Trabajo de Marco Godoy

Tabacalera. Embajadores, 53. Madrid. Hasta el 20 de enero.



El fin de año es para los jóvenes. Como ya es tradición (y que continúe) el mes de diciembre, que suele ser tranquilo en cuanto a inauguraciones de exposiciones, es el de presentación en Madrid de los nuevos valores artísticos. Circuitos, en la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid, y Creación Injuve, nos dan el pulso de los intereses y de las prácticas de los "emergentes". El Instituto de la Juventud sigue dando tumbos entre ministerios. Como fue vinculado al de Igualdad (?) cuando el anterior gobierno lo creó, ahora se ve incluido en el de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Pero desde el año pasado, el ex-Ministerio de Cultura apoya la iniciativa cediendo sus salas en Tabacalera, lo cual es muy lógico. ¿Qué ofrece la convocatoria? No mucho, pero menos da una piedra: tres premios de 6.000 euros, cinco accésit de 3.000 y tres ayudas a la producción con otros 3.000 por cabeza. Además, se seleccionan otros cinco artistas para la exposición. El jurado se formó, como es habitual, con conocidos expertos en arte: Javier Duero, productor cultural, Ángela Molina, crítica de arte, Agustín Pérez Rubio, director del MUSAC y Glòria Picazo, directora de La Panera, actuando el primero de ellos como comisario de la exposición. Esa posibilidad de que su trabajo sea conocido por profesionales de prestigio y con influencia en lo que ocurre en el mundo del arte es, seguramente, uno de los mayores alicientes para los jóvenes artistas.



Es muy difícil para todo artista, y más si tiene poca experiencia (vital y profesional) conseguir tener una voz propia. Y más todavía, según nos indica esta exposición, tener algo personal e interesante que transmitir. Prácticamente, todos los artistas premiados y seleccionados hacen un trabajo que podríamos situar dentro de los cánones del arte actual. Y ese es el problema: demasiadas fórmulas. En general encontramos una suficiente argumentación de los proyectos (una "asignatura" a la que, con acierto, se da mucha importancia en la formación artística pero que quizá llega a imponerse en demasía), buena factura, atención a la presentación... Pero me pregunto, respecto a bastantes de los artistas aquí destacados, si los temas o los aspectos de la realidad que han escogido como base sobre la que elaborar sus propuestas les preocupan realmente o si esa elección se adapta a lo que creen que los comisarios y los directores de museos buscan. O a lo que creen que ellos mismos buscan porque han percibido que es lo que interesa. Los textos que presentan a artistas y obras en la sala no hacen más que subrayar ese hermanamiento de los "discursos" con la jerga teórica artística. Lecciones aprendidas: la belleza del fracaso de las utopías arquitectónicas; la explotación de los archivos, la apropiación y la cita; la entrevista como formato artístico; la producción industrial y sus implicaciones sociales y políticas; la deconstrucción del monumento; la documentación de una noticia como obra; el espacio institucional (museos y centros de arte) como tema y soporte de la obra; la obsolescencia tecnológica; las cámaras de vigilancia como herramienta "incautada"; la gentrificación y el arte de barrio; la performance payasa y doméstica...



Quizá estoy cargando las tintas. Creo que casi todos estos artistas tienen algo que aportar, y tengo muy claro que voy a seguir la trayectoria de algunos de ellos: el premiado Marco Godoy, Rafael Munárriz, Olmo Cuña, Mariona Moncunill, Daniel Silvo (este no es su mejor trabajo), Kike Medina... En principio me extrañó el premio a Jorge Núñez de la Visitación, con un vídeo bastante torpe, pero creo entender que el jurado valoró la "marcianada"... quizá conociendo menos de cerca las convenciones propias de la escuela vasca. Y, ya saben, vayan a ver la exposición todo los abrigados que puedan. En Tabacalera, en invierno, hace un frío ártico.