Goya: Retrato de Ceán Bermúdez, 1786 (detalle)
Dada la descoordinación entre las instituciones culturales en Madrid, con sus zancadillas y disputas, infiero que la complementariedad de tres exposiciones actuales de gran interés es pura casualidad: mientras la Biblioteca Nacional rinde justo homenaje a nuestro primer historiador moderno del arte, Juan Agustín Ceán Bermúdez (Gijón, 1749 - Madrid, 1829), la Academia de San Fernando (en la que desempeñó un destacado papel) muestra una selección de dibujos españoles en los Uffizi que preludia la actividad como coleccionista del erudito, y el Museo del Prado investiga el componente fotográfico de la siguiente gran empresa historiográfica sobre nuestro arte, Annals of the Artists of Spain de Stirling-Maxwell, quien proclamó su enorme deuda con Ceán.Hay que felicitar a la Biblioteca Nacional y al Centro de Estudios Europa Hispánica, que patrocina la exposición y el sustancioso catálogo, por esta reivindicación de una figura hacia la que no podemos sentir más que una profunda admiración. La Biblioteca posee no sólo una parte de la colección de estampas de Ceán, que recibió con la colección Carderera, sino también un nutrido fondo de manuscritos que sólo hace poco han sido estudiados a fondo. Todo historiador o crítico debería pasar por la pequeña Sala Hipóstila donde se ha montado con cuidado la exposición, para cargarse de ganas de trabajar, pero también los aficionados al arte tendrán su recompensa.
Por ver uno de los dos retratos que Goya le hizo, de propiedad privada y por tanto poco accesible, ya es obligada la visita; pero, además, comprobarán que no se trata de una muestra sólo documental sino que incluye un amplio conjunto de valiosos dibujos y grabados relacionados con los diferentes proyectos del historiador. Los textos en el muro y las cartelas aclaran cómo se fueron interfoliando los trabajos administrativos que desempeñó, algunos de mucha responsabilidad, y su creciente dedicación al estudio del arte. Como aficionado, sí, pero con orden y método, apartando la perspectiva novelesca y centrándose en los datos, en la observación directa de las obras y en el diálogo con los artistas.
José de Rivera: Sileno borracho, 1628 (detalle)
El tesón de Ceán es asombroso, al igual que la limpieza y voluntad ornamental de sus fichas, diagramas y manuscritos; hasta un balance general para el Banco de España lo abría con un primoroso dibujo. Y su discernimiento, y su olfato en el mercado. Al grupo de buenos dibujos que fueron suyos y que presta el Prado, se suman, entre otras joyas de la estampa, tres de Rembrandt y de Ribera, cinco de Durero, obras de Callot, Piranesi, Murillo… Herramientas de estudio para sus historias del grabado y de la pintura. Es estupendo que por fin podamos leer, impresa, una parte de esta última.
@ElenaVozmediano