La fotografía hoy
Entretiempos. Instantes, intervalos, duraciones.
11 junio, 2010 02:00Michael Wesely: Postdamer Platz, Berlín, 1997-1998
En búsqueda del espectador pensativo, proclive a una experiencia atenta y reflexiva de la imagen, Entretiempos retuerce la captura del instante como la solución aportada por la fotografía a la historia de la visualidad, hasta convertirla en problema de la mirada fotográfica actual: ésa que ha liberado a la propia fotografía de su definición para diseminarse en variadas indagaciones en vídeo y cine. Por tanto, la exposición desgrana algunos de los problemas derivados de la reflexión acerca de la imposibilidad y alternativas para captar el momento decisivo. Pero al tiempo, vale como test del estado de lo que Sérgio Mah denomina "fotología". Sin querer, aborda el academicismo sobre su propia tradición, o el envejecimiento como disciplina. Y con intención, su apertura hacia nuevos dispositivos y narrativas, o intersticios de lo fotográfico, en el régimen de la representación. A fin de subrayar que así entendido, lo fotográfico "posee un inmenso potencial, porque nos sitúa en el umbral de una nueva organización del conocimiento y frente al alcance de una obra de la imaginación".Por eso, esta exposición -confeccionada con obra de diecisiete artistas y con mayoría de trabajos de producción reciente-, pivota en torno a tres maestros: los canadienses Jeff Wall (Vancouver,1946), como el fotógrafo constructor de falsas espontáneas, y el cineasta Michael Snow (Toronto, 1929), aquí con un precioso filme: Solar Breath, (Aliento Solar, 2003), junto al japonés Hiroshi Sugimoto (Tokio, 1948), cuyas prolongadas exposiciones sobre pantallas de proyección (serie Autocines, 1993) -hasta dejarlas totalmente en blanco- expresan una elocuente paradoja sobre las delimitaciones que establecemos convencionalmente entre cine y fotografía.
El recorrido alterna im/posibilidades de representación del "momento detenido" desde una perspectiva performativa: de Mabel Palacín (Barcelona, 1965) y Paul Pfeiffer (Honolulu, 1966), ambos interesados desde muy distintas perspectivas en el modelo del héroe; del austriaco Erwin Wurm (1954) -aquí, con la divertida por absurda serie One Minute Sculptures (1997-1998)-, con un talante irónico próximo a la británica Ceal Floyer (1968); y del mexicano Iñaki Bonillas (1981) que, con su serie de dípticos Ya no, todavía no, pone en entredicho la discriminación perceptiva entre día y noche, acentuando el fluir en la naturaleza. Mientras la duración, durée de Bergson, queda bien representada por el reciente trabajo Day for Night (Día por noche, 2009), de Tacita Dean en el estudio de Giorgio Morandi, el pintor que nos enseñó el valor visual de la repetición y la detención atemporal. Pero entre todos, destaca The American Room (2010) del belga David Claerbout (1969), vídeo generado por tratamiento digital de fotografías que, como a los protagonistas de la acción, casi nos hace contener el aliento. Con esta obra, Claerbot no sólo se declara digno sucesor de Vermeer y perspicaz analista de la naturaleza humana y la hipocresía en el comportamiento social: ¡roza la representación de la sinestesia!
Hay otro conjunto de trabajos relacionados con la idea de momento en la historia, su descomposición, su adicción acumulativa y la in/capacidad de rememoración. Es interesante por didáctica la aportación de Ignasi Aballí (Barcelona, 1958). Sobresaliente la serie Postdamer Platz de Michael Wesley (Munich, 1963), quien ha registrado con una toma fija durante dos años los cambios inmobiliarios pero también atmosféricos en el corazón de la ciudad. Y pulcro y con valores pictóricos el "reportaje" de Daniel Blaufuks (Lisboa, 1963) de interiores en Terezín, ciudad fortificada a una hora de Praga considerada "gueto modelo" por los nazis al albergar intelectuales.
Es una lástima que el pulso del recorrido decaiga al final, con trabajos melancólicos, oscuros y poco atractivos. Como en The Russian Ending, (El final ruso, 2001) de Tácita Dean -cuyo título alude a una convención en los inicios del cine danés, cuando se rodaban dos versiones de cada película: una con final feliz, para el público estadounidense, y otra con final dramático, destinado a los espectadores rusos-, parece decantarse hacia el final triste. Un cierre que no hace justicia a la contribución de Sergio Mah como director artístico de PhotoEspaña durante el último trienio. Con Lugar (2008), Lo Cotidiano (2009) y esta Entretiempos se cierra un ciclo en el que la comprensión de lo fotográfico se ha extendido en el Festival ganando en profundidad.