Acaba de concluir una edición de Documenta, la novena, marcada por grandes títulos que ha ofrecido una apasionante panorámica de un género que goza de un momento especialmente vibrante. Gracias a sus necesidades presupuestarias menos exigentes, los documentales son muchas veces un lugar privilegiado para esa experimentación y riesgo que uno echa tanto de menos en la producción comercial, incluida muchas veces la del cine "independiente" y etc. Por la otra, sin desdeñar el poder de la ficción, el documental es una herramienta de primera mano para profundizar en otras culturas y derribar fronteras de incomunicación e incomprensión. Documenta también supone un billete hacia los países más variopintos y exóticos para darnos una posición de espectadores excepcionales en su intrahistoria.



Esa capacidad del documental para abrir una ventana privilegiada a otros países y entornos que nos resultan de difícil acceso es especialmente visible en el trabajo de Zhao Liang. Crime and Punishment, sobre dos jóvenes policías, ambos inexpertos, violentos y al mismo tiempo entrañables, un tanto tontos a lo Hernández y Fernández, que operan en la frontera entre Corea del Norte y China, nos ofrece momentos de gran cine, como el monólogo a cámara de un anciano buhonero acosado por una oficialidad absurda y destructiva como esa posibilidad de observar la realidad china sin filtros ni cortapisas. En las películas de Liang, como en la espléndida Farewell to Yuangmigyuan, en la que asistimos a íntimas conversaciones entre unos artistas a punto de ser arrestados por el Gobierno, o en la brutal, demoledora y maestra Petition, nos hace sentir "uno más" en lo que se está contando. Liang, como todo gran artista, tiene la capacidad no solo de mostrarnos una realidad sino de hacernos partícipes de ella. Uno sale indignado, conmovido y entiende una realidad tan crucial hoy en día como la china en sus propias carnes. Debo decir que su trabajo me ha parecido lo más extraordinario de esta Documenta.



Otra película china, Vanishing Spring Light, Premio Honorífico del Jurado, firmada por Xun Yu, es una producción poderosa, profunda y a ratos magistral que también nos abre una mirilla a la intimidad más dolorosa pero también más feliz y luminosa de la vida cotidiana en ese país. La película narra los últimos días de la abuela Liang y con gran sutileza el director traza un paralelismo entre la decadencia de esta mujer y las brutales transformaciones de la sociedad china. El final de la anciana corre paralelo al de su barrio, Calle Oeste, un barrio milenario en el que debido al boom las casas han multiplicado por mil su valor provocando que sus descendientes peleen por una herencia suculenta e insospechada para una familia obrera. Esta película sobre el fin del mundo abruptamente sustituido por otro ha sido un tema muy presente en Documenta: la idea del fin de una era y las consecuencias sobre las personas.







Fotograma de The Vanishing Spring Light, de Xun Yu





Lo vemos en No-Res, vida i mort d'un espai en tres actes, firmada por Xavier Artigas. El catalán, con ese estilo sobrio impuesto por Pedro Costa en el documental con ínfulas cuya influencia es brutal y que no siempre se adopta de forma inspirada, narra la destrucción de la antigua colonia textil Castells. Un enclave fuera del tiempo en el barrio de Barcelona de Les Corts, un lugar que a lo largo de las décadas, como West Street, ha abandonado sus raíces obreras para someterse a un proceso de aburguesamiento que lo ha desposeído de sus raíces. José Luis Guerín lo contó mejor en la canónica En construcción y al trabajo, por otra parte notable, de Artigas quizá le falta profundizar en los personajes y las situaciones, pero expone de manera convincente esa tendencia, que se da en todas partes pero en España es especialmente visible, de buscar la modernidad despreciando el pasado y destruyéndolo traicionando a la memoria y a la propia belleza. La película ganó el primer premio en la categoría de largometraje nacional.



Algo parecido, aunque no lo tengo muy claro, quiere contar otro documental español, Edificio España, sobre las obras de reconstrucción del emblemático rascacielos de Plaza España. Haciendo uso, de nuevo, de ese tono áspero de vocación morosa y poética, Victor Moreno también hace un apunte sobre la convivencia de 200 nacionalidades en esa obra. No es un trabajo desdeñable pero Moreno falla a la hora de emocionar al espectador y se dispersa. Más inspirado resulta A nossa forma de vida, documental portugués de Pedro Filippe Marqués, donde otro mundo se acaba, el de los ideales de dos viejos comunistas en Oporto que asumen con entereza la cercanía de la muerte mientras oponen sus ideales izquierdistas a una realidad de crisis dominada por el poder de los mercados, la especulación y las directrices del FMI y la prima de riesgo. Marqués realiza un retrato sensible y conmovedor de sus propios abuelos jugando con inteligencia con la superposición de imágenes y los claroscuros. Los comentarios de la abuela de la gente que ve a través del ventanal son memorables como la escena del abuelo diciendo que no es el dueño de la casa sino un electricista de paso. La película ofrece un modelo de rebeldía posible y contradice la idea de que uno se vuelve conformista con los años.



La realidad de Portugal también aparece en el corto ganador del premio honorífico del Jurado, Agua fría, de Pedro Neves, una inspirada reflexión en clave poética sobre las desdichas de la clase obrera de ese país. El elemento político, por supuesto, es clave siempre en Documenta y es el protagonista de numerosos trabajos, incluidos los ya reseñados. Aparece de forma prístina en más documentales de 2012. El turco 8+1, de Angelika Brudniak y Chyntia Madansky, es una interesante aproximación a las fronteras de Turquía, marcadas por fuertes contrastes a uno y otro lado además de pavorosas historias. La trágica realidad de los kurdos que habitan en los contornos de Siria, Irán, Irak se erige como protagonista de un trabajo algo repetitivo que pierde mucho fuelle cuando llega a las paupérrimas Grecia y Bulgaria, donde los autores no han encontrado nada interesante que contar. Hay momentos de inesperada comicidad, como esa señora turca de la frontera con Georgia que dice que su familia iba bien hasta que llegaron las "natashas", léase las prostitutas rusas que han invadido la zona o de gran fuerza trágica como esas niñas que profesan lealtad eterna a la causa kurda.



El asunto político suele estar ligado a las viejas heridas que no cicatrizan. Spectres es un interesante documental belga de Sven Augustijnen, indaga en las circunstancias no aclaradas de la ejecución del revolucionario congoleño Patrice Lumumba en 1961, en pleno proceso de descolonización. El realizador se muestra, al son de La Pasión de Bach, como un inspirado cineasta que maneja bien su cámara nerviosa e incluso insolente, es particularmente intensa la primera escena en la que se presenta a un aristócrata heredero del gobernador del Congo en la época. El filme transmite bien lo turbio del asunto pero se equivoca al dar demasiada información por sentada y en su afán por resultar artístico a veces es demasiado confuso y oscuro. Otro trabajo en esta línea es el más convencional El cielo abierto. Con un tono muy cercano al documental televisivo tradicional, esta película mexicana de Everado González supone una interesante y didáctica aproximación a la figura de Monseñor Romero, líder de la Iglesia en El Salvador que se opuso al Vaticano, el poder político de su país, controlado por los blancos ricos, y lo pagó con su vida durante los convulsos 80. Cabe destacar el excelente trabajo archivístico y la fortaleza e impacto de unas imágenes de la época que nos acercan a un conflicto fundamental del siglo pasado aún no resuelto del todo.







Fotograma de Planet of Snail, de Seung-yun Jing





Hay que celebrar los logros del galardonado con el primer premio de largometraje internacional Planet of Snail, una película coreana firmada por Seung-yun Jing, ciertamente asombrosa y conmovedora. Los Snails, caracoles, es como se llaman a sí mismos unos ciegos sordomudos que dependen del tacto para poder sobrevivir y comprender el mundo que tienen alrededor. Es un filme sensible y muy bello que cuenta con una pareja de excepción, el muy conmovedor matrimonio formado por un joven sordo y ciego y su mujer, una enana con joroba. Su amor, tan extraordinario y tan real, es el contrapunto a una película que nos obliga a ver el mundo desde otro punto de vista y que es uno de los mayores logros de esta Documenta. Rubrica una edición excepcional en la que lo único que lamento es no haber visto todas sus películas. Documenta, sin duda, es uno de los grandes acontecimientos para el cinéfilo a lo largo del año. En tiempos de zozobra y recortes, es especialmente importante recordarlo.