Desayuno de la FAPAE esta mañana para desvelar los datos del cine español fuera de nuestras fronteras. Acto estrella de los Spanish Film Screenings, o Madrid de Cine, reunión de compradores internacionales que vienen a nuestro país durante tres días de junio a comprar películas patrias. Suele ser el momento álgido de Pedro Pérez, presidente de la asociación de productores, porque saca pecho: una vez más, el cine español recauda fuera más que dentro de nuestras fronteras. En cifras, 185 millones en el extranjero y 93 dentro. El documento que te entregan a la entrada del desayuno, concurrido como pocos, con todas las grandes figuras del periodismo de cine patrio, ya te marca el titular: "El cine español recauda más fuera que dentro".



Por una parte, es curioso que se haga noticia de algo que debería ser normal. "Fuera" es muchísimo más grande que dentro, como salta a la vista. Por otra parte, es lógico el despecho de un sector que se siente poco vindicado y valorado y que se ve arrasado por el generalizado descenso de espectadores en las salas. Pérez aprovechó que, para colmo, la recaudación exterior fue el doble que en 2010 para quejarse lo justo y tratar de infundir cierto optimismo en medio de la negrura. Muchas de las cifras del documento, sin embargo, son muy malas para el cine. Para empezar, una película que nadie reconoce fuera como española como Midnight in Paris se lleva la mitad, literalmente, de la recaudación. Y queda claro que el sector está en una situación límite. El presidente de Rentrak ha señalado que en los tres primeros meses de 2012 se ha perdido casi un 20% de espectadores y esta primavera la cosa va a peor.



Más malas noticias y paso a las buenas, que alguna hay. Salázar Simpson, presidente de los productores, ha comentado el descenso de un 36% en la producción. Es una caída más que notable. Al parecer, en abril, gracias a los créditos blandos del ICO, se ha moderado hasta un 18%. Simpson, que ha producido el éxito No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, ha hecho mucho hincapié en la importancia de contar con el mercado internacional y ha convertido a los agentes de ventas en casi productores asociados al proponer que las películas se financien es prevendiéndolas antes de empezar a rodar. Con las buenas cifras sobre la mesa, el productor ha querido poner una nota de optimismo, como diciendo, las cosas cambian y nos sabremos adaptar. El cine español siempre ha oscilado entre un cierto optimismo y la queja. Pedro Pérez ha repetido varias veces que "nos quieren más fuera" y que "nos queremos poco".



Y en parte, Pérez tiene mucha razón. Hay buenos datos. Por ejemplo, que más allá de la película de Woody Allen, se han distribuido más películas españolas este año (110), un 20% más que el anterior, o que se han realizado 255 estrenos frente a los 222 de 2010. El cine español va ganando enteros y prestigio a nivel internacional desde hace años y ya he hablado muchas veces de esa realidad: tenemos peor imagen dentro que fuera, lo cual tiene algo de terrible y también de deprimente. Las más exitosas, Biutiful (39 países), Midnight in Paris (33), You Will Meet a Tall Dark Stranger (29), La piel que habito (26, a estas alturas 42), Los ojos de Julia (21), Un dios salvaje (11) y otras como También la lluvia (9) o Balada triste de trompeta (10). Todo esto es mucho más importante de lo que pueda parecer, cada vez que un extranjero ve una película española se asoma a nuestra cultura, a nuestro paisaje, a nosotros mismos. La capacidad del cine para generar "buena imagen" o interés o aprecio o puro negocio es infinita e incalculable (¡cuántas cosas hemos exportado de Estados Unidos por ver sus películas! da miedo pensar que parte del éxito comercial de ese país se debe al de sus películas).



Agustín Almodóvar ha recogido el premio a la película española con mayor repercusión internacional (debido a las normas del premio, la de Allen se queda fuera de la competición). Almodóvar ha dicho una cosa interesante, que la internacionalización es buena pero no a costa de perder la identidad. Es muy fácil contratar a un actor famoso, ha dicho, y tener un potencial internacional pero después el mercado es muy competitivo. Yago García, de Cinemanía, ha preguntado precisamente por eso, por esa posible desnaturalización del cine español que sería cada vez menos español en todos los sentidos. Siempre he pensado que lo local es lo más universal. Una va a ver películas japonesas para ver cómo es Japón, no para ver a Tom Cruise como protagonista. Es importante, cada vez más, que haya directores españoles haciendo un cine realmente español.



Dos conceptos importantes. Por una parte, el indiscutible y creciente interés que nuestra cinematografia genera en el extranjero, oh paradoja, coincide con el peor momento de la industria desde la democracia. Segundo. El cine español es nuestra forma de enseñarnos al mundo, funciona y es uno de nuestros grandes activos. Apoyar al cine significa apoyar muchas cosas que no tienen que ver con el propio cine. Y que necesitamos más que nunca.