Andy Goldsworthy, crecimiento musical
Drawing Rooms
25 octubre, 2013 02:00Vista de la instalación
Andy Goldsworthy es uno de sus más brillantes exponentes de la generación posterior a la irrupción del Land Art. Ahora presenta en el nuevo espacio madrileño Slow Track una intervención con un dibujo trazado con Juncus Effusus recogidos en las cercanías de Madrid.
No crean que, por ser un artista conocido en todo el mundo, Goldsworthy es de los que enhebran unas exposiciones con otras. Su última individual data de 2011 y en España sólo hemos tenido dos: la imponente intervención en el Palacio de Cristal en 2007, y una selección que hizo de sus primeras fotografías la galería Arnés + Röpke para PHotoEspaña cuatro años después. Hace un tiempo dejó de vender las fotos que hace de sus admirables intervenciones en la naturaleza, distanciándose del mercado de "objetos", pero trabaja con la misma intensidad que antes y realiza proyectos específicos para espacios naturales, museos y entornos privados.
Es por tanto excepcional tenerle en Madrid y comprobar cómo, tras largos años de estudio y de manejo de los materiales naturales, extrae de ellos toda su capacidad expresiva y poética. Ahora, como es habitual, los ha buscado en las cercanías: junco de esteras (Juncus Effusus) y espinas de endrino (Prunus Spinosa). Aunque no fuera la intención, el sinuoso dibujo mural que ha hecho con ellos adquiere aquí diversos valores metafóricos. Resulta muy apropiado abrir el espacio en la calle "Cañizares" con esta danza de juncos. El nombre científico latino, juncus, deriva de jungere, unir o vincular, lo que viene al pelo para un proyecto que se define como participativo.
La obra de Goldsworthy tiene mucho que ver con la construcción de estructuras con elementos naturales y ha manifestado en alguna ocasión que no percibe una gran diferencia entre trabajar en interiores arquitectónicos o en la naturaleza, pues todo es de alguna manera una casa, un lugar en el que habitamos. Recordemos, en este sentido, que una de las formas más ancestrales de arquitectura, aún practicada por algunos pueblos africanos, es la que se levanta con hatos de juncos; al recorrer las paredes de la galería con las hierbas se produce una asimilación del edificio con la naturaleza y se abre un pasadizo imaginativo a los tiempos en que la zona fue un cañizar.
Lo que sí está en la intención del artista es dar voz al material, explorar sus propios límites, entre la flexibilidad y la rigidez, estableciendo una colaboración real con el junco en el trazado de una línea serpentina que él entiende como línea de crecimiento y que tiene mucho de musical. La tensión es clave para conseguir la percepción de una energía que se mueve por el lugar, y Goldsworthy ha aprendido a mantenerla al máximo desde que en 1985 hiciera su primera línea de hierba en un interior -antes las había hecho al aire libre- en la Galerie Löhrl en Mönchengladbach; después ha "dibujado" de esta manera en todas las galerías que le han representado. No se trata de dibujar una línea caprichosamente sino de encontrar y seguir la que los propios juncos contienen, fijándola con precisión mediante las espinas de endrino clavadas en la pared. Y como casi siempre en su obra, el mágico resultado es algo efímero. Y por eso aún más hermoso.