La poesía encierra siempre secretos que el poeta va descubriendo en cada poema. La poesía es, sobre todo, una vocación posesiva, una convicción que va más allá de la apariencia y está instalada en la esencia misma de la palabra. La geografía de un poeta es su poesía misma, el vicio de acariciar y mimar la palabra hasta convertirla en oro escrito. Eso es lo que hace la poeta Acerina Cruz (San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria, 1983) en cada uno de sus versos: dar la palabra a la afirmación y confirmación de su vocación. Por eso digo que cada poema de Acerina Cruz la convierte y la dibuja hacia fuera, hacia el exterior, en convicta y confesa de poesía.
Si la arena resiste (Versátiles Editorial) es un libro de poemas que consagra la incomodidad necesaria de la poeta observando y examinando su entorno: el turismo, la presencia constante y cotidiana de extraños que de repente te se vuelven cercanos y necesarios. Poema a poema compone Acerina Cruz una historia real que encubre esa incomodidad del poema-fotografía. Lo sé, porque a veces la tierra se convierte en un resort turístico que nos incomoda y al mismo tiempo nos es necesario para la subsistencia colectiva y personal.
Dije antes que en la poesía hay siempre un secreto. Bien, pues en la poesía de Acerina Cruz que se ve, lee y aprende en Si la arena resiste hay un juego secreto y contradictorio, tal vez las ganas de huir como un nómada cualquiera y quedarse estática cumpliendo el ritual del sedentario. Y hay una protesta que la poeta sabe inútil, porque la realidad es suficientemente poderosa para imponer un cuadro de incomodidades que acompaña a la poeta en su recorrido por Si la arena resiste. Y es para reflexionar cada poema de Cruz, para profundizar en el pozo de rara tristeza que encubre y casi siempre oculta la realidad en el fondo del alma de la poeta.
Sin embargo, el sol sale todos los días, el sustento está asegurado en cada uno de los poemas y la arena resiste; la playa es hermosa, el horizonte es también insularidad y el mar, ¡ah, el mar!, esa compañía inmensa que nos rodea con sus mil brazos, que a veces nos aprisiona y llega a ahogarnos, y otras veces nos limpia los malos augurios y nos concede un instante de arena feliz, de felicidad y plenitud. He ahí el poema, convicto y confeso, como la poeta Acerina Cruz, cómplice y protagonista del arte fotográfico y esencial de la palabra poética.
En El pez limpiafondos (Versátiles Editorial), Acerina Cruz y el mar son la misma cosa. El buceo constante de la metáfora encuentra referentes que el lector debe desentrañar con la lentitud constante y la perseverancia de un pez limpiafondos. En este libro de poemas, la poeta cincela esculturas de palabras que encuentran su espejo en las referencias de las que hablo. Tengo para mí que la poesía no es otra cosa más que una cadena de referencias y lecturas, de influencias y sabidurías que el poeta va buscando para ordenar su mundo interior y, de paso, dar pistas para ordenar el mundo exterior.
Me ha gustado mucho El pez limpiafondos. En las circunstancias geográficas y biográficas de Acerina Cruz, en la vida misma de la poeta, hay una serenidad que se mira en el espejo de sus lecturas poéticas. No existe poeta sin lecturas; que hoy la gente en general, anónima y osada, se lance a escribir lo que ellos mismos llaman poesía sin un bagaje poético y una mochila cultural lo suficientemente fuerte a la espalda, es una falta de respeto insoportable. Hay "poetas" hoy por miles; la indecencia de quien no es poeta al decir que escribe poemas y que es poeta clama al cielo, pero no se puede hacer nada: la cultura de la incultura y la mediocridad la ejercen en estos instantes de nuestro mundo cruel legiones de ignorantes que se lanzan al mar en aguas profundas sin saber nadar.
Por eso se sabe quién es y no poeta a la primera lectura de sus poemas. Acerina Cruz, por eso lo digo, es una verdadera poeta que nada en aguas profundas con la solvencia de una plusmarquista; cada poema de El pez limpiafondos es una brazada perfecta en alta mar, sin tener en cuenta ni bichos ni otras ruindades del espectro contemporáneo.
Si la arena resiste, la poesía también. Si el limpiafondos bucea auscultando incluso territorios imaginarios lleno de recuerdos y referencias poéticas es porque la poeta Acerina Cruz se toma la poesía, convicta y confesa la poeta, con la seriedad vital de los grandes poetas. La poesía para ella es la misma resistencia con la que hay que respirar bajo el agua transparente del mar y de la vida. En fin, si la arena resiste, la poesía también, y Acerina Cruz lo sabe, poeta al fin, con vocación convicta.