Vista de sala de Generación 2018 en La Casa Encendida

Generación 2018. La Casa Encendida. Ronda de Valencia, 2. Madrid. Comisario: Ignacio Cabrero. Hasta el 15 de abril.

Artes Visuales. Sala Amadís (Injuve). Ortega y Gasset, 71. Madrid. Comisarios: Conuntos empáticos. Hasta el 7 de abril.

Coinciden en estas semanas en Madrid dos exposiciones de arte joven: Generaciones (de Fundación Montemadrid) y las ayudas de artes visuales de Injuve. La segunda es algo así como la hermana pequeña de la primera, su dotación es mucho menor -entre 3.500 y 7.000 euros frente a los 10.000 de Generaciones- y también lo es su repercusión en el medio artístico, aunque existe un baile de nombres que se estrena en Injuve, pasa por Circuitos (Comunidad de Madrid) y acaba en la Casa Encendida. Si pensamos en cualquier artista español middle career destacado, casi con toda seguridad ha pasado por aquí -Dora García o Pedro G. Romero son dos buenos ejemplos-. El resultado de este año, sin embargo, deja un sabor agridulce. Si bien entre los diez participantes encontramos nombres de sobra conocidos -muchos han expuesto ya con éxito en galerías de arte e incluso en instituciones-, algunos de los proyectos en la exposición no terminan de estar bien rematados.



Predomina el formato instalación (todas las obras menos el video de Antonio Gagliano y, con permiso de la cartela, las fotografías y la pintura de Irene Grau), algo que dificulta el montaje; existe en muchos de ellos un trasfondo político (que tiene que ver con la ecología y los intereses económicos, en el caso de Elena Lavellés, o con una reflexión sobre el concepto y las formas de autoridad, en el de Marco Godoy que ha hecho una inteligente selección de imágenes pero ha patinado en su formalización). Los hay también que han optado por una estética que tiene que ver con el futuro, como el video de Serafín Álvarez, una de las propuestas más interesantes de este año, con un 3D al que accedemos a través de una escultura-corredor-cueva en la que participamos en una deriva por paisajes naturales y por espacios urbanos de ciencia ficción. Se salen de esta ecuación la propuesta de Irene Grau sobre cómo puede marcar el entorno a la obra de arte, y las pinturas de José Díaz, sin sorpresas en su paleta y gestualidad pero presentadas de una manera muy acertada.



Cristina Mejías, A well-known foreign echo, 2017, en Injuve.

En la Sala Amadís el ganador ha sido el paisaje, abordado desde distintos prismas. Íñigo de Barrón y Andrea González han hecho un fotolibro con imágenes de una tipología de polideportivo repetida hasta la saciedad en Castilla-La Mancha; Chami An ha transferido imágenes de Barcelona a distintos soportes utilizando un algoritmo; Amaia Molinet nos habla de la vinculación entre los montes suizos y el paraíso según el Corán, y Cristina Mejías de la comunicación entre el hombre y el caballo en su doma, proyecto ya de largo recorrido que esta vez afronta con un video grabado de manera cenital.



La innovación este año viene de la mano del comisariado, que ha recaído en los arquitectos Conjuntos empáticos. El colectivo ha asumido también el diseño expositivo y ha transformado este complicado espacio marcando el itinerario con livianos estores blancos. A la entrada de la exposición, una sala de estar nos invita a quedarnos un rato. Allí ha arrancado un nuevo programa de encuentros, Interferencias, que como en el caso de Chimenea en la Casa Encendida, apuesta porque las exposiciones sigan vivas más allá de sus inauguraciones.



@LuisaEspino4