Öyvind Fahlström: Column N°.2 (Picasso 90), 1973

CaixaForum. Paseo del Prado, 36. Madrid. Hasta el 24 de febrero.

Esta exposición, organizada y producida por la Obra Social "la Caixa", propone un largo viaje mental a través de un mapa hecho de lugares infinitos, las cartografías realizadas por artistas del siglo XX y XXI con las que jugar a ubicar nuestro lugar en el mundo. En total son más de 140 obras de diversos formatos, desde mapas y dibujos hasta videoinstalaciones y arte digital, procedentes de los principales museos de arte contemporáneo. Feliz viaje.

Es una realidad innegable: el arte de las últimas décadas ha mostrado un marcado interés por la cartografía. Y es un interés mutuo: la International Cartographic Association creó en 2007 un grupo de trabajo sobre arte y mapas que promovió diversas actividades, congresos y un número especial de The Cartographic Journal en el que se contabilizaron entre 1977 y 2009 al menos 24 exposiciones colectivas de arte contemporáneo -hay más- centradas en este tema. La geografía experimental ha incorporado aspectos subjetivos que proceden del orden creativo y, nosotros, con un geolocalizador y no sé cuantos mapas en el teléfono o en el coche, nos sumergimos cada más en el mundo paralelo de las representaciones cartográficas del espacio que transitamos. El mapa, por definición, nos orienta. Pero los artistas saben que hay mapas para perderse, y han subrayado también cómo reflejan el temor y la atracción de los territorios incógnitos, que son a menudo mentales: Hic sunt leones, se escribía en los mapas romanos y medievales para señalar las tierras inexploradas; o Hic sunt dracones, para los océanos sin límites.



Hoy se "mapea" todo, es una herramienta de análisis y conocimiento; cualquier acumulación de información es sometida a la "visualización de datos". Hay en estas cartografías, viejas y nuevas, aspectos geométricos, estadísticos, cientíticos que consideramos irrebatibles pero casi todo puede ser cuestionado, revertido y transgredido.



Francis Alÿs: Sin título, 2005-2011 (detalle)

Las buenas exposiciones nos hacen querer saber más de los asuntos que rastrean y les aseguro que van a salir de ésta ávidos de conocimientos artístico-cartográficos. Su comisaria, Helena Tatay, ha reunido algo más de 130 obras para estudiar desde diferentes puntos de vista ese caudaloso afluente de la representación contemporánea. La experiencia personal del espacio está muy presente en las obras seleccionadas, ya desde las pocas de otros momentos históricos que funcionan como precedentes de las derivas últimas: las fragmentadas descripciones gráficas con las que se intentó elaborar el primer mapa de España en tiempos de Carlos III -un "proyecto colaborativo", diríamos hoy-, la pequeña inmensidad de la carta oceánica de Lewis Carroll, el famoso Mapa del mundo en la época de los surrealistas, la Sudamérica boca abajo -¿o boca arriba?- de Torres García...



La mayoría de las piezas son de los años 60 y 70, por un lado, y de los 90 y este siglo por otro; creo que sólo una obra es de los 80, y se trata de una de las tres pinturas de artistas aborígenes australianos muy acertadamente incluidas para explorar "los trazos de la canción". Esto da que pensar: puede que esa omisión tenga que ver con las preferencias de la comisaria pero podría responder a la verificada asociación de la cartografía artística con prácticas conceptuales. Por lo demás, apenas hay bajones en la selección: casi todas las obras tienen un gran interés intrínseco y merece la pena dedicar tiempo a examinar los detalles que ponen de manifiesto las intenciones de los artistas y una prolongada elaboración previa. Hay, eso sí, algunos nombres que no están representados con las obras más adecuadas, como Robert Smithson, Giovanni Anselmo o Adriana Varejão, y -siempre insisto en esto- es insuficiente el número de artistas españoles. Echo de menos, por ejemplo, a Jorge Barbi, a Mateo Maté, a Lara Almarcegui, a Paco Mesa y Lola Marazuela... Podría haberse aumentado también la cuota latinoamericana, con Jorge Macchi, Pablo Vargas Lugo, Detanico & Lain... haber dedicado más atención a los mapas celestes, a los orográficos... Pero en general los que están, son.



Alighiero Boetti: Mapa-Traer al mundo el mundo,1984 (detalle)

Los capítulos de la exposición avanzan desde la geografía físico-política, a través de la físico-corporal, hacia los mapas de la mente. Entre las muchas regiones brillantes hay una que desmerece: pretende introducir los mapas del tiempo pero no acierta del todo con las obras, pues ni Hiroshi Sugimoto ni Ed Ruscha profundizan en ese aspecto. Tampoco está bien desarrollado el tema de la utopía o "no lugar". Por el contrario, son muy buenas las secciones dedicadas a las cartografías del cuerpo y con el cuerpo, las psicogeografías, las de la memoria y los sueños, las del conocimiento... Algunos hitos: las tres obras de Valcárcel Medina, muy distintas entre sí pero igual de definitivas, la elusión de la frontera a través del viaje en Francis Alÿs, las "videocartografías" de un campamento de refugiados, de Till Roeskens, los espacios residuales de Gordon Matta-Clark y esa emocionante primera línea en el terreno de Richard Long, el autorretrato como mapa de Michael Drucks, la búsqueda de lo maravilloso en la geografía urbana y nocturna de Bas Jan Ader, el cuerpo-orbe de Perry Grayson, los dibujos neurológicos de Ramón y Cajal en relación con los diagramas histórico-artísticos de Perejaume, el modelo del Universo de Zbynek Baladran, la impresionante enciclopedia cartográfica de Erik Beltrán...



Y sorpresas: artistas poco conocidos como Milan Grygar o Hilma af Klint, las obras terapéuticas de Emma Kunz, el genial outsider Adolf Wölfli... La vida a escala.