Todos los periodistas culturales, llegados a cierto punto, nos planteamos, o sufrimos, una pregunta: ¿Vale la pena decir la verdad? Hay quien ha prosperado a base de hacer la pelota, es mala técnica moralmente, pero se le puede sacar partido. Existe la cuestión "pan para hoy, hambre para mañana". O sea, cuando uno acaba beneficiando a quienes le interesan o utilizando el poder de la letra impresa para que le inviten a fiestas o tener amigos famosos, funciona, pero te consideran un pardillo. O sea, que estás, pero para lo que estás. Y cuando te dejan estar.



En España la cuestión es complicada porque el país es pequeño, y es difícil mirar a los ojos a quien acabas de decir que lo que hace da pena. Para colmo, somos un país de sangre caliente. La crítica no es intelectual y parte del respeto, es personal. Si no te gusta y eres el realizador de la película o si eres de derechas y el otro de izquierdas, si eres españolista y el otro catalanista, no tienes opiniones diferentes y legítimas, eres el "enemigo". No se trata de dialogar y engrandecerse con el diálogo, se trata de "ganar", se trata de destruir. Se trata, al fin y al cabo, de odiar, nuestro pecado original.



Existe la cuestión del patriotismo. ¿Cuando las cosas están tan mal, es mala idea cargarse una película a sabiendas que un productor se puede ir a la ruina o es más "patriótico" defenderlo a toda costa para que la nave vaya? El verdadero patritiosmo, el verdadero amor no por quienes comparten tus ancestros sino el lugar en el que vives, vengan de donde vengan, no se demuestan con la complacencia o como dice Lermontov con las "golosinas" sino con la valentía de decir no tanto lo que uno piensa como lo que uno siente.



Y existen los artistas, tan sensibles ellos. Chicos, hay que saber encajar. Pretender que a todos guste y adoren tu trabajo es pretensión propia de Saddam Hussein o el mulá Omar. Incluso el mejor de los creadores no emocionará a todo el mundo y el más mediocre de los realizadores tiene derecho a gustar a algunos. Lo más difícil de convivir no es lo que nos une sino respetar lo que nos distingue. El artista no lo es más por triunfar sino por buscar. La cultura, afortunadamente, sobrevivirá.