The end is never really over, 1982
Es uno de los artistas más controvertidos y atormentados: el estadounidense Daniel Johnston, cantante y dibujante de cómics presenta en La Casa Encendida de Madrid sus dibujos y su música. Genialidad en todas sus versiones. Del cielo al infierno.
Esos dibujos son el sujeto de esta primera gran exhibición española de la obra del norteamericano nacido en 1961 aunque su objeto en realidad es dar a conocer el tormentoso universo de Daniel y la constitución de sus símbolos. Consta de un sencillo y efectivo despliegue pop comisariado por Estela Aparisi e Íñigo Pastor que recupera parte sustancial de la colección de Jeff Tartakov (otro fan, el fan por antonomasia, su manager musical durante los 80 y gran recuperador-guardián de sus obras). Alrededor de ese notable conjunto de dibujos, montados con la modestia de una cinta casera con carátula fotocopiada, se ha organizado un contexto explicativo que analiza los elementos de su abecedario alegórico, un vídeo con opiniones de conocedores de Johnston y la posibilidad de escuchar sus canciones.
¿Fans + freaks = futilidad? De eso nada. Sí, resulta raro encontrarse consagrado a un artista de los llamados "marginales" tan en forma como para poder dar un concierto (en otra ciudad) el mismo día de la apertura al público de la exposición. Otros genios (recordamos mucho a Henry Darger viendo lo de Johnston) no tuvieron fortuna en vida con su exorcismo de la mezcla de trastorno mental, empacho de cultura popular e integrismo religioso que padece nuestro protagonista. Podría ser cosa de la época, un fenómeno nuestro, este reconocimiento en vida de un artista no tan ajeno a su creación ni a su fama como a la relevancia social de las mismas. Pero esta exposición funciona al margen de tal rareza. Permite asomarse a un universo primigenio desplegado en todo su candor y a la fortaleza que ha erigido un hombre contra sus demonios. Gracias a esa ardorosa y pura sensibilidad artística y a un lenguaje simbólico de gran potencia, entrelazado mediante la reinterpretación de signos extraídos de esa cultura popular, las obras se sostienen plásticamente con fuerza superheroica más allá de nuestro impulso de fans. Como visiones de un cielo y un infierno que nos pertenecieran.