Espíritu navideño
[caption id="attachment_798" width="150"] Una vida sencilla de Ann Hui[/caption]
No deja de ser curioso cómo han cambiado los tiempos. Si hace no tantas décadas en Navidad los cines se dedicaban al cine familiar y emotivo, ahora el estreno más potente del 25 de diciembre ha sido, nada menos, que la Nymphomaniac de Lars Von Trier. El mejor cine familiar viene, curiosamente, de tres películas japonesas donde, que yo sepa, no hay tradición de colgar adornos del árbol de navidad. El remake Una familia de Tokio de Yamada se ha convertido en una de las sorpresas de última hora de la cartelera, gracias en parte a ese público veterano que comienza a ser la principal clientela de las salas. Ganadora de la última Seminci, Yamada emplea un tono muy parecido al de Kore-eda en De tal padre, tal hijo y el de la cineasta de Hong Kong Ann Hui en Una vida sencilla, que acaba de llegar a la cartelera.
Una vida sencilla trata de capturar la belleza de la vida en sus momentos más simples y delicados. La directora cuenta la historia de un productor de cine que cuida de su anciana chica de servicio, una mujer que ha entregado su vida al cuidado de él y sus hermanos. Sus padres se han exiliado en Estados Unidos y el treintañero productor, un hombre solitario al que no conocemos ninguna relación sentimental, se esmera en que esa señora viva como una reina los últimos años que le quedan. Adivinamos que fue el hijo de unos padres exitosos y ocupados y que no le hicieron mucho caso de pequeño y que esa mujer quisquillosa y meticulosa en su arte del cuidado de los demás ha representado el papel real de madre.
Es llamativa esa figura solitario del productor de cine y cómo el filme logra dar una imagen del mundo de quienes hacen películas mucho más realista, o por lo menos así es en España y probablemente en todas partes que no sea Hollywood o incluso allí, que la de esas películas americanas de fiestas y derroche. Ese joven soltero, sin muchos amigos ni grandes actos sociales, que asiste al estreno de una de sus películas con una enorme distancia al factor glamuroso del asunto y que acaba regresando a casa acompañado de una anciana señora que fue su cuidadora es francamente conmovedora y refleja muy bien el hecho de que en el cine hay personas que hacen películas y llevan vidas completamente normales.