Heimo Zobernig, arquitectura invadida
Heimo Zobernig
16 noviembre, 2012 01:00Vista general de la exposición
Es su primera gran retrospectiva en España y la espera ha merecido la pena. El austríaco Heimo Zobernig ha propuesto una contundente intervención que modifica de manera sorprendente la experiencia del espacio del Palacio de Velázquez a través de un inesperado telón de teatro que funciona como muro. Un repaso a su producción de las últimas décadas.
Untitled, 2012
Es más, en un número suficiente de casos, las piezas apenas encajan en una misma disciplina: son pinturas, pero su disposición y montaje discute su condición parietal; son esculturas, pero invaden el espacio hasta enseñorearse de él; son instalaciones, pero dejan ver sus artificios y simulacros abiertamente cuando no confunden significante y mobiliario. Incluso la materia misma de la que están hechas las obras rehúye sus propiedades artísticas a favor de lo frágil y accesible. En un curioso límite, por ejemplo, sobre un pedestal más alto de lo normal, cimbrea una escultura hecha con rollos de cartón de papel higiénico.
En un rápido recorrido en sentido inverso a las agujas del reloj, Zobernig muestra algunas de sus últimas pinturas -cuya intensidad monocromática apagan las telas de la misma gama ante las que cuelgan-, y sus sardónicas inscripciones ("Tasa de transacción financiera", "Pintura-Escultura"). También encontramos un grupo de bastidores cubiertos de tela de saco que conforman un volumen escultórico diamantino. El cubo blanco de una de las salas está ocupado por un gigantesco "cubo negro" que obliga a circundarlo; otra muestra el suelo cubierto por moqueta pintada de negro en la que se imprime el dibujo de las huellas del público. Asimismo, un recinto gigantesco repite en una proyección el color y los juegos drapeados de una falsa cortina, volviéndolo todo anaranjado y los falsos tabiques usados en la exposición anterior construyen un pasillo de muros heridos y maltratados. Finalmente, un amplio recinto de cortinas negras, que corta y fragmenta el área central del Palacio, acoge pinturas monocromas en blanco y negro entre las que se entrometen dos pantallas de proyección.