Shadow Production Still # 1 (Girl), 2010

Galería Helga de Alvear. Doctor Fourquet, 12. Madrid. Hasta el 7 de mayo. De 1.437 a 43.095 euros.

La melancolía vuelve a ser un síntoma de nuestro tiempo. Hay quien, como Judith Butler, hoy reconoce su talante melancólico cuando hace pensamiento político, desenmascarando el lenguaje del poder sobre los sujetos marginados y vulnerables. Y quienes se instalan en ese imaginario melancólico como un faro desde el que proyectar imágenes de la extraña belleza en esta vida fugaz, como Slater Bradley (San Francisco, 1975).



Desde hace una década, su trayectoria podría encuadrarse en la teoría de la primera Butler sobre el sujeto, los condicionantes de los patrones y sus posibilidades performativas, que sigue fascinando a muchos artistas jóvenes, abducidos por desentrañar la identidad de su propia generación. Pero mientras tantos otros centran su obra en la deconstrucción crítica de gestos y actitudes de héroes juveniles, músicos e iconos de la cultura visual, Slater Bradley funda todo su trabajo en el memento mori, recuerda que morirás, en una suerte de suspensión ante la interrogación por un futuro que ya está descontado: porque hoy ya nadie se hace cargo del porvenir de quienes nos seguirán.



De hecho, todos sus héroes han muerto jóvenes: Kurt Cobain, Ian Curtis, Michael Jackson… Como si volver a encarnar a estos suicidados sirviera de talismán para recobrar el sentido de la vida, a través de una narración melancólica y por ello, impregnada de belleza. Interpretados por Benjamin Brock, que actúa como doble del propio Bradley, dieron lugar a una trilogía bajo la noción del doppelgänger: término que utilizó por primera vez el romántico Jean Paul para referirse a la imagen fantasmagórica de "el que camina al lado", es decir, nuestro yo oscuro; e, incluso, augurio de muerte, como apuntó Strindberg haciéndose eco de leyendas nórdicas: "el que ve a su doble es que va a morir".



Shadow, el vídeo de trece minutos que es la pieza central en esta exposición, comienza y termina con un hombre que camina y se desdobla en la noche y en el desierto onírico de Utah. La narración podría ser el preámbulo de la película Dark Blood, que quedó inacabada por la muerte de River Phoenix durante el rodaje. El protagonista, a medio camino entre el joven Phoenix de Indiana Jones y, por momentos, un Joseph Beuys trasladado al territorio del western, se lamenta de la pérdida de su mujer, a causa de la radiación. El doppelgänger en este mundo poshumano, tras el estallido nuclear, recorre un motel, una casa destrozada y una vieja caravana: escenarios del perdedor. Creo que el momento pregnante de esta fábula de la vulnerabilidad es cuando vemos caminar solos al hombre, un perro y una niña, a la que abandona con una pequeña máquina de música que toca stranges in the night, banda utilizada por Bradley en el vídeo fantástico Dark nigth of the Soul, que pudo verse en su anterior muestra en esta galería.



Para este homenaje a River Phoenix, de quien incluso el dopplegänger canta una canción de su autoría, Bradley ha contado con Ed Lachman director de fotografía en películas de Godard, Wenders, Bertolucci, Herzog, Sofia Coppola, Steven Soderbergh y Todd Haynes.