El Museo del Videojuego abre sus puertas en Madrid con un homenaje a los 30 años de PlayStation
- Dos años después de llegar a Málaga, OXO Museo inaugura un nuevo espacio en Callao para ofrecer una visión expansiva de la historia del medio.
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Ayer, 4 de diciembre, OXO Museo del Videojuego Madrid, el primer espacio permanente de Madrid dedicado a la preservación y difusión del legado del videojuego, abrió oficialmente sus puertas al público en Callao, donde antes estaba la librería La Central.
El lunes fui invitado a la inauguración oficial, que contó con la presencia de Carmen Paez, subsecretaria del Ministerio de Cultura; Luis Martín Izquierdo, viceconsejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid; Ángel Niño, concejal de Innovación y Emprendimiento del Ayuntamiento de Madrid y José Francisco Salado, presidente de la Diputación de Málaga y de Turismo Costa del Sol.
También estaban Alberto González, Presidente de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), Javier Ramos, CEO y fundador de OXO Museo del Videojuego; y Santiago Bustamante, su director cultural. Todos se las apañaron para colocar sus mensajes en una presentación breve y directa al grano que buscaba resaltar lo que supone situar al videojuego en un entorno museístico.
Una de las cosas que más me sorprendieron durante la visita libre que se produjo al finalizar el acto es que, aunque hay muchas similitudes con el centro de Málaga, existen suficientes diferencias como para considerar las dos visitas complementarias.
El museo rinde honores a los pioneros como Ralph Baer y tiene una buena colección arqueológica, una selección de máquinas que quizá no tuvieron el éxito comercial al que estamos habituados hoy en día, pero que marcaron el camino, con mucho esfuerzo y dinámicas de prueba y error, por el que discurriría la industria del entretenimiento digital. También se han preocupado de conseguir dispositivos más peculiares, como cabinas arcade traídas directamente de Japón o un mueble de mesa de Pong.
El museo combina la divulgación con el entretenimiento. Al fin y al cabo, estamos hablando de videojuegos y no sería procedente que absolutamente todo estuviera detrás de una vitrina. En ese sentido, el museo mantiene un buen equilibrio en todas las salas.
Durante años, La Central fue una de las librerías más icónicas de Madrid. Su lujosa escalera, su patio interior con cafetería, su diseño laberíntico, sus remansos de paz abovedados y sus estrechos vericuetos le conferían una personalidad propia. Hace un tiempo que la librería se mudó al local de enfrente, mucho más comedido en sus dimensiones, y estoy seguro de que habrá muchos que vean en esta transmutación un pesaroso signo de los tiempos, cuando no un vil sacrilegio. Pero si lo analizamos desde una perspectiva desapasionada, entenderemos que el edificio consta de más de 1.600 metros cuadrados en una de las zonas más codiciadas y con mayor trasiego de viandantes de la capital, por lo que requiere una explotación comercial consecuente.
No me puedo explicar cómo hizo La Central para funcionar durante el tiempo que estuvo abierta en ese espacio y supongo que fue la razón última de su mudanza. En ese sentido, OXO no engaña a nadie. La tienda ocupa un espacio preferente en la planta baja y algunas colaboraciones estratégicas con marcas pueden parecer fuera de lugar (como Domino's Pizza o Lego), pero es de agradecer que los responsables del museo se hayan esforzado en hacer la cohabitación lo más orgánica posible. La escultura/monumento que han erigido en el patio y que se puede visitar de manera gratuita es prueba de ello.
Durante el tiempo que ha estado abierto el museo en Málaga, menos de dos años, ha acogido a más de 200.000 visitantes, catapultándolo al podio en una ciudad plagada de museos.
Una de las características más interesantes son las exposiciones temporales y en Madrid también van a seguir la misma estrategia, reservando la tercera planta para ello. La primera incursión la han dedicado a celebrar los 30 años de PlayStation, la marca preponderante en España. Es un recorrido lineal por las cinco generaciones de consolas de sobremesa, las dos de consolas portátiles y las de realidad virtual, destacando las máquinas y los juegos más icónicos de cada una, todo aderezado con estatuas gigantes reutilizadas de las campañas de marketing cuando las marcas tiraban la casa por la ventana.
PlayStation refleja como ninguna otra marca mi propia evolución como jugador. Salvo las portátiles, las he tenido todas y he jugado a todos sus referentes, por lo que el valor añadido que puede aportar la exposición temporal a alguien como yo es más bien reducido. Pero he de reconocer que, precisamente en un país como España, el tirón de algo así es incuestionable. La exposición permanecerá hasta el 14 de septiembre de 2025.
Solo el tiempo dirá si Madrid va a deparar cotas similares al éxito que OXO ha cosechado en Málaga. Todo dependerá del posicionamiento que consigan en una capital repleta de ofertas de ocio y culturales. Los 21 euros que va a costar la entrada estándar (hay packs familiares y descuentos), que ofrece una visita de dos horas de duración, desde luego es toda una declaración de intenciones.
En OXO van a por todas y, teniendo en cuenta el volumen de turistas extranjeros con alto poder adquisitivo que llegan a Madrid cada fin de semana, creo que tienen razones para mostrarse confiados.
El enfoque es muy distinto a exposiciones como la de Homo Ludens que Fundación "la Caixa" realizó hace unos años y que han sacado ya de la rotación de sus centros por falta de interés a pesar de su enorme valor intelectual.
Esta es una propuesta marcadamente comercial, pero que en general sabe conjugar los requerimientos de un museo contemporáneo. Sin embargo, lo que de verdad dota de vida a un museo son sus actividades culturales. OXO Madrid tiene dos espacios increíbles, el patio y The Cave, un sótano perfectamente acondicionado para acoger todo tipo de eventos. Teniendo en cuenta todas las sinergias que se pueden establecer con las compañías instaladas en Madrid, los circuitos de promoción que traen a grandes figuras internacionales y los grandes referentes de otras artes que viven en la ciudad, el potencial es enorme. Ojalá sepan aprovecharlo.