El lugar que corresponde, 2015

Da2. Avenida de la Aldehuela, s/n. Salamanca. Hasta el 21 de mayo

Que existan por todo el mundo calles nombradas con fechas que en algún momento fueron dignas de recordar, y que todas las fechas del calendario tengan asociada alguna conmemoración, son hechos que podrían resultar inquietantes. Podrían suponer incluso el aplanamiento de las celebraciones bajo un mismo manto de indiferencia. Una especie de desertización de los símbolos colectivos. En cierto modo, ese carácter intercambiable de todo lo que se nombra y se fecha puede que esté detrás de las más previsibles resonancias poéticas del viaje en la obra de Andrea Canepa (Lima, 1980). Una artista que ha conseguido hacerse un lugar entre las nuevas propuestas artísticas a partir de recursos reiterativos y sistemáticos, y de una pulcra presentación de obras correctamente alegóricas. Sí, la alegoría también tiene su corrección, y hasta podríamos pensar que es la forma predominante de nuestro tiempo. Es decir, es lo que formalmente predomina, pero también es la forma en la que experimentamos el tiempo. Síntoma y enfermedad a la vez, supongo. Estas dos vertientes han sido muy bien entendidas por Canepa, lo que le permite articular su repertorio de imágenes y ejercicios. Luego cierra círculos alrededor de ellos, por ejemplo en IEC60086 (2017), donde los enchufes con clavijas procedentes de los distintos usos internacionales dejan pasar la electricidad, como fronteras culturales, para iluminar finalmente una bombilla.



Un poco autosatisfecha en ese caso, la metáfora adquiere más riqueza en otras de sus obras que también pueden verse en el Da2 de Salamanca en esta exposición. La más conocida, Todas las calles del año (2012-2015), es una colección de 365 dibujos con tinta y acuarela que muestran calles nombradas con la fecha de cada día del año en distintos puntos de Latinoamérica. El efecto de ocupación total de los días, y de las salas donde se muestra la serie, así como la arbitrariedad por la que los lugares son nombrados de ese modo, es parte de lo que, de nuevo, puede ser visto como el circuito cerrado y autosuficiente de una acción poética programada. Los resultados no están entonces en cada una de las unidades, sino en un contexto expositivo que transforma el conjunto en una pequeña instalación. De este modo Canepa se asegura una lógica completa que protege y a veces blinda sus propuestas.



Tal vez por eso me resulte más compleja la que en realidad es la más sencilla de sus obras en la exposición: Future Past Architecture (2015), una colección de fotogramas que muestran escenarios urbanos extraídos del cine de ciencia ficción, y que sólo van acompañados del año que se les atribuye en la película. La serie comienza en 2015 y, puesto que previsiblemente el mundo seguirá su curso algunos años más, antes de la catástrofe que todos intuimos en algún momento de esos imaginarios, la colección de fotogramas ofrece una proyección retrofuturista algo perturbadora. Se trata de uno de los círculos de Canepa que esta vez deja poros que liberan el sentido de la obra.



Así las propuestas de la exposición sugieren un punto de vista cenital sobre el mundo. Es como si detrás de todo ello no hubiera tanto una evocación poética como una pequeña teoría de las efemérides en la que el espacio y el tiempo quedan ordenados bajo unas tablas numéricas de almanaque, o bajo las coordenadas de un satélite, indiferentes en cualquier caso a los deseos humanos.



@avistando