Detalle de In medias res, 1998

La Virreina Centro de la Imagen. La Rambla, 99. Barcelona. Hasta el 1 de noviembre.

Hace unos años cuando John Baldessari inauguró en el MACBA una gran exposición retrospectiva de su obra, se podía ver al artista paseando por el museo con una constante sonrisa. Estaba encantado, alegre, feliz por el reconocimiento. Era como si de golpe se hubiese dado cuenta de que era famoso, que en un rincón del mundo su trabajo experimental e irónico de los 70 y la dedicación sorda a la enseñanza eran valorados y estudiados. Algo semejante sucede con el grupo de arquitectos y artistas denominado Ant Farm, dispuestos recientemente a revisar y recuperar todo su trabajo. Y pasó con Dan Graham en 2001 tras su retrospectiva en la Fundación Serralves de Oporto.



Michael Snow pertenece a esos artistas de finales de los 60 y los 70 caracterizados por su experimentalidad. Ahora expone una retrospectiva en La Virreina. El dato es curioso. Efectivamente, el centro de exposiciones de las Ramblas está dedicado a la imagen y, de alguna manera, el trabajo de Michael Snow, en la medida en la que es experimental, tiene que ver con una especulación sobre ésta. Pero como una especie de reflejo de la indefinición institucional de Barcelona (a la espera de la resolución de la dirección del MACBA y sin conocer los planes para los centros de arte y exposiciones dependientes del ayuntamiento), contrasta con el hecho de que otros artistas de referencia y de parecido contexto que Michael Snow han expuesto amplias retrospectivas en el MACBA: desde John Baldessari a Joan Jonas, pasando por la presencia como referencia de Graham. Y, esa distancia entre el museo y el centro de la imagen se nota.



Michael Snow se suma a la lista de artistas experimentales de los 70 que representan un momento irrecuperable

Más que una retrospectiva se trata de una exposición suma de algunas piezas significativas del artista. Algunas muy representativas de sus primeros años, como las esculturas en aluminio jugando con el equilibrio (que recuerdan de manera esquemática a los carruseles de Bruce Nauman), buscando correcciones de perspectiva (compartiendo intereses con Jan Dibbets) o como en Scope (1967), una escultura como un tubo de aire acondicionado que juega con reflejos y espejos y que se anticipa a la célebre Public Space/Two Audiences (1976) de Dan Graham en la que el público ya es definitivamente sujeto de reflexión.



Slidelenght, 1969-1971

Tap es otra obra significativa de Michael Snow que recorre la exposición: sonido, texto e imagen dispersos en el recorrido conforman una pieza que justamente habla de la fragmentación de la imagen, el sonido y el texto. Aquí se dan todas las claves de lo experimental de su trabajo: en la mezcla de registros y en el querer cuestionar la unicidad y la identidad única de la obra de arte. Además, la pieza refleja su personalidad múltiple: artista, también cineasta experimental (el centro dedica un ciclo a repasar su obra cinematográfica) y músico de jazz (colaboró con referencias del freejazz como Don Cherry y Steve Reich en los 60).



Michael Snow viene a engordar la lista de artistas revisados de los 70 que de alguna manera representan un momento irrecuperable. Es decir, en la revisita hoy en día de su carácter experimental se vuelca una especie de sentimiento nostálgico de cuando el arte o la cultura se permitieron ser rompedores, trabajar con nuevas ideas, torcer los lenguajes artísticos hasta el límite, fuese en cine, música, danza o escultura, y lo que ello conllevaba como oposición al mercado y, al mismo tiempo, como búsqueda de una relación más directa con el público. El recorrido de la exposición, constantemente puntuado por la expresión "experimentar" (llegando a la confusión de que el experimento tiene que ver con provocar experiencia en el espectador), tampoco es el de una retrospectiva en la medida en la que intenta esquivar una ordenación cronológica y contextual (en relación con otros artistas y obras) del trabajo de Michael Snow.



La distancia con el museo está justamente en la falta de empaque teórico, el que daría análisis del contexto y contagio: de hecho no hay un catálogo explícito de la exposición, sino una publicación que recorre, esta vez sí de manera exhaustiva, el trabajo de Michael Snow editado por Polígrafa y la propia comisaria de la exposición, Gloria Moure. En contraste, la opción del centro es mostrar el trabajo histórico del artista en relación con sus trabajos más recientes. Justamente aquí es donde la nostalgia de los 70 aparece con más fuerza. Salvo en alguna pieza más compleja como el vídeo Sshtoorrty de 2005, en el que los tiempos de una breve historia televisiva aparecen solapados, es difícil reencontrar la fuerza de esa experimentalidad más allá del gesto ahora anecdótico de convertir la sala de exposiciones en sala de espera (Waiting Room, 2000).



@David_G_Torres

Michael Snow: "Trabajo sobre el tiempo, sobre lo que corre fuera de control"





Es una figura de referencia de lo que a finales de los 60 se conoció como la "antiforma", esos "abstractos excéntricos" norteamericanos que le dieron una vuelta de tuerca al arte minimal apostando por la indeterminación y el azar. Considerado el padre del cine estructuralista y reconocido pionero del videoarte, Michael Snow (Toronto, 1929) dice estar cerca de Monet, "en la manera en que pintó el paso del tiempo". Es su gran motor creativo: "Trabajo sobre el tiempo, sobre la curiosidad que despierta y la percepción que tenemos de él. Corre fuera de nuestro control sin remedio y eso siempre me ha parecido fascinante. No te queda otra que improvisar, como en el jazz. En The corner of Braque and Picasso, por ejemplo, son imágenes de la calle que se proyectan en tiempo real sobre la pared del museo; Condensation, en cambio, es en tiempo acelerado y se hizo tomando un fotograma cada diez segundos y montando una secuencia de 24 segundos. See you later, Au revoir dura apenas un minuto pero ralentizando quince".



-Lo suyo es casi cine. ¿Cómo se mueve entre cine experimental y videoarte?

-Son dos mundos separados, aunque no entiendo el porqué. El cine experimental siempre ha estado a años luz del mundo del arte, y eso que el arte moderno se nutría de filmes experimentales. Es una contradicción absurda... Sólo a partir de los 80, empezó a tener la atención de críticos y comisarios, a entrar en colecciones y en los museos. Hoy quiero pensar que es un lenguaje más, totalmente aceptado, como la pintura o la escultura.



-¿Hacia dónde cree que va el arte hoy?

-La democratización que supone internet ha cambiado nuestra concepción del arte. Aunque hay que ir más allá. El futuro pasa por trabajar con todo tipo de lenguajes artísticos sin complejos, con pinturas como vídeos, esculturas como música.