias materializadas

21 mayo, 2010 02:00

Flujo de referencias, 2009

Galería Max Estrella. Santo Tomé, 6. Madrid. Hasta el 24 de julio. De 6.600 a 230.000 euros.


A pesar de que ha participado en alguna muestra colectiva y de que hemos visto contadas obras suyas en alguna feria o bienal española, ésta es la primera exposición individual de Rafael Lozano-Hemmer (Ciudad de México, 1967) en España. En 2002, cuando se inauguró el Artium en Vitoria, los cielos nocturnos de la ciudad fueron atravesados por los potentes haces de luz de Elevación vectorial, proyecto interactivo diseñado en principio para celebrar la llegada del año 2000 en México y que permitía a los internautas crear sus propias esculturas lumínicas. El proyecto se adaptó en años sucesivos a Vitoria, Lyon y Dublín, y sólo en México tuvo 800.000 participantes. En aquella obra encontrábamos ya algunas de las características del trabajo de este artista, que ha conseguido el aplauso del público y de la crítica, y que ha hecho de la experiencia artístico-tecnológica algo humano.

Papel activo del espectador
Frente a otros creadores con base electrónica, que sitúan al espectador en relación con algún tipo de máquina o dispositivo, Lozano-Hemmer busca la interrelación entre los espectadores a través de la obra. Ésta propicia frecuentemente la acumulación de mensajes, de gestos, de palabras. En sus obras recientes abundan los dispositivos de tracking computerizado, que detectan de diferentes maneras la presencia humana, siguen los movimientos que realiza, capturan siluetas, registran signos vitales... Algunas de las obras incluidas en esta muestra pertenecen a esta tipología y, en conjunto, se refieren a los sistemas de control y vigilancia de los que no podemos escapar en nuestra vida cotidiana.

Lozano-Hemmer propugna en ciertas piezas la rebelión contra ellos o, al menos, utiliza sus instrumentos de maneras subversivas. En la puerta de la galería encontramos un monitor de videocámara de vigilancia que en realidad reproduce grabaciones efectuadas por el artista desde el punto de vista de algunas cámaras reales ubicadas en Ciudad de México. En ellas vemos a varios viandantes que suben una escalera hasta alcanzar las cámaras y las desconectan. Es Basado en hechos reales, la pieza expuesta más antigua, de 2005, y se opone por la rotundidad de la negación al "juego" que el resto de sensores y cámaras establecen con el espectador. La más sencilla de ellas es, en mi opinión, la que más eficazmente conecta con nosotros. Es un pequeño monitor a cuyo alrededor hemos de girar -y marea bastante- para leer una frase del prefacio a Altazor, de Vicente Huidobro: "Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte". A Lozano-Hemmer parece interesarle la orientación. Y la desorientación. La instalación Flujo de referencia, que se expuso ya en 2009 en la galería Haunch of Venison de Nueva York, expulsa insistentemente al visitante con letreros que marcan Exit y le miran siempre de frente sin encaminarle realmente a la salida de la sala.

El tinte sutilmente humorístico que pueda tener esta obra se hace más lúdico en Compañía de los colores, concebida para el 50 aniversario del Museo Guggenheim de Nueva York: es una de esas ya habituales "obras-espejo" que graban al espectador que se sitúa ante ellas y utilizan los datos visuales registrados para generar algún tipo de efecto o modificación en el "circuito cerrado". Aquí, la imagen se "pixela" en rectángulos de color de sugerentes nombres al estilo del Pantone -recuerda de hecho a las Pictures of color de Vik Muniz, con las que recreaba célebres obras pictóricas mediante rectángulos de esta clasificación cromática- y de cuando en cuando la pantalla se divide mostrándonos según las paletas de colores que se han ido sucediendo en la evolución de los monitores de ordenador y de videojuegos.

Humana tecnología
La obra más emocionante es, sin embargo, Índice de corazonadas, que continúa una ya extensa serie de obras suyas sobre los latidos del corazón. Sin ser, dentro de ese conjunto, de las mejores desde el punto de vista estético sí resulta la más cercana a lo corporal, incidiendo en esa "humanización" de lo tecnológico a la que hacía antes referencia. Se pide al espectador que introduzca un dedo en la oquedad de un pequeño cilindro que inmediatamente graba su huella dactilar y mide su ritmo cardíaco. En la pantalla aparece la huella con un pulso lumínico a la velocidad correspondiente. El siguiente visitante hará lo mismo y sumará su huella a la composición, con capacidad de recoger las de 733 personas. Cuando realizó la primera pieza de la serie, Pulse Room, ideada en 2006 para Puebla (México) y expuesta en 2007 en el Pabellón de México en la Bienal de Venecia y en LABoral Centro de Arte en Gijón, utilizó bombillas intermitentes para representar a cada uno de los participantes. En esta ocasión, la representación es más literal y se transforma en "identificación" al "retratarnos" a través de nuestras huellas dactilares, utilizadas como herramienta de control de los individuos.

De nuevo, Lozano-Hemmer introduce lo creativo-subversivo dentro de lo tecnológico-policial, en este caso como índice de vida y como actividad libre del espectador, que se adhiere voluntariamente a una especie de organismo compuesto en el que se produce una comunicación "cordial".

Los espacios de la tecnología según Lozano-Hemmer

-En su trabajo se advierte una idea paradójica sobre las herramientas tecnológicas. ¿Está la tecnología al servicio del hombre o es al revés?

-Son inseparables. Trabajar con la tecnología no es opuesto al hombre pero tampoco intrínseco a él. Como dijo McLuhan, es nuestra segunda piel, algo inevitable.

-Su obra está concebida para tener una interacción con el espectador. ¿Está el arte renunciando al espacio público?

-No, el arte intenta recuperar la posibilidad de que el público sea un espectador activo, una parte integral de la obra.

-Háblenos de su nuevo gran proyecto público en Melbourne.

-Será una maqueta un millón de veces más pequeña que el sol y de 14 metros de diámetro, con simulaciones de la actividad en la superficie solar y que estamos trabajando con la NASA.