Jackson Pollock: Pintura (plateada sobre negro, blanco, amarillo y rojo), 1948
En la pintura tradicional, la relación del pintor con la tela está mediatizada por un instrumento. Entre el artista y su obra hay una distancia que se salva por un útil que es el pincel. Éste implica una habilidad y una manera de entender el mundo y el arte. Pero habrá un momento en que "el pintar" no se vehiculará a partir de este utensilio, sino que consistirá en salpicar la tela, orinar sobre el soporte, perforar el lienzo o derramar fluidos dentro de los más variados comportamientos... Éste es el mundo que explora esta exposición, un mundo que surge cuando empieza a cuestionarse algo que parecía tan banal como un manojo de pelos sujeto a mango y que, sin embargo, sustentaba toda una cosmovisión, toda una arquitectura del saber.Cuando se problematizan las técnicas tradicionales aparece un nuevo panorama. Y la aportación de la muestra radica, precisamente, en trazar una especie de cartografía -o inventario- de unas experiencias, más o menos relacionadas, que se sitúan en una zona ambigua entre la pintura, la performance y el conceptual. El punto de partida está en el "legado de Jackson Pollock", como dice metafóricamente el subtítulo de la exposición, que luego irá a Estocolmo.
Samuro Murakami: Muttsu No Ana (seis agujeros), 1955-2006 (detalle)
El derrame transforma radicalmente el concepto tradicional de arte, no sólo porque posibilita ir más allá del surrealismo y sus técnicas automáticas, al ser mucho más directo y espontáneo, sino también porque en él la pintura se confunde con el cuerpo, como si se tratara de la huella o el rastro del movimiento y energía corporales. Aún más: la acción de pintar se realiza en un estado emotivo particular, como de trance, y ello transforma este acto en un ritual, aspecto al que contribuyeron los reportajes fotográficos y documentales que se rodaron con Pollock en plena acción (¿performance?) creativa.
Niki de Saint Phalle y Robert Rauschenberg: Pintura hecha bailando, 2005 (detalle)
Hay un detalle que merece subrayarse: la última pieza del itinerario de la exposición es el vídeo Artist (1999) de Tracey Moffat y Gary Hillberg. Éste consiste en un trabajo de recuperación y manipulación de películas que, directa o indirectamente, han tratado la problemática de la creación y han tenido como protagonistas a los artistas. Los fragmentos intencionadamente seleccionados y encadenados muestran en cascada un sinfín de chorretones, garrotazos, sofocones y gestos convulsos... Es la idea de slapstick aplicada al arte contemporáneo. Literalmente bufonada o payasada, slapstick es el término con el que se nombra el cine cómico mudo, de un Charlot por ejemplo, basado en los golpes, la mímica y el movimiento físico. Puede que el vídeo de Tracey Moffat y Gary Hillberg no vaya más allá de una broma, pero situado en el contexto en que nos encontramos es toda una declaración de principios.