Fernando Sinaga
"El problema del arte español es su negativa a psicoanalizarse"
25 junio, 2011 02:00Retrato de Fernando Sinaga, Santa Mónica, Los Ángeles (CA), EEUU, 1990
Hoy inaugura la retrospectiva Ideas K en el MUSAC en León
Pregunta.- ¿Se sientes parte de una generación? ¿Eso de "escultores españoles de los 80" es más una etiqueta que un sentimiento?
Respuesta.- Los 80 fueron la consecuencia de una transformación social, política y artística de enorme importancia para todos. En esos años, se apostó institucionalmente por la pintura más que por la escultura, era la época de la transvanguardia y de los jóvenes salvajes de la pintura alemana. Momentos conservadores en general, pues ese retorno al orden de la pintura figurativa venía a negar las avanzadas propuestas de los años 60. Nuestras referencias estaban en otro lugar, no existía un programa común, ni existía un grupo, a excepción de los vascos. Éramos en general artistas abstractos, salvo tres o cuatro excepciones y, desde luego, no compartíamos los mismos objetivos como se ha podido ir viendo en nuestro trabajo en los años 90 y en la década posterior.
P.- ¿Cuál crees que sería el lugar de Fernando Sinaga en la historia reciente del arte español?
R.- Esta es una pregunta a la que no puedo dar una respuesta. En primer lugar, no existe todavía un mapa ni un trazado de la historia reciente del arte español, pues son muchos los artistas que no han expuesto su obra de forma retrospectiva. Es una época poco estudiada y bastante mal investigada en general, abandonada a su suerte. El principal problema del arte español es la negativa de este país a hacerse el psicoanálisis y a ser autocríticos. Tan solo encontramos estereotipos expositivos del arte español y tópicos inertes sin contrastar. Recordaré que Nacho Criado ha muerto sin una retrospectiva en Madrid acorde a la importancia de su trabajo. Este sólo ejemplo valdría para demostrar, el retraso y el abandono en el que se encuentra el arte español.
P.- ¿Cómo valorarías la escultura hoy? ¿Se mueve el arte por la moda?
R.- El momento actual es excepcional. Nunca antes habíamos tenido los medios de investigación y las posibilidades de las que hoy disponemos. Además, tenemos información de todo lo que ocurre en el mundo. El mundo es otro, se ha globalizado y, por tanto, surgen nuevas formas de relación. La moda no me inquieta en absoluto, es algo que está en la esfera del mercado y el artista radical desobedece permanentemente a todo aquél que trata de manipular el arte y convertirlo tan sólo en mercancía. Procuro estar al día pero no pierdo ni un minuto en aquellas muestras que huelen a intereses de mercado y contraprestaciones entre amigos.
P.- Dedicas una gran parte de tu tiempo en escribir, dar conferencias, talleres… ¿Cómo ves la educación artística hoy?
R.- La Comisión Nacional de la Actividad Investigadora sabe que el nivel investigador de las Facultades de Bellas Artes es, en la actualidad, más bajo que en resto de las áreas de conocimiento y eso crea una deficiencia estructural de consecuencias inmediatas para las generaciones venideras. Pero esos desajustes deberán corregirse en los próximos años de forma que se mejore el rendimiento y la productividad con coherencia, aunque creo que la Universidad se ha alejado demasiado del arte y del artista profesional al no crearse una figura que permita al artista y al teórico impartir talleres y seminarios al mismo nivel que el resto de las Academias de Arte de Europa. Esta deficiencia desactualiza la enseñanza al desconectarla de la actualidad.
P.- ¿Cuál dirías que es el peor problema de un artista hoy en día?
R.- Estar demasiado pendiente del exterior y dejar el arte sólo en manos de los intereses del mercado del arte. La dimensión pública y escénica del arte y la vida pública es en general contaminante, está demasiado llena de frivolidad, ambición e intereses económicos. En general hoy, el artista emergente vive angustiado por el exceso de información que le llega y por la presión de las influencias que recibe. La política puede hacer mucho al respecto, pero en general está a favor de la idea del arte como espectáculo y solo tiene en cuenta al arte si se integra en la industria turística y cultural. El arte es el objeto de deseo con más peligro de instrumentalización que existe. Quizá por ello su destino roza siempre situaciones dramáticas.