Vista de sala. Foto: Roberto Ruiz

Galería Maisterravalbuena. Doctor Fourquet, 6. Madrid. Hasta el 3 de febrero. De 6.000 a 35.000 €

Uno de los fenómenos que concurren en este momento en la escena artística española es el de la recuperación admirativa de figuras, que aunque infatigables en su trabajo y presentes entre nosotros ininterrumpidamente, en muchos casos no habían recibido hasta ahora el reconocimiento merecido; otro es la revisión de momentos y sucesos de finales de los años sesenta y primeros setenta, a los que se adscribe una significación histórica indudable, cuando no mitificada. Son revisiones y recuperaciones a las que de ningún modo negaría su necesidad ni su oportunidad, en todos o casi todos los casos en verdad imprescindibles, y de las que únicamente critico lo unidimensional del espectro artístico que cubren, y las razones, muchas veces puramente ideológicas que guían a nuestras instituciones.



Es en ese ambiente y también, creo que es de justicia decirlo, en la que es una de las líneas de trabajo iniciadas ya hace años por Maisterravalbuena, en la que hay que enclavar la presentación de José Luis Alexanco (Madrid, 1942) como artista de la galería y la idea que ha inspirado la exposición de estos Momentos alejados casi medio siglo el uno del otro. Los cuarenta y ocho años transcurridos entre la presentación de su proyecto para los seminarios del Centro de Cálculo de Madrid, en 1969, y las obras últimas realizadas por el artista como consecuencia de una reflexión ininterrumpida sobre un mismo concepto.



Una constante en el trabajo de Alexanco ha sido su investigación sobre las posibilidades plásticas del análisis de la figura humana en movimiento, en dos y tres dimensiones, y a su formalización en serigrafías sobre plástico y esculturas en metacrilato y poliéster, así como, origen y fin del proyecto, su realización en formato película, sea ésta super-ocho, como fue en un principio, sea por ordenador. Actualmente concluye Percursum, una película digital construida con el material plástico elaborado a lo largo de su trayectoria, en la que, en sus propias palabras "pinta la película", "añadiendo olvidos, subrayando deseos, omitiendo evidencias, corrigiendo tiempos...".



Momentos muestra, prioritariamente, el proceso de trabajo que siguió Alexanco en el Centro de Cálculo. Se abre con el organigrama del programa MOVNT, para la realización, en número infinito, de esculturas, que él denominaba, "transformaciones topológicas", escrito en el lenguaje Fortran IV -el que usaban los ordenadores IBM, de los que estaba dotado el Centro-; las fotografías en blanco y negro que resumen sus tres ideas principales generadoras de formas, "el hombre que cae", "el hombre que se da la vuelta" y "el hombre que corre"; varios de los apuntes manuales del artista para el trazado de ejes y curvas de nivel sobre una forma irregular inserta en un cubo imaginario de 15x15x15 cm. atravesada por un eje vertical o inclinado o por un eje correspondiente a un círculo o un ovoide; alguna de las esculturas resultantes elaboradas en plata o en metacrilato; y la demo para ordenador realizada por el artista y que se correspondería con la posible interacción del espectador.



Sorprendentemente, aunque su presencia se deba a que sustituye a una pieza de metacrilato vendida a una institución, en uno de los pedestales, cubiertas con su correspondiente urna, se exponen también, como una obra más, las fichas perforadas de IBM en las que se "escribía" el programa de ordenador.



Apunto esta circunstancia porque creo que actúa como metáfora exacta de dos tiempos, el primero el de su producción, cuando al artista le interesaba sobre todo el proceso de realización de la obra y el proyecto de formalización de un sistema de participación del espectador en la que se quería una "obra abierta", de acuerdo a las ideas expuestas por teóricos como Umberto Eco, en un libro precisamente con ese título, Abraham Moles y su síntesis de los modelos sistémico-cibernético y estético-comunicativo, o Max Bense y sus ideas sobre la estética de la información, y el segundo el momento presente en el que las herramientas de trabajo, las fichas perforadas, o los apuntes matemáticos y topológicos del artista se han convertido en fetiches del conocimiento.