'Desperados 3', estrategia en el salvaje oeste
El nuevo juego de Mimimi Games traslada su estrategia en tiempo real a los Estados Unidos de finales del XIX para hilar un relato de personajes desde una perspectiva cenital
A finales de los años noventa salió al mercado Commandos, probablemente uno de los juegos más exitosos de la industria patria del ocio interactivo. En la mítica obra de Pyro Studios el jugador controlaba una pequeña unidad de especialistas militares detrás de las líneas enemigas durante la Segunda Guerra Mundial, y el objetivo era llevar a cabo tareas de sabotaje con personajes concretos que tenían habilidades diferentes en escenarios plagados de enemigos. El sigilo era fundamental, así como medir bien los tiempos para aprovechar los espacios que se abrían con la frecuencia de las patrullas enemigas. Hace cuatro años, el estudio alemán Mimimi Games debutó en el género con el excelente Shadow Tactics: Blades of the Shogun, que seguía el mismo esquema jugable pero trasladando la acción al Japón del período Edo. El triunfo no pasó desapercibido, y la editora THQ Nordic los fichó para resucitar una de las innumerables franquicias que han adquirido en la última década de compañías en bancarrota casi a precio de saldo. Por eso llega ahora este Desperados 3, trece años después del último título de la serie.
Uno de los mayores talentos del estudio alemán es la capacidad para hilar un relato coherente con las restricciones propias del género, principalmente la vista cenital que ofrece una visión amplia de los escenarios pero que también mantiene al jugador a una distancia sideral con los personajes. La historia versa sobre la épica persecución de John Cooper a un bandido, responsable de la muerte de su padre años antes, a través de los parajes y ciudades de Colorado, Lousiana y México. Por el camino Cooper va reclutando la ayuda de diferentes personajes: Doctor McCoy, muy ducho con un rifle de francotirador; Kate O’Hara, capaz de distraer a los enemigos con un efectivo disfraz; Héctor Mendoza, un fortachón con una enorme trampa para osos; e Isabelle Moreau, una experta en magia vudú. Los cinco cuentan con diferentes fortalezas y debilidades que se complementan entre sí. Durante el desarrollo de las misiones se enzarzan en un diálogo ameno y fresco que busca quitarle la tensión a la situación, permitiendo de paso profundizar en sus coloridas personalidades.
El otro gran logro del juego es el excepcional diseño de niveles. Los desarrolladores han sabido introducir elementos nuevos en cada uno para mantener las cosas interesantes, obligando al jugador a no confiarse y tener que alterar sus tácticas de manera regular, ya sea por el terreno embarrado que deja huellas tras el paso de los personajes, niveles nocturnos que juegan con las fuentes de luz u otros ambientados en entornos urbanos con multitudes de civiles. La piedra angular sobre la que descansa todo son los conos de los enemigos que representan su campo de visión, y cómo incapacitarlos sin alertar a sus compañeros. Aunque la inclusión de revólveres hace que la confrontación directa sea una opción, una vez suena la alarma el nivel es inundado por tropas enemigas, complicando mucho las cosas. Además, resulta más satisfactorio hacerlo todo sin que nadie se entere, como si se tratara de planificar el golpe perfecto. Hay que tener tantas cosas en cuenta que el fracaso es una constante, pero la posibilidad de guardar la partida en cualquier momento con un simple botón y cargarla con rapidez si las cosas se tuercen alivia muchísimo la frustración que podría ocasionar el esquema de “prueba y error”. Pero el género trata de eso, afinar el tiro una y otra vez hasta conseguir que todas las piezas del puzle encajen.
Este subgénero de la estrategia en tiempo real, más enfocado al sigilo de unos pocos personajes que al control de cientos de unidades en batallas épicas, no se prodiga mucho. Desperados 3 es un gran ejemplo de cómo hacer las cosas bien, aprovechando el contexto histórico de la acción para introducir interesantes novedades jugables que ofrecen una mayor flexibilidad para acometer los objetivos. Si hay alguna pega que ponerle es que quizá el estudio alemán ha reutilizado muchas de las mecánicas que ya exploró en Shadow Tactics: Blades of he Shogun, y que ha seguido con el esquema de cinco unidades, en vez de ampliar el reparto con más personajes. Pero sigue sorprendiendo su habilidad para contar una historia de personajes con personalidades muy definidas, que establecen relaciones de calado entre ellos, sin poder recurrir a primeros planos y la última tecnología en captura de movimiento facial.