Full de ruta I, 2016
Desde 2012 Solano no exponía escultura en Madrid, por lo que esta pequeña pero intensa muestra es una cita imprescindible. Susana Solano (Barcelona, 1946) recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1988 y es una de nuestros artistas con mayor proyección internacional, con exposiciones y presencia en los más importantes certámenes (Documenta, Münster, Bienal de Venecia y de São Paulo...). Pero quedan ya lejos sus retrospectivas en el Palacio Velázquez del Museo Reina Sofía -hace veinticinco años- y en el MACBA -casi veinte-. Es evidente que sería necesario celebrar otra gran revisión -ahora ya de cuatro decenios- para el conocimiento de las nuevas generaciones y también para enmarcar adecuadamente estas piezas, todas realizadas el pasado año. Salvo el maravilloso papel rasgado en espiral, de comienzos de los años noventa, que nos saluda a la entrada de la muestra.En aquel periodo, el trabajo de Solano mantenía una tensión entre la herencia minimalista y la corriente antiforma. En sus obras más características, las estructuras contenían mallas blandas que propiciaron un discurso interpretativo sobre el telar (tejido/texto) de alargada evocación narrativa, desde la forma a sus secretos, o misterios. Además, sus piezas tendían a habitar el espacio, favoreciendo sus colaboraciones con una larga lista de arquitectos, entre otros Hans Hollein y Rafael Moneo. Posteriormente, sus piezas se curvaron, de algún modo volviendo a la inspiración en Brancusi que, al inicio de su trayectoria, le hizo dejar la pintura por la escultura. Y llegaron las muestras de sus fotografías, a menudo instantáneas de momentos en suspenso de sus viajes por África y Asia, capturas que estrecharon la ligazón entre obra y biografía.
En la selección de obras y diseño de montaje realizados por la propia artista se pretende subrayar este vínculo arte y vida, con algunas frases dispersas por los muros, extraídas de declaraciones de la artista, editadas por Mariano Navarro y a disposición de los visitantes. Dice Solano que "no se puede apreciar el arte si no existe un buen grado de ingenuidad". Y es quizá esa prueba de ingenua aventura la que esperamos seguir encontrando en artistas tan sabios y de tan prolongada trayectoria. Todo está perfectamente equilibrado: piezas menores, como las vitrinas Comunicación y normas, que contienen preguntas críticas; otras que enlazan con conocidas estructuras pero incluyen testimonios fotográficos de amigos de Oriente fallecidos; piezas que juegan a deformar simetrías, líneas borradas; y prótesis de columnas vertebrales desviadas que sujetan su disciplina al muro. Voluta es otro juego jónico y epicúreo.
Además, dos grandes piezas. Hoja de ruta I, esa expresión que los políticos han convertido en aberrante, es un gran garabato con muecas que funciona como espejo deformante. Descenso, en caída libre, es la mejor prueba de su aventura creativa, en plenitud.
@_rociodelavilla