[caption id="attachment_700" width="560"] Dmitry Glukhovsky[/caption]

La Barcelona Games World de este año ha estado marcada por la decisión de AEVI (Asociación Española de Videojuegos, que agrupa a los pesos pesados del sector) de volver a Madrid, a los brazos de IFEMA y de la Madrid Games Week. Aunque los comunicados oficiales al respecto han sido bastante escuetos a la hora de justificar el retorno tras solo dos años de andadura catalana, está claro que la edición del año pasado, celebrada entre el estruendo de los acontecimientos de octubre, afectó en seria manera el desarrollo de la feria, con muchas cancelaciones de visitantes internacionales que obligaron a la organización de la Fira a tomar medidas cautelares. Algunas empresas, como Sony o Bandai Namco, han continuado teniendo una presencia fuerte en el recinto ferial, pero en general se ha notado mucho la falta de apoyo de AEVI. Sin embargo, eso no ha impedido que el evento haya vuelto una vez más a superar el récord de asistencia, con más de 138.000 visitantes a lo largo de los cuatro días de exposición.

Este año la Barcelona Games World no ha contado con la presencia de pesos pesados de la industria, como Hajime Tabata (director de Final Fantasy XV, que incidentemente acaba de salir de Square Enix para fundar su propio estudio) o Katsuhiro Harada (productor de Tekken), figuras muy relevantes que acudieron en 2016, pero sí con la del escritor ruso Dmitry Glukhovsky, cuya obra literaria ha inspirado los videojuegos de la saga Metro. La próxima entrega, Metro Exodus, que está planeada para lanzarse a finales del próximo mes de febrero, propone un viaje a lo largo de la estepa siberiana en busca de un hogar más allá de los opresivos túneles del metro, donde lo que queda de la población ha sobrevivido durante veinte años después de un holocausto nuclear. Tuve la oportunidad de mantener una distendida conversación con Glukhovsky sobre el juego, pero también sobre muchos de los aspectos que lo convierten en una obra tan relevante hoy en día.

[caption id="attachment_701" width="560"] Imagen de Metro Exodus[/caption]

“Mi misión en este juego ha sido encargarme de los personajes”, señalaba el escritor moscovita. “En los anteriores libros y juegos, eran las ideas las que prevalecían. En ocasiones tuve que sacrificar la historia personal del protagonista, desplazando el foco sobre el drama en favor de las exposiciones políticas y sociales”. Tanto en Metro 2033 como en Metro Last Light las diferentes facciones que gobiernan los túneles del metro de Moscú tienen un protagonismo absoluto, desde los comunistas que gobiernan la línea roja, los fascistas del Cuarto Reich o la superpotencia económica de Hanza, que ocupa la línea circular. “Los personajes centrales son Artyom, el protagonista, su mujer Anna, y su suegro, Miller, líder de los espartanos, la fuerza militar dedicada a preservar el orden y la paz en el metro”. Sobre el proceso de colaboración con 4A Games, el estudio encargado de desarrollar el juego, Dmitry pone en solfa el feedback constante entre uno y otro: “Yo aporto ideas para las localizaciones, ellos las pueblan con los diferentes personajes y el diálogo. En esta ocasión Artyom no viaja solo, sino que forma parte de un grupo más grande, y me he encargado de elaborar los arcos para estos personajes que le acompañan, para que se perciban como personas vivas. Ha sido un toma y daca. He escrito todo el diálogo de los personajes principales, de las escenas cinemáticas. Las partes más ambientales han sido cosa suya, pero luego lo he supervisado y he corregido lo que consideraba. No quiero decir que yo tenía el control, sino que ha sido un verdadero proceso de colaboración. Ellos tenían sus propias ideas e interpretaciones, y siempre estaba abierto a escuchar sus argumentos".

Con las tensiones territoriales entre Rusia y Ucrania, que alcanzaron una nueva cota de gravedad con la detención de los marinos ucranios en el mar de Azov la semana pasada, resultaba imposible inquirir sobre la naturaleza de esa colaboración. Al fin y al cabo, 4A Games tuvo en 2014 que plegar velas y buscar una nueva localización en Malta por la guerra en el Donbáss, a pesar de que mantiene una oficina en Kiev. “Los sentimientos anti-Putin en el núcleo de la compañía después de las protestas del Maidán han sido bastante fuertes, pero no he tenido problemas con ellos porque es algo que siempre he compartido, desde los orígenes, y más tarde con la anexión de Crimea y la guerra en el este de Ucrania. Escribir para videojuegos es solo una faceta mía. En este mundillo soy el escritor de Metro, pero en otros ámbitos me conocen más por escribir novelas realistas, columnas de opinión sobre la actualidad política y obras de teatro. Y he criticado la política expansionista de Putin desde incluso antes de 2014”.

La conversación entonces giró hacia el auge del nacionalismo ruso y el culto a la personalidad de Vladimir Putin, tangible en las calles de las capitales rusas, en las tiendas de souvernirs y en los mercadillos al aire libre, siempre atiborrados de camisetas laudatorias del líder que siguen la tradición de los memes de internet. “Los libros de Metro, especialmente Metro 2035, el más político de todos, y que escribí después de la anexión de Crimea, abordan este tema. La idea básica es que hemos perdido un imperio. España lo hizo hace más de un siglo. Francia en los años cincuenta. Gran Bretaña, Hungría y Austria son bastante nostálgicos. Pero nosotros lo acabamos de perder. Sentíamos nostalgia cuando éramos ricos, pero especialmente cuando empezamos a ser pobres (al ser incapaces de crear una economía de mercado y depender tanto del petróleo). Perdimos el estatus de superpotencia que todo el mundo temía. Evidentemente no nos veíamos a nosotros mismos como el imperio del mal, pero sí que echamos de menos el temor que nos tenían”. Y reflexiona sobre cómo sus propias obras conectan con ese sentimiento de desposesión. “La narrativa de Metro 2033 trata sobre esto. Cómo crear un estado más pequeño sobre las ruinas de un imperio destruido. En Metro 2035 se aborda cómo te puedes llegar a sentir más cómodo en una guerra eterna que en períodos de paz. Putin les dio a los rusos en 2014 una ilusión, a través de Crimea, de que la antigua superpotencia estaba de vuelta, que Rusia se estaba alzando de nuevo tras estar sometida por los traicioneros Estados Unidos de América, y Europa un poco. Que el antiguo poderío estaba de vuelta, y que por supuesto nos querían contener, pero que les podíamos plantar cara. Que vamos a demostrar al mundo de lo que somos capaces”.

Cuando Dmitry empezó a escribir con 18 años la ficción de Metro 2033 lo hizo con una clara intención de ficción especulativa, muy provocadora. Veinte años más tarde, la Rusia de Putin difiere mucho de la humillación infinita que caracterizó la etapa de Boris Yeltsin, y lo que parecía un producto de otro tiempo, vuelve a la palestra con más fuerza que nunca. La ficción transmediática de este universo, a través de las novelas y de los videojuegos, se sumerge en el inconsciente colectivo ruso, las rémoras de un pasado glorioso, sus códigos internos y su deseo de volver a ser relevante en el escenario mundial. Quizá una de las cosas más especiales del medio lúdico es la amplitud y diversidad de voces que pueden llegar a una audiencia masiva. En este caso, un estudio ucraniano pro-Maidán, exiliado en Malta, trabajando codo con codo con uno de los autores rusos más relevantes de la actualidad.