La instalación de Fuentesalas y Arenillas
Cuando el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo se instaló en el Monasterio de Santa María de las Cuevas a finales de los años noventa, una de sus acciones más decididas fue apostar por la gente joven. Margarita Aizpuru comisarió desde 1999 hasta 2003 un espacio al que denominó Zona emergente por el que pasaron infinidad de artistas treintañeros e incluso menores, entre otros Dora García, Dionisio González, Tete Álvarez, Juan Carlos Robles, María Cañas, Ángeles Agrela, Valeriano López o Joana Vasconcelos, por citar varios. La mayoría eran andaluces y este primer impulso resultó un revulsivo para su trayectoria posterior. Con la llegada de José Lebrero, el museo toma otra actitud; y aunque adquiere verdadera dimensión internacional, se olvida en parte de lo que estaba sucediendo cerca. Será Juan Antonio Álvarez Reyes a partir de 2010 el que vuelva a recuperar ese diálogo con el entorno, llevando a cabo ambiciosas exposiciones de nombres imprescindibles del sur como Carmen Laffón, José Soto, José Ramón Sierra, Guillermo Pérez Villalta, Rogelio López Cuenca, Guillermo Paneque, Rafael Agredano, Alfonso Albacete y ahora Luis Gordillo. También la gente de mediana carrera ha desarrollado importantes individuales, entre otros José Piñar, Alonso Gil, Miki Leal, José Miguel Pereñíguez, Paloma Gámez o Mariajosé Gallardo. En esa revisión del arte andaluz de hoy, faltaba la inclusión de los más jóvenes, una cuota que ahora se cubre con esta colectiva que cierra la sesión expositiva que conmemora el 25 aniversario de la fundación del centro.La selección de nombres escogidos por los cuatro comisarios de esta exposición es heterogénea y desigual en ciertos aspectos, aunque el resultado general es convincente. Mientras que algunos como Gloria Martín o Daniel Silvo poseen un amplio currículum significativo y un recorrido de más de una década, otros como José Iglesias Gª-Arenal o José Jurado apenas están empezando. Elegir a alguien con tan poco camino andado es arriesgado, sobre todo porque todavía no ha madurado lo suficiente y puede confundirse al verse en primera línea sin apenas esfuerzo. Además, en su caso, se añade que ambos trabajos son de los más insustanciales, uno por ingenuo y el otro por ininteligible. Gloria Martín mantiene su línea de investigación en torno a los lugares del museo, presentando un inteligente mural a modo de trampantojo que representa los almacenes del CAAC. Silvo ha decidido que su proyecto sea un ejercicio relacional, por lo que ha invitado a otros artistas a instalar allí su estudio para que desarrollen su labor el tiempo que permanezca abierta la muestra. Esta decisión de ceder terreno propio a los demás para compartir contexto concuerda de pleno con su talante aglutinador.
La obra de Cristina Mejías
@SemaDAcosta