Un fotograma de la serie 'Los años nuevos' (Rodrigo Sorogoyen, Sara Cano y Paula Fabra).

Un fotograma de la serie 'Los años nuevos' (Rodrigo Sorogoyen, Sara Cano y Paula Fabra).

En plan serie

El año de las luces de las series españolas: 'Celeste' y 'Los años nuevos' rematan la gran cosecha de 2024

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No es casual que este post se publique coincidiendo con el estreno de Celeste (Diego San José, 2024) en Movistar Plus + y de la primera parte de Los años nuevos (Rodrigo Sorogoyen, Sara Cano y Paula Fabra, 2024) en salas de cine. Asumiendo que todavía queda mes y medio para cerrar el presente ejercicio, no nos parece descabellado evaluar los resultados de una cosecha que supera con creces a la tan cacareada de 2020, la de Veneno (Javier Calvo & Javier Ambrossi, 2020), Patria (Aitor Gabilondo, 2020) y Antidisturbios (Rodrigo Sorogoyen & Isabel Peña, 2020).

Podríamos abordar el análisis desde la evolución de las plataformas, con Movistar Plus+ y Disney+ perfilando con mayor precisión que el resto sus respectivas líneas editoriales. Podríamos hacerlo, también, desde la oscilación genérica: cuando hay grandes dramas, las comedias casi desparecen, y viceversa.

Curiosamente, hace cuatro años las comedias fueron muy superiores a los excesivamente laureados dramas, aquellos que se llevaron todas las portadas y parabienes. Ahí están para corroborarlo Mira lo que has hecho (Berto Romero, Rafel Barceló & Enric Pardo, 2018-2020), Vamos Juan (Diego San José, 2020) o Vergüenza (Juan Cavestany & Álvaro Fernández Armero, 2017-2020).

Podríamos marcarnos un name-dropping de títulos sin examinarlos a conciencia porque a) espacio obliga y b) muchos de ellos ya han aparecido en estas páginas, pero sería una tarea tan poco provechosa para ustedes como la de atender al enésimo listado desprovisto de cualquier aportación relevante. Si lo suyo son las listas, este no es su sitio.

Propongamos, pues, una fórmula intermedia, una aproximación más bien estructural que, en última instancia, busca reivindicar el robustecimiento de las llamadas series medias, alejadas de los postulados más vanguardistas, pero desarrolladas con solvencia y que, a su vez, encuentran cierto respaldo en las audiencias en estos tiempos de atomización espectatorial.

Un fotograma de la serie 'Querer'

Un fotograma de la serie 'Querer'

En cualquier caso, la sola concurrencia, en el mismo curso, de Querer (Alauda Ruiz de Azúa, Júlia de Paz & Eduard Sola, 2024), Celeste y Los años nuevos, nos autoriza para confirmar que el 2024 ha sido un buen año para la teleficción nacional, si bien esa calificación necesita de mayores argumentos que únicamente la cita de tres títulos -el nivel de producción ha vuelto a ser altísimo y la estadística nos desmentiría rápidamente- para ser refrendada.

Nótese, en primer lugar, la preponderancia del drama en sus distintas formulaciones, desde el romántico (Los años nuevos) hasta aquel que se agita bajo el disfraz del estudio sociológico (Querer, El caso Asunta) pasando por la autoficción sanadora (Yo, adicto) o la revisión de episodios recientes de nuestra historia tal y como muestra Nos vemos en otra vida (Jorge & Alberto Sánchez Cabezudo, 2024), drama injertado de thriller en el que brilla un imponente Pol López.

Solo Celeste, y de manera muy tangencial (e insisto en lo de muy), flirtea con la comedia, un género que este año ha quedado reducido a la monocorde producción de la factoría de conservas Caballero (Machos alfa, Muertos S.L.) y a un nuevo intento de comedia ultraliberal perfilada por los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat, nos referimos a Bellas artes, bastante menos afortunada que la desternillante El encargado; eso sí, ambas amarradas a la misma cosmovisión.

En el fondo de armario de Prime Video sobresalió En fin (David Sainz & Enrique Lojo, 2024) esa comedia sobre el apocalipsis que no llegó y que ofrece una incómoda y poco complaciente mirada sobre esta nuestra sociedad. Precisamente, dentro de la sección audiovisual de Amazon tuvo buena acogida la endogámica y alargadísima Medina: el estafador de famosos (Jorge Ponce, Javi Valera, Borja González Santaolalla, Laura Márquez & Rubén Ajaú, 2024), que nos interesa más por su intento (no logrado) de desmontar los mecanismos del true crime en tanto en cuanto ello se revela como síntoma del buen funcionamiento de las llamadas producciones de nicho.

De hecho, Cómo cazar a un monstruo (Carles Tamayo & Ramón Campos, 2024), un true crime que, pese a sus desaciertos, incorpora una nueva mirada sobre el formato relacionada con los social media, ha sido su gran éxito de 2024. En realidad, y desde una óptica crítica, sus propuestas minoritarias (adscritas a géneros y/o formatos muy concretos, con pequeños presupuestos) han sido mucho más interesantes que sus producciones de mayor envergadura, caso de la inenarrable Reina Roja (Amaya Muruzabal, 2024) o de la aparatosa Los Farad (Mariano Barroso & Alejandro Hernández, 2024).

Un fotograma de la serie 'Celeste'

Un fotograma de la serie 'Celeste'

En esos mismos parámetros se ha movido la producción nacional de Netflix, cuyas grandes apuestas han resultado ser dislates del tamaño del Teide, ya sea la indescriptible La última noche en Tremor (Oriol Paulo, 2024), dramas médicos como Respira (Carlos Montero, 2024), que hacen que Anatomía de Grey parezca Anatomía de un hospital (Arthur Hiller, 1971) o toda una sucesión de thrillers que se mueven entre el acartonamiento (Asalto al Banco Central), el disparate (Mano de hierro) o la infructuosa tentativa de replicar fenómenos de éxito, que es lo que sucede con Clanes (Jorge Guerricaechevarría, 2024), cuya comparación con Fariña (Ramón Campos, Gema R. Neira, Cristóbal Garrido & Diego Sotelo, 2018) es inevitable.

Precisamente, el gran pelotazo de la compañía de la gran N roja en España ha venido de la mano de los mismos creadores de Fariña. Nos referimos a El caso Asunta (Ramón Campos, Jon de la Cuesta, Gema R. Neira & David Orea Arribas, 2024), que dramatiza un true crime que la misma productora (Bambú) ya abordó desde el documental en 2017 y que, ahora, regresa en forma de ficción ofreciendo una lectura distinta sustentada por una puesta en escena que se aleja de los romos patrones que suelen dominar el formato. Es, de lejos, lo mejor que ha ofrecido Netflix este año.

De Apple TV+ solo diremos que el sello de distinción que asociamos a la marca de la manzana mordida no ha obtenido la visa para entrar en nuestro país, y si no, échenles un vistazo a Tierra de mujeres (Ramón Campos & Gema R. Neira, 2024) y Tú también lo harías (David Victori & Jordi Vallejo, 2024).

Quien sí parece haber enderezado su rumbo en el último trimestre es Movistar Plus+. El arranque de la plataforma de Telefónica no fue especialmente alentador, combinando desastres mayúsculos (Galgos, Segunda muerte) con thrillers hipervitaminados de la fecunda multicopista Marini-De la Torre como Marbella.

Más allá de la aplicación, por enésima vez, del método ensayo-error que, en términos de audiencia se salda con el éxito de Marbella, son los estrenos situados en los últimos compases del año, coincidiendo con su paso por el Festival de San Sebastián, los que nos indican que existe un determinado modelo de autoría que, en términos cualitativos, tiene cabida en la ficción seriada y que surge de la combinatoria entre una mirada personal y una afinada aplicación de determinados mecanismos seriales que no implican un desentendimiento del apartado visual.

Las tres producciones citadas (Querer, Celeste, Los años nuevos) demuestran, como antes demostraron La peste (Alberto Rodríguez & Rafael Cobos, 2017-2019), Gigantes (Enrique Urbizu, Michel Gaztambide & Miguel Barros, 2018-2019) o La ruta (Roberto Martín Maiztegui, Borja Soler, Clara Botas & Silvia Herreros, 2022), que en la nueva televisión existe un espacio para la experimentación o, si se quiere, para extraerle todo el jugo a la pulpa de la estética clásica; en definitiva, dos variantes que permiten que el medio avance.

Un fotograma de la serie 'Rapa'. Foto: Jaime Olmedo

Un fotograma de la serie 'Rapa'. Foto: Jaime Olmedo

Sin embargo, quizá la serie de Movistar Plus+ que merezca capítulo aparte sea Rapa (2022-2024). Los hermanos Pepe y Jorge Coira y Fran Araújo, director editorial de las ficciones originales de la plataforma y, no lo olvidemos, coguionista de varios trabajos de Isaki Lacuesta, han logrado que la serie gane en complejidad y en robustecimiento dramático temporada tras temporada, amén de obtener el respaldo del público (siempre de acuerdo con sus propios datos).

Rapa no es una serie de vanguardia, es buena televisión, de esa que hubiera funcionado en una cadena generalista sin renunciar a un estándar de calidad medio, tan difícil de encontrar por estos lares. En el vasto páramo que se extiende entre, pongamos por caso, Querer, y una serie que solo puede describirse con emojis como Zorro (Carlos Portela, 2024), deberíamos poder encontrar un ramillete de títulos que no renunciaran a mostrarse como ficciones adultas (en lo temático, pero también en lo estético) so pena de perder el favor de un público en cuya inteligencia parece que no se confía.

A ocupar esa zona han llegado, por ejemplo, propuestas como Las abogadas (Patricia Ferreira & Marta Sánchez, 2024) o la más reciente Detective Touré (David P. Sañudo & Carlos Vila, 2024), ambas de RTVE (la segunda se estrenó bastante antes en ETB), e incluso El marqués (Ignacio del Moral & David Planell, 2024) emitida por ¡Telecinco! y ahora en Prime Video. Series de toda la vida, la primera con una clara vocación de conectar con el pasado glorioso de la cadena, basta solo con ver el genérico, y que funcionan sin necesidad de recurrir al guion efectista ni a la blancura crítica.

En este estrato podríamos situar, también, Red Flags (Estel Díaz & Nando López, 2024). A falta de los dos grandes estrenos de Atresmedia (El gran salto, La sombra de la tierra) este retrato poliédrico y nada paternalista de la generación Z es su mejor propuesta en un año sobrecargado de lanzamientos prescindibles, algunos más entretenidos (Una vida menos en canarias) y otros indigestados de kitsch (Eva & Nicole, Un nuevo amanecer), por no hablar de adaptaciones chuscas en las que no importa la autoría de los originales literarios (La pasión turca, ¿A qué estás esperando?) y que han tenido nula repercusión.

Un fotograma de la serie 'Yo, adicto'. Foto: Quim Vives

Un fotograma de la serie 'Yo, adicto'. Foto: Quim Vives

Quien parece que anda recalculando ruta para dirigirse a buen puerto es Disney+, si bien sus decisiones de producción contrastan con el perfil eminentemente familiar de la plataforma. A priori, una serie que aborda frontalmente un proceso de desintoxicación contado sin ningún tipo de condescendencia como Yo, adicto (Javier Giner, 2024), el relato de la trama asturiana vinculada a los atentados del 11-M en Nos vemos en otra vida o una bioserie que, pese a su proceder desmayado y lo añoso de su puesta en escena, se aparta por fortuna del modelo canónico como Cristóbal Balenciaga (Lourdes Iglesias, Aitor Arregi, Jon Garaño & José Mari Goenaga, 2024), están muy alejadas de los patrones que gustan en la casa de Mickey Mouse, cuyas series más rompedoras suelen venir de FX o de Hulu.

Sin abandonar Disney+, pero dejando de lado la esperpéntica Desde el mañana (Daniel Écija, 2024) y el fallido thriller Las largas sombras (Clara Roquet, 2024), convendría reparar en Regreso a Las Sabinas (Eulàlia Carrillo, 20204), primera serie diaria de la plataforma que viene certificar una tendencia incipiente que refuerzan no solo las ya habituales producciones de sobremesa de TVE, sino su adquisición por parte de grandes compañías de streaming que además obtienen buenos resultados en lo que a visionados se refiere, tal y como demuestra el caso de Valle salvaje (Josep Císter, 2024) tras su trasvase de TVE a Netflix.

En conclusión, sirvámonos de Rapa como unidad de baremo aspiracional para una televisión de plataformas que debe seguir apostando por series que renueven o expriman a fondo las posibilidades del lenguaje audiovisual y del formato serial, pero también por otras que, sin necesidad de reinventar la rueda, cumplan con determinadas exigencias del storytelling y de las que tan huérfanos estamos.