Cámara y ciudad consiste en un recorrido visual por las representaciones del fenómeno urbano en el cine y en la fotografía –esto es, la imagen mecánica, que se transformará en digital en el siglo XXI– desde principios del siglo XX hasta nuestros días. Bien es verdad que ya desde finales del siglo XIX, los artistas impresionistas, y después los expresionistas y los futuristas, habían pintado el dinamismo de la ciudad, sus contradicciones y sus tensiones. Y es probable que fuera la aparición de la fotografía misma la que motivara que las artes tradicionales exploraran espacios hasta entonces inéditos. Así, la imagen de la ciudad de los impresionistas es conceptualmente muy diferente a la de las urbes ideales del Renacimiento o la de las vedute o vistas venecianas del siglo XVIII. Con todo, estamos ante una única técnica, la pintura, un procedimiento artesanal.
Las masas de gente, la vorágine de los transportes y los rascacielos retratados por Strand y Sheeler son un festival pirotécnico en blanco y negro
Por el contrario, la fotografía y el cine suponen un salto cualitativo: se trata de imágenes realizadas con procedimientos mecánicos y, por tanto, son, en sí mismas, expresión de la nueva era industrial. Parecerían, pues, las prácticas más adecuadas para expresar los tiempos modernos. Más aún, van asociadas a fenómenos completamente nuevos, como la prensa gráfica, la publicidad, el consumo, el ocio, la sociedad de masas. Por todo ello, fotografía y cine se convertirían en los medios por excelencia para captar la actualidad, lo fugitivo, lo cambiante de la vida urbana.
La exposición se articula a partir de núcleos temáticos que siguen un orden más o menos cronológico y que se inicia con la visión heroica de la ciudad de los años veinte. No hay duda de que el itinerario que propone es, en términos visuales, de una gran potencia, gracias a las extraordinarias instantáneas, entre otros, de Henri Cartier-Bresson, Paul Strand, Lee Friedlander, Man Ray, László Moholy-Nagy, William Klein, Diane Arbus, Margaret Michaelis, Brassaï, André Kertész y Robert Doisneau. Es una de esas exposiciones que uno no puede perderse. Sin embargo, es una muestra no exenta de aristas, demasiado extensa por momentos, acumulativa e incluso reiterativa. Y es que, dada la naturaleza de su temática, se trata de una propuesta inabarcable.
Tras la exposición se ilustra una idea, una suerte de utopía, según la cual la fotografía y el cine son instrumentos para mirar y comprender el mundo, una fuente de conocimiento crítico. La cuestión no es fácil de resolver y es susceptible de polémica, sobre todo en el contexto de una muestra tan caudalosa en la que las imágenes se encadenan una tras otra. ¿Cual es, pues, el mensaje que hay detrás de esta ciudad registrada por la cámara? Algo que acaso escape al control del comisario, pero que es inherente a la imagen fotográfica –y también a este modelo de exposiciones–, el espectáculo, lo pintoresco, la atracción óptica… Nadie puede negar que la Nueva York captada por Paul Strand y Charles Sheeler en Manhatta (1921), con las masas de gente circulando por las calles de la urbe, la vorágine de los transportes y los imponentes rascacielos, es un festival pirotécnico en blanco y negro. Una pieza también muy significativa es el cortometraje de William Klein Broadway by Light (1958). En él capta los anuncios luminosos –neones, flashes intermitentes, tipografías de letreros– que iluminan la vida nocturna de Broadway: luces, formas, sombras y colores en constante movimiento como un calidoscopio sin fin, la idea de ciudad como espectáculo. Pero las imágenes nos muestran también la miseria de la gran ciudad y los conflictos sociales en otros apartados que acaban por convertirse, por asociación, en algo curioso y pintoresco.
La exhibición organizada por ”la Caixa” se ha realizado conjuntamente con el Centre Georges Pompidou de París, siguiendo la política de la Fundación de colaborar con grandes instituciones culturales europeas. El Pompidou ha prestado sus ricos fondos y, en esta ocasión, la muestra se complementa, además, con autores y colecciones españoles que dialogan con los referentes internacionales que han escrito la historia mundial de la fotografía. Una manera de reivindicar nuestra pequeña historia y poner en valor la fotografía autóctona. Entre otros, se presentan Joan Colom, Pere Català Pic, Francesc Català Roca, Leopoldo Pomés, Josep Brangulí, Xavier Ribas, Francesc Torres, Manel Armengol, Anna Malagrida y Pilar Aymerich. Una selección que ha corrido a cargo de Marta Dahó y que está orientada al público español.
Comisariada por Florian Ebner, responsable del Departamento de Fotografía del Centro Pompidou, Cámara y ciudad. la vida urbana en la fotografía y el cine tiene valores innegables. Comienza con una breve presentación que se complementa con tres piezas, la espectacular sinfonía urbana Manhatta, la célebre fotografía de Paul Strand Mujer ciega, Nueva York (1916) y el tríptico de Martí Llorens Derrumbe final de un edificio ferroviario en la avenida Icària (1989), en la que una arquitectura desaparece de manera secuencial por un efecto de transparencias. Extraña asociación que leemos en clave metafórica: la dificultad de mirar las imágenes y, como decía Susan Sontag, el carácter fantasmático de la fotografía.