Vista de la exposición Intersecciones. Al fondo, Action escalade non anesthésiée, 1970-71
Hace 26 años que no teníamos la oportunidad de ver una exposición sobre Gina Pane (Biarritz, 1939-París, 1990). Entonces fue gracias a la retrospectiva que el Palau de la Virreina le dedicó el mismo año de su muerte. Ahora podemos ver de nuevo algunas de sus obras más importantes en el MUSAC de León bajo el título Intersecciones, con un comisariado de Juan Vicente Aliaga. El hecho de recuperar a Gina Pane después de tanto tiempo podría parecer suficiente para justificar esta exposición, sin embargo, hubiera sido de agradecer cierta donación de sentido para la muestra, para la artista, para esa presencia tan relevante en la historia del arte del siglo XX. Porque, tal como se presenta, el enfoque vagamente retrospectivo de las algo más de 20 piezas seleccionadas no basta para ofrecer algún nuevo sesgo sobre su papel histórico. Más bien se conforma con una celebración del significante "Gina Pane" como figura mítica.A pesar de esta somera conmemoración, sin duda vale la pena volver a encontrarse con Action escalade non anesthésiée de 1970-1971, que inauguraba una etapa en la que parece situarse el centro de gravedad de sus aportaciones. Aquella primera acción llevada a cabo en su estudio de forma casi privada daba un giro decisivo sobre las premisas post-escultóricas de finales de los 60, de las que también tenemos ejemplos interesantes, como la enigmática Souvenir enroulé d'un matin bleu (1969) o La Pêche endeuillée (1968-1969). Así que algo de ese paso trascendental queda recogido en el orden ortodoxo y cronológico que nos va llevando hacia una segunda sala en la que nos reencontramos con las intervenciones más poderosas.
Si al estrenar la década de los 70 Gina Pane se había subido a aquella estructura metálica con protuberancias que herían sus manos y sus pies desnudos al escalarla, las acciones que iban a sucederse después vendrían a incorporar el juego de la herida y el estigma en un universo icónico inconfundible. Ahí están Action Transfert (1973), la contundente Action posthume de l'action Death control (1974), o Action Psyché, del mismo año. Un conjunto de operaciones corporales anotadas y fotografiadas por la artista y por Françoise Masson, que la acompañó en ese registro visual. Una referencia necesaria, por tanto, a la fotógrafa que llevó a cabo el seguimiento reconstructivo de aquellos eventos efímeros.
Vista de la exposición Intersecciones
La tercera sala está dedicada a las planchas de metal e inscripciones bidimensionales de los 80 inspiradas en La leyenda dorada, el libro hagiográfico del cronista medieval Jacques Voragine (h. 1260). Es intuitiva la asociación de las vidas de los mártires con el relato de los estigmas en memoria del cuerpo. Pero el cambio de registro que suponen esas obras contrasta con el valor conceptual de las de la década anterior. Es como si pertenecieran a un artista bastante inferior a la Gina Pane que conservamos en el recuerdo. La deriva final de su obra hubiera sido reveladora en un recorrido más amplio por su trayectoria, pero en una selección de menor escala puede resultar anecdótica y desactivar la potencia de las salas anteriores. En cualquier caso, vemos en esta exposición una oportunidad para acceder al impacto de instalaciones e imágenes de una Gina Pane absolutamente necesaria.
@avistando