Un sofocante verano de 1942, Antoine de Saint-Exupéry, exiliado en Estados Unidos desde 1940, cuando los nazis ocuparon Francia, comenzó la composición de El Principito en su ático de Central Park, en Nueva York. Sin embargo, la mayor parte de esta obra maestra intemporal de la literatura, la escribió en Bevin House, una mansión con vistas a Long Island que su mujer, la escritora y artista salvadoreña Consuelo Suncin había alquilado para animar a su esposo.
Ese manuscrito original (dibujos y texto) de El Principito, conservado en la Morgan Library & Museum de Nueva York, y nunca expuesto en público en Europa, será la pieza clave de Al encuentro del Principito, que se inaugura el 17 de febrero en el Museo de Artes Decorativas (MAD) de París. Este préstamo excepcional se complementa con originales inéditos de colecciones privadas que nunca antes se habían hecho públicos.
Anne Monier Vanryb, comisaria de la exposición en la que lleva trabajando más de dos años, explica: "El manuscrito original de la Morgan tiene más de 30.000 palabras. pero el texto final, más conciso y depurado, conservó poco más de la mitad. En las páginas expuestas se ven acuarelas preliminares, su gran disposición de integrar dibujos y texto, y se descubren personajes que no figuran en la versión final, como un cazador de mariposas, una pareja de seres humanos o el camino a frases míticas como la que le dice el zorro cuando encuentra al Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos" . Y añade: "Saint-Exupéry era increíblemente generoso y siempre regalaba muchas cosas y dibujos; por ello sus herederos y amigos han contribuido a préstamos en esta exposición, además de otros museos".
Además de estas piezas centrales de los manuscritos, el Museo de Artes Decorativas presentará más de 600 obras: acuarelas, bocetos y dibujos —en su mayoría inéditos—, pero también fotografías, poemas, recortes de periódicos, extractos de correspondencia, o documentales. Todas ellas relacionadas con la novela de El Principito y con las múltiples dimensiones de Antoine de Saint-Exupéry, trágicamente desaparecido en 1944 durante una misión de aviador de guerra en el mar.
"Esta exposición —explica Anne Monier Vanryb— desvelará aspectos desconocidos de Antoine de Saint-Exupéry, así como la complejidad y fuerza de su personalidad y todas sus facetas: el escritor, el poeta, el aviador, el explorador, el inventor, el matemático, el economista o el filósofo, impulsado toda su vida por un ideal humanista, verdadero motor de su obra". Y concluye la comisaria: "En Francia Saint-Exupéry es un mito y la exposición pretende ir más allá del mismo, presentando su mensaje original, quién era Saint-Exupéry y por qué escribió El Principito".
La muestra finalmente proporciona claves para comprender este relato tan universal como enigmático con significación filosófica. No hay que olvidar que el desierto y la rosa —su vida de intrépido aviador y su vida de amante desconcertado— fueron su inspiración, pero hay mucho más: "Ninguno de los personajes del libro lo son por azar, sino que representan claves que fueron jalonando su existencia. En este sentido, la relación del Principito con el personaje del zorro es también esencial; pocos saben que Saint-Exupéry tenía un criadero de zorros cuando tenía 20 años, o que cuando tuvo el accidente en la travesía por el desierto se encontró con un zorro".
Pionero de la aviación
Esta, que será la primera gran exposición museística de Francia dedicada al Principito, comienza con una inmersión en la infancia de Antoine de Saint-Exupéry recorriendo la vida del autor desde su nacimiento, el 29 de junio de 1900 en Lyon, hasta su adolescencia. Sus orígenes en una familia aristocrática, sus dotes de poeta y dibujante, así como su fascinación por los aviones son experiencias que irrigan su obra. Esta introducción también explora la idea misma de la infancia, el corazón que vertebra la novela.
Fue a insistencia de Elizabeth Reynal, una de las esposas de sus editores en Estados Unidos, que finalmente trabajó en "un libro infantil". Elizabeth, de origen francés y esposa de Eugene Reynal, había estado meses observando a Saint-Exupéry en Nueva York y, al notar su estrés y desmejorada salud, le sugirió que trabajar con una historia para niños, convencida que le ayudaría.
El Principito fue escrito en cinco meses, trabajando día y noche, comiendo muffins, huevos revueltos, gin-tonics, Coca-Colas y siempre con un cigarrillo en la boca. Llamaba de madrugada a amigos en París o en California para leerles los últimos párrafos y durante el día era ayudado en numerosas revisiones por colegas y expatriados franceses que pasaban a visitarlo. "Pese a su fama de distraído, era un artista meticuloso, implacable con sí mismo", señala la comisaria. Como ejemplo, antes de llegar a la célebre frase "lo esencial es invisible a los ojos", Saint-Exupéry probó 15 fórmulas diferentes, todas mencionadas en la muestra.
En una segunda sección, la exposición explora la pareja formada por la aviación y la escritura que impulsa la obra de Saint-Exupéry, y a la vez prueba que raramente un autor y un personaje han estado tan íntimamente unidos como lo están Antoine de Saint-Exupéry y su Principito. Un aviador derribado en el desierto, enfrentándose a la supervivencia, se encuentra con un extraño joven, ni hombre ni niño en realidad, quien ha viajado desde un asteroide B-612, donde vivía solo con una rosa. Esta lo ha hecho tan miserable que, en el tormento, ha aprovechado una bandada de pájaros para ser transportado a otros planetas. Es instruido por un zorro sabio y por un siniestro ángel de la muerte, la serpiente.
Heraldo de los pioneros de la aviación e inventor de avances en este campo, Antoine de Saint-Exupéry, se convirtió rápidamente en un escritor de renombre. Fue durante su servicio militar, que ingresó en la fuerza aérea en 1921, antes de unirse a Aéropostale. Sus peripecias en la línea Casablanca-Dakar en 1926, como jefe de escala en Cap Juby en el Sáhara entre 1927 y 1928, o como director de Aéropostale Argentina en 1929, son el origen de sus singulares y emocionantes historias. Estos vuelos inspiraron sus dos primeras novelas, Courrier sud (1929) y Vol de nuit, ganador del Prix Femina en 1931. Luego realizó incursiones aéreas y giras promocionales con Air France y realizó reportajes comprometidos, en España o en la URSS. Esta década trepidante la contó en su novela Terre des Hommes, publicada en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, testimonio del inclemente humanismo del autor.
En este sentido, la exposición dedica una parte a un evento esencial e inspirador: el accidente en el desierto en Libia, en diciembre de 1935, de Antoine de Saint-Exupéry y su mecánico André Prévost, durante un ataque aéreo entre París y Saigón. Este episodio y su experiencia de haber estado perdido durante casi una semana en el desierto, con sus recuerdos de soledad, alucinaciones, muerte inminente (y belleza envolvente) constituye el capítulo central de Terre des Hommes, pero sobre todo marca el punto de partida de El Principito. En esta sección se muestran objetos extraordinarios como una parte del avión en el que tuvo el accidente o la mochila del mecánico en la que guardo los pocos artilugios con los que lograron sobrevivir.
Matrimonio tempestuoso
El Principito está dedicado a "Leon Werth, cuando era un niño". Werth fue un crítico de arte judío francés, ensayista antimilitarista, anticolonialista, amigo cercano y un verdadero mentor de Saint-Exupéry. La exposición consagra una de las secciones a dos de las figuras capitales de la vida de Saint-Exupéry: al propio Werth y a Consuelo Suncin, su esposa, cuya agitada relación se estima que inspiró el personaje de la Rosa (figura femenina) de El Principito.
Saint-Exupéry conoció a Consuelo Suncin en Buenos Aires. Él estaba al frente de la Compañía Aeropostale y ella, con solo 25 años, era ya doblemente viuda. Se casaron en 1931 y su relación, separándose y reuniéndose a través de los años, resultó, como poco, tempestuosa. La historia de amor central del Principito y la Rosa se deriva, al menos en parte, de su complejo romance con su esposa, Consuelo, de quien la rosa toma su tos y su frivolidad, su imperio y sus repentinos desmayos. (Mientras él se había perdido en el desierto en el 1935, ella había estado lamentando públicamente su pérdida en su propio "asteroide", su mesa en la célebre Brasserie Lipp en la divina Rive Gauche de París).
A pesar de tener un matrimonio 'sinigual', en la novela Consuelo es su "flor", que "creció" en su planeta y que él protege bajo una campana de cristal. Curiosamente entre los revisores de la novela de El Principito se encontraba Denis de Rougemont, escritor suizo y amante de Consuelo, quien incluso sirvió como modelo para las ilustraciones de la obra. Después de la desaparición de Saint-Exupéry en 1944, De Rougemont ayudó a escribir la autobiografía de Consuelo, Mémorias de la rosa.
La escritura de El Principito está salpicada de ilustraciones, un elemento que ha hecho aún más famoso este libro. Es alrededor del dibujo que el aviador y el Principito se encuentran: "Por favor... ¡dibújame una oveja!". Por ello la penúltima parte de la exposición examina el lugar fundamental que ocupa el dibujo en la vida del autor, para quien según la comisaria, era "un segundo lenguaje que reforzaba y sostenía su palabras". El conjunto de dibujos de Antoine de Saint-Exupéry, reunidos para la muestra, constituye un importante testimonio del talento del autor y demuestra que siempre dibujó, a menudo sobre sus cartas o sus borradores, a veces en cuadernos o a plena página, en medio de sus manuscritos.
Anne Monier añade: "El dibujo representaba también una forma de estar en contacto con su infancia. Comenzó a dibujar de niño, enseñado por madre, y nunca paraba de dibujar. En la exposición se muestran carnés de dibujos fantásticos, cartas que le escribía a su madre, en las que siempre le dibujaba, u hojas de cálculo para sus estudios de avión con dibujos. Nunca paraba de dibujar; hasta en sus misiones de aviador retrataba a sus compañeros". En esta sección se incluye en manuscrito de su primera novela Courrier du Sud con dibujos, algo inédito pues se publicó sin ellos. Y concluye: "Esta exposición es en realidad una síntesis de toda su vida y de cómo quiso dar un mensaje universal y difundirlo a sectores de la población que no habrían llegado de no ser por sus dibujos".
En primavera de 1943, justo antes salir de Nueva York para reincorporarse a las fuerzas aliadas como piloto de guerra de misiones (casi suicidas) de reconocimiento, se presentó en el apartamento de Park Avenue de su amante Sylvia Hamilton vistiendo su uniforme militar y le entregó una bolsa de papel marrón diciéndole: "Me gustaría darte algo espléndido, pero esto es todo lo que tengo". Dentro de la bolsa estaban el manuscrito y los dibujos originales de El Principito que conservan la Morgan Library desde 1968. A pesar de su frase a Hamilton, se sabe que Saint-Exupéry se encontraba enormemente orgulloso de su obra y casi siempre llevaba consigo una copia, la cual solía leerle a otros durante la guerra.
El final
Antoine de Saint-Exupéry desapareció a bordo de su bimotor el 31 de julio de 1944 durante una misión de reconocimiento aéreo en el Mediterráneo, cerca de Córcega, poco antes de la liberación de Francia. Tenía 44 años. No llegó nunca a cobrar un solo dólar por los derechos de autor.
Para concluir el recorrido, la exposición bucea en la vida póstuma de la novela de El Principito, como el doble literario que sobrevive a Saint-Exupéry, mucho después de su muerte, a través de 120 ediciones extranjeras entre los casi 500 idiomas y dialectos a los que ha sido traducido el libro.
Si tuviéramos que extraer la esencia de esta magna exposición, se traduciría en la forma excepcional con la que el ideal humanístico de la novela y del propio Antoine de Saint-Exupéry recorre todas las secciones de la muestra. El escritor, señala la comisaria, estaba convencido que "es el tiempo que pasas construyendo una relación y no la otra persona, lo que cuenta". Este mensaje primordial que se traduce a todas las escalas y manifestaciones del amor, la amistad o la humanidad, se plasma en una de las muchas sabias y legendarias frases que el zorro le dice al Principito:
"C’est le temps que tu as perdu pour ta rose qui fait ta rose si importante". (Es el tiempo que has perdido en tu rosa, lo que hace que su rosa sea tan importante).