Elena Alonso: Objeto de duda, 2012

Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Avda. de América, 13. Madrid. Hasta el 5 de enero.

Elena Alonso, Irene de Andrés, Ángela Cuadra, Daniel Cerrejón, Cristina Garrido, Santiago Giralda, Raúl Gómez Valverde, Maíllo, Carlos Maciá y Mauro Vallejo son los artistas de esta nueva edición de 'Circuitos', comisariada por Mariano Mayer. Ejemplo duradero y persistente a los tiempos que corren de una apuesta por la generación más joven por parte de la Comunidad de Madrid.

Recibimos la celebración de la XXIII edición de Circuitos como un síntoma tranquilizador de que, al menos, las convocatorias para jóvenes artistas todavía se mantienen, en este clima enrarecido por las noticias de cada día: otro centro cerrado, sin director o con ERE, galerías que desaparecen y el lema tenaz de "no hay presupuesto", seguido de la letanía del recorte acumulado del 40 y hasta el 70 por ciento. Comparativamente, en nuestro sistema del arte la promoción de los jóvenes aún parece salvaguardada. Siempre fue complicado ingresar en el grupo de los elegidos, para iniciar una trayectoria por definición frágil y abocada a resistir a toda costa. Porque el sistema es devorador y necesita novedades fugaces.



Durante las dos últimas décadas, las convocatorias para jóvenes han supuesto una línea de confluencia con los países de nuestro entorno, a pesar de la carencia en nuestro país de centros de formación de referencia internacional, nuestra auténtica asignatura pendiente. Circuitos, como INJUVE o Generaciones, por mencionar las más conocidas, han enseñado a presentar el trabajo bajo un protocolo de argumentación válido ante profesionales de la crítica y el comisariado, hasta el punto de amoldarse con disciplina académica a sucesivas teorías en voga. Y, en conjunto, han cumplido su papel, convirtiéndose en pasos ineludibles para aquellos que, de hecho, se han ido incorporando a la escena artística en nuestro país, contando con un sistema que tendía a expandirse, tanto en el ámbito institucional como en mercado. ¿Qué ocurre en un momento de contracción, como el actual?



Raúl Gómez Valverde: Music for ex-millonaires , 2012

Esta edición de Circuitos, con buena parte de artistas ya integrados en el sistema, evidencia un giro hacia el formalismo y la técnica minuciosa. Atrás queda la provocación que levantó la ira de la censura en esos años críticos, no tan lejanos, cuando se tambaleó esta convocatoria. No los echamos de menos. Pero el jurado de este año, compuesto por la artista Marina Núñez, el galerista José Robles y el comisario Mariano Mayer junto a Ferrán Barenblit, director del CA2M, y otras representantes de la Comunidad de Madrid, sí quedó sorprendido entre el centenar de trabajos presentados ante la práctica ausencia de reacciones patentes al cambio social que vivimos. Quizás se deba a la sensibilidad del jurado haber espigado aquellas propuestas que comentan la crisis económica en sordina: como Daniel Cerrejón, con 1 céntimo devaluado que, limado, ha perdido grosor y color, como inútil ha quedado su cordón de luces de navidad, tras la capa opaca de pintura blanca. Y los folletos de publicidad de grandes superficies intervenidos por Cristina Garrido, de apariencia espectral, después de que la aplicación de líquido corrector haya sumido esas páginas en lechosos desvaídos.



Sin embargo, carestía y melancolía rezuman por todo el espacio, bajo el acertado y luminoso montaje de Mayer. A excepción de Raúl Gómez Valverde, afincado en Nueva York y que parece jugar en otra liga, aquí con un vídeo de cuidada factura con bailarines de vals y claqué en el Andrew Fredman Home, hogar de acogida para arruinados, y sus nostálgicas fotos de los emplazamientos urbanos utilizados por el artista Félix González-Torres para sus vallas contra la indiferencia ante el sida a comienzos de los 90, se acabó el despilfarro de los mil cien euros que proporciona Circuitos a cada seleccionado. Adiós a la producción de fotografías en gran formato, como a cualquier proceso que incluya empresas intermediarias especializadas, tan habituales hace poco.



Mucho más de acuerdo con el pequeño mercado de modestos coleccionistas al que esperan acceder, se imponen los formatos reducidos, la reutilización de materiales de cultura visual procedentes de revistas y periódicos, y técnicas sencillas como recortar y componer con esmero. Ángela de la Cuadra construye pequeños paisajes en líricos atardeceres. Irene de Andrés enmarca recortes de naufragios. Y Mauro Vallejo asocia imágenes de reproducciones de arte con otras casuales encontradas en la prensa. Pero lo que se recorta también es el alcance. Les une cierta experiencia de la intimidad, de un imaginario recogido en un espacio entre detalles. Incluso el ya bien conocido y versátil Maíllo, se presenta aquí con un conjunto de pequeñas pinturas taciturnas, apoyadas sobre unas barras de perfil metálico, manchadas y extraídas de su estudio, que enfatizan la rutina del proceso de pintar día a día, en solitario.



Pintura y escultura, como en los viejos tiempos, aunque hallemos cierta hibridación entre géneros y la recurrente inserción de cultura visual. Elena Alonso, interesada en procesos de simbolización, descompone en exquisitos dibujos y recompone en una pieza escultórica de entidad un satélite, como un gran juguete. Formado entre Hamburgo y Madrid, pero también ya presente en varias colecciones institucionales, Santiago Giralda presenta un paisaje montañoso en gran formato, contenido entre dos franjas que subrayan la laboriosidad de su técnica, que reúne la tradición idealizante del detallado paisaje alpino con inserciones lisas y planas de arquitecturas recortadas y otros elementos extraídos de recursos digitales, fantásticos y flotantes que conducen con amenidad a la evasión.



Más sugerente para los tiempos que corren resulta la propuesta del siempre innovador y ambicioso pintor Carlos Maciá, aquí con una arrugada plancha blanca de aluminio, lacada industrialmente y pintada parcialmente, que parece refugiarse en un rincón del espacio.