Image: Ree Morton, la vecindad de las cosas

Image: Ree Morton, la vecindad de las cosas

Exposiciones

Ree Morton, la vecindad de las cosas

29 mayo, 2015 02:00

Instalación titulada La mentira de Sor Perpetua, de 1973

Museo Reina Sofía. Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 28 de septiembre.

Que Ree Morton (1936-1977) sea una artista tan poco conocida podría ser ya un motivo para visitar esta exposición; ignorada, por cierto, a pesar de formar parte de una de las generaciones más estudiadas del arte de la segunda mitad del siglo XX, la que opera entre los años 60 y 70, y de tener una obra coherente con aquella sensibilidad de raíz feminista que erosionaba la superficie resbaladiza y tediosa del minimal. Aunque lo importante del descubrimiento es la fascinación que puede llegar a ejercer el universo que escondía esta artista americana, y que ahora tenemos la oportunidad de ver de cerca en una panorámica muy completa y bien articulada por sus dos comisarias: Sabine Folie e Ilse Laffer. La selección de más de cien obras y abarca toda su trayectoria interrumpida por una muerte en 1977.

Es, además, una de esas exposiciones programáticas, de las que se identifican con el inconfundible sello de la casa, con lo que viene siendo "el Reina" desde hace unos años. Me refiero a que condensa varias de las líneas de fuerza del museo, entre ellas, sin duda, la reconstrucción del secreto pacto entre imágenes y palabras a través, por ejemplo, de la cadena de contagios provocados por la lectura de Raymond Roussel. Una cadena que ya se hizo explícita con aquella otra exposición inaugurada en 2011, Locus Solus. Impresiones de Raymond Roussel. Allí estaba ya Ree Morton con su obra Sister Perpetua's Lie (1973), que podemos ver de nuevo ahora, entre la heterodoxa corte de artistas tocados por el vínculo con la inquietante maquinaria asociativa de las palabras. Es algo que podría hacer visible un eje que hilvana otras muchas exposiciones de las que llevamos vistas en el Museo Reina Sofía, y que dibuja una tesis que reinterpreta los destinos del arte contemporáneo.

Algo flota en el aire, 1975

La obra de Ree Morton es de las que se disemina en infinidad de pequeños actos que dejan huellas y objetos desconcertantes, de las que crean entornos donde anidan elementos rituales y altares en los que se acumulan los fetiches con los que damos vida material a los recuerdos y los deseos en forma de amuletos improvisados. Empieza, a finales de los 60, rayando neuróticamente la superficie del papel en blanco, profanando el vacío del minimalismo, para repoblar aquel espacio con restos autobiográficos que, aunque no lo pretendieran, llegan a poner en solfa los dogmas de sus compañeros de generación. Así se ordena esta exposición mostrando primero las obras sobre lienzo y papel en las que los dibujos de línea ya no esconden su parentesco con la escritura. De ahí, a los Wood Drawings (1971), un conjunto de trozos de madera encontrados y acribillados por clavos.

A medida que nos adentramos en la década de 1970, los recursos se diversifican y las instalaciones se hacen más complejas. Cuentan historias e incorporan tramas sostenidas por la convivencia de cosas dispares puestas en un mismo escenario. No por casualidad algunas de esas obras acaban por evidenciar una vertiente teatral, como en Souvenir Piece, de 1973, o sus banderas de Something in the Wind, de 1975, o sus Signs of Love, de 1976. Un relato cronológico que la exposición brinda al espectador y que permite reconocer trazas de una sensibilidad compartida por otras artistas, como Eva Hesse, Laurie Anderson o Tina Girouard.

Entre los matices que distinguen a Ree Morton, quizá el más revelador sea su poética del espacio de la subjetividad, en el que las cosas se ordenan a través de lo afectivo, mediante una peculiar topología basada en las vecindades de los objetos, y en la que el dibujo se muestra como un potente instrumento narrativo y de escritura. Esto se traduce en una tendencia a recurrir a los mapas y a los diagramas, a dibujarlos y a escribirlos para mostrar ese extraño vínculo de la vecindad. En esa cercanía de los objetos y las palabras que se les adhieren, con los que nos rodeamos para asignar un relieve afectivo al entorno, Ree Morton busca un lugar que como espectadores trataremos de reconstruir. La exposición misma supone, en efecto, una cierta reconstrucción, un rescate de estas obras que tiene que hacerse en algunos casos a través de la fotografía y el archivo, remontando las dificultades de una pérdida material, a veces por su condición efímera o por la fragilidad manifiesta con la que fueron concebidas.