Elias Canetti

Elias Canetti

En el género literario de la novela y del cuento la ficción es más que un elemento añadido al suceso o la fantasía de la que nace el texto. La ficción es una necesidad para que exista el cuento o la novela. Lo que ahora se repite como descripción de la novela, el vargasllosiano dicho "de la verdad de las mentiras", necesita del invento ("miento, miento, cada vez que no invento", escribió Carlos Barral) y de la palabra para ser una novela, un relato, un cuento más o menos largo.

Lo que en literatura es un éxito, la ficción y la verosimilitud de la palabra, en política es un fracaso. El tablado de la farsa de la política nacionalista, cualquiera que sea él nacionalismo se basa en un relato de ficción que hay que llenar de épica para ganar adeptos, hacer adictos y asustar al máximo al adversario. El nacionalismo, pues, necesita víctimas de mentira, épica llena de embuste y canallesco discurso de felicidad. El más mentiroso nacionalismo de la Historia de España lo fundó un general, Francisco Franco Bahamonde, el sapo Iscariote y ladrón (así lo llama León Felipe en uno de los poemas de la "Antología rota"), después de una Guerra Civil injusta y criminal. Ese nacionalismo (nacional-catolicismo) se apropió de todos los iconos de la nación de todos para hacerlos sólo suyos: esa fue una mentira canallesca. Como todos los nacionalismos, el nacionalismo franquista encubría en sus orígenes una dictadura. Duró cuarenta años: lo suficiente para que las nuevas generaciones de los nacionalismos periféricos, insaciables, detestables y obtusos, se confundan al decir que seguimos viviendo en el franquismo. La ignorancia es tan atrevida que, hace muy poco, un amigo nacionalista catalán me decía por teléfono algo que, mentira tras mentira, repiten ahora en las calles de Cataluña tomadas por la CUP: Cataluña tiene ahora dos enemigos, el ISIS y España. El canallesco principio de la mentira brilla ahora en los cuatro puntos cardinales de Cataluña y está a punto de rebrotar en Euskadi, ante la debilidad y los errores mostrados en los últimos tiempos por el gobierno de España. Un año de afirmaciones negando la presencia de las urnas en las tierras de Cataluña para el referéndum del pasado 1-O terminaron con urnas a la vista de todo el país y con gente votando ilegal e ilegítimamente un referéndum que no iba, según el gobierno español, a celebrarse. Craso error, tremendo fracaso, pésimo y lamentable espectáculo.

Ese día, el 1-O pasado, vi por televisión durante algunas horas de la mañana lo que estaba pasando en Barcelona y toda Cataluña. ¿Y la llamada mayoría silenciosa? En sus casas, asustados, temerosos, retraídos en su propia tierra. Tendrán que demostrar que son una mayoría y ser, además, menos silenciosa si quieren que sigamos pensando que existe. Tendrá el gobierno de España que cambiar sus estrategias para que no se produzcan mayores desgracias. Ese día, digo, me cansé de ver en televisión cuanto estaba viendo. Me cansé de la tristeza y me metí en mi biblioteca dispuesto a escribir algunos párrafos del capítulo que estoy escribiendo de mi novela en marcha Cuatro veces mariposa. Pero no escribí ni una palabra. Me fui a los libros y tomé en las manos una lección de ética y estética descomunal, para salir de la tristeza: Masa y poder, de Elias Canetti, el escritor descubierto por el gran Jacobo Muchnik (y no por su hijo Mario, como se repite todo el tiempo a ver si cuela la mentira, una más en un mundo lleno de mentiras). Ahí está todo lo que estaba pasando en Barcelona. Acaricié el Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce, al que tanto cito y del que tanto he aprendido lectura tras lectura. Leí los poemas de la "Antología rota", una vez más, y recordé que en los tiempos de Franco ese libro era capital en la resistencia universitaria y sindical, años 1967 a 1970. Yo estaba allí y puedo garantizarlo. Leí, sobre todo, una y otra vez, aquel poema que declamaba una y otra vez en los circuitos universitarios de Madrid cuando era estudiante: 'Romero solo'. "Ser en la vida romero, / Romero solo que corre siempre por caminos nuevos...". Gran poema para la tristeza.

En fin, vivimos tiempos aciagos llenos de mentiras. El relato de la realidad se trufa con tantas mentiras que termina por ser un embuste de magnitudes siderales. El nacionalismo es el más grande creador de mentiras, mucho más que las creadas por el capitalismo o por el comunismo. He visto a amigos míos, de gran fe internacionalista durante años, pasarse al refugio de los canallas, la patriotería y el nacionalismo. He visto y sufrido las traiciones de cientos de mediocres que entraron en el comunismo porque estaba de moda "aquella superioridad moral" y ahora militan en el fervor patriótico de la mentira por las mismas razones: está de moda y "es superior moralmente". Esa antigualla, qué tristeza.